Sin impunidad
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Admiro las actitudes valientes. A los que emiten sus criterios en el lugar y el momento exacto, sin remilgos y con apego a la verdad. También a quienes escriben para denunciar un problema, estampan su nombre y apellidos y aportan los mínimos detalles para que no existan equívocos.
En los últimos días he tenido en mis manos no pocas acusaciones sobre sectores o personas, pero lamentablemente la casi totalidad solo se quedan en el relato de increíbles hechos de falta de ética y de incumplimiento del deber, pero todo hasta ahí.
No hay nombres de los infractores, mucho menos de los denunciantes y lo que es peor aún, ni una señal de enfrentamiento ante lo mal hecho, por el contrario complicidad con infractores al doblegarse a sus exigencias por salir de adelante en su gestión.
Por eso la carta que “colgó” Julio César Salazar Ramírez a un comentario publicado en el sitio digital www.ahora.cu sobre Protección al Consumidor con todas sus generales y detalle por detalle de lo ocurrido a él y a otras personas, el domingo 28 de octubre cuando intentaron viajar desde la Terminal Interprovincial de Holguín con destino a Las Tunas, nos hace reflexionar sobre un asunto que no acaba de resolverse en el sector de Transporte a pesar de las reiteradas quejas de pasajeros.
Él, metodólogo en la Universidad Virtual de Salud en Las Tunas, acostumbrado a trasladarse entre las dos provincias
vecinas, sabe de las artimañas de determinados choferes que dejan personas de la lista de espera para en el camino recoger a quienes, con billetes a manera de abanico en las manos, tientan a los que piensan solo con el bolsillo.
Ese día con el número 36 para viajar en el turno de las 3:30 pm ocurrió lo de muchas veces, no pudo abordar el ómnibus como otras 12 personas; sin embargo, en la propia salida de la estación, los choferes pararon y llamaron a tres pasajeros que los aguardaban con la excusa de que “eran un caso de la jefa de turno”.
Y así ha sucedido una y otra vez hasta llegar a virar de Ciudad Jardín para en La Plaquita comenzar a repletar los pasillos con personas recogidas a lo largo del trayecto y cuyo importe del pasaje no va para la alcancía.
Sin embargo, lo más triste es que el reclamo a tantos desmanes siempre encuentra justificaciones increíbles del Jefe de Turno del momento hasta reprochables faltas de respetos, del chofer “flaco y canoso”, que dijo a Julio César: “si eres policía o periodista denúncialo o cállate la boca”.
Este no es un hecho aislado. El irrespeto viaja hoy por caminos, calles y carreteras sin que todavía se adopten medidas ejemplarizantes con los del volante que paran fuera de paradas, recogen a sus conocidos o a muchachas bonitas donde los encuentren, pero no a una persona mayor que apenas puede caminar; amplifiquen música en las rutas locales, cierren intempestivamente las puertas de las Diana sin que hayan bajado o subido los pasajeros hasta etcétera.
Y en el caso específico de los ómnibus de viajes interprovinciales siguen sus conductores deteniéndose a comer en lugares no establecidos y por lo regular siempre optan por paladares preconcebidas, sin analizar que no todos los pasajeros tienen las mismas posibilidades de pagar un almuerzo o comida en uno de esos lugares, donde a ellos su alimentación les sale libre de polvo y paja, pero que a los viajeros no les baja de 25 o 30 pesos un simple plato.
También se suma el irrespeto al horario de salida o llegada de los ómnibus, la poca higiene o condiciones técnicas de algunos carros hasta el maltrato que algunos pasajeros propinan a los asientos donde ingieren alimentos sin que exista el llamado oportuno de la tripulación.
¿Qué impide entonces poner freno a estas y otras muchas indisciplinas que hoy viajan sobre ruedas por calle y carreteras?
Comentarios
Ya que hablamos del caos del transporte nacional, mi comentario y experiencia es respecto a los vuelos nacionales, es nula, la información al cliente, luego de que se pasa trabajo, y por consiguiente un gasto económico en la transportación hacia los aeropuertos, resulta inconcebible y una falta de respeto hacia el cliente q no avisen con tiempo suficiente cuando los horarios cambian. No Es lo mismo llegar al aeropuerto y recibir la noticia de un retraso en el vuelo a encontrarse con la novedad de que cambiaron los horarios hace mas de 20 días.
Me pregunto, para que solicitan los datos de teléfonos de los clientes? Quién responde por está negligencia. El respeto hacia los clientes es muy importante para el prestigio de las compañías aún y cuando no exista competencia a nivel nacional. El tiempo de las personas hay que respetarlo aunado a la economía del mismo pues nadie reembolsa el dinero empleado en el traslado hacia el aeropuerto y tampoco la aerolínea no cuenta con este servicio integrado hacia el cliente. Es algo para reflexionar y cambiar y no lleva un extraordinario empleo de recursos para realizarlo. Sin contar que entre las tantas notas informativas que se publican en el noticiero también esta pudo ser una vía para alertar sobre estos cambios.
Saludos
No solo ocurren esas cosas: reservas un asiento y cuando montas al omnibus ya está ocupado.
- Solo deben ir pasajeros sentados y en el pasillo van 15 de pie que hasta se recuestan al espaldar del asineto que reservaste.
Hace un tiempo atrás cuando reclamé por el asiento ocupado el chofer simplemente me dijo, tu eres"seguroso". Le dije que si seguroso era por denunciar lo mal hecho, me halagaba, pero si se refería a lo que creo quiso insinuar que era chivato, le dije que más chivato era él. Y la cosa se calentó. Pero a quién reclamar? Para qué? Si sancionan o expulsan a uno otro hará lo mismo y así la cadena........
Que no es la única ruta en la que ocurre eso, por ejemplo Camaguey no hay forma que llegue o salga en hora desde Camaguey por tantas paradas que parece una local recogiendo gente y llenando el pasillo del omnibus, que hatsa terminan molestando al resto de los pasajeros, y que antes existía una coordinación entre la guagua Camaguey-Holguín y Holguín-Moa consa que siempre terminanban afectados por que continuaban viaje para Moa porque los choferes de la primera ruta siempre se las ingeniaban para llegar fuera de hora a la terminal por tantas paradas no autorizadas, incluso a otro tipos de gestiones particulares.