La decencia

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Para las generaciones que nos antecedieron, incluso hasta los tatarabuelos, la decencia en la formación de sus hijos era primordial, uno de los mayores agravios constituía decir: fulano no tiene decoro”. Siempre fue una conducta y una actitud ante la vida, que hoy apremia rescatar.
 
El concepto del vocablo registra la observación de las normas morales socialmente establecidas y las buenas costumbres, honradez y rectitud que impiden cometer actos delictivos, ilícitos o moralmente reprobables.

Cuando un individuo actúa y se comporta en diferentes situaciones con modestia y respeta las convenciones sociales establecidas en su comunidad o en el contexto en el que se encuentra, se dirá que se destacan por su decencia.
Hoy la decencia sigue siendo vital en la educación pero mucho más englobadora. Nadie tiene esa característica si es oportunista, corrupto, insensible, aprovechado, indolente, egoísta, engreído, mentiroso, incapaz de colocarse en el lugar del otro para resolver un problema e irrespetuoso.

Si alguna cualidad resume los valores de una persona es la decencia, por eso serlo no es solo actuar con educación y poseer buenos modales, sino nunca “sentirse superior, saber escuchar, no imponer criterios, ser honestos y no dar golpes bajos”.

La prosperidad y el bienestar llevan implícito los niveles de decencia en toda la ciudadanía, en el mejoramiento social y no es incompatible con los cumplimientos, es sinónimo de eficacia y de buen trato.

El indecoro es incompatible con la conciencia y el sentimiento revolucionarios. Ser revolucionario es también tener pudor y muy positivo es sembrar en nuestros niños ese sentido de rectitud, de comportamiento cotidiano.

Es difícil explicarle a un menor sobre ese vocablo, pero el ejemplo cotidiano vale mucho y, según los psicólogos, debe enseñarse en todo momento por ser un valor de comportamiento digno. Poseerla da sentido a la vida y caracteriza a cada persona.

Comprometer la palabra, era darle el crédito a un compromiso, es decir, cumplir, sin falta, lo dicho. Ahora existe más la pamplinería y están los individuos que prometen algo en falso, la credibilidad se pone en dudas. “Voy mañana” y lamentablemente hay que espéralo sentado.

En política, la decencia tiene que ver con una conducta responsable y respetuosa, por lo tanto digna, que se asume ante los ciudadanos, el país y ante la propia conciencia. En el contexto de la política, lo central no es solo si la persona es decente, sino si la línea a seguir es la dignidad y ahí es donde entran todas las manifestaciones que terminan por calificar a una persona.

Álvaro de Laiglsia dijo: “... la decencia no es una virtud con la que se nace, sino el resultado del ambiente en donde se vive.”
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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