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- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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“Comida de los Dioses”, así denominaron los antiguos a las frutas y hasta le otorgaron propiedades divinas o mágicas. No estaban lejos de la verdad, pues ellas, como los vegetales forman parte de los alimentos con mayor
cantidad de nutrientes y sustancias naturales muy beneficiosas para la salud.
En estos meses del año cuando abunda el mango, la guayaba, platanito o guineo; la fruta bomba, el anoncillo y otras, ya casi exóticas, como la guanábana o el anón, es necesario hablar de ellas, aunque ciertamente su precio en el mercado está casi por las nubes, pero siempre vale darse un gustico.
El aporte de las frutas al organismo es extraordinario en vitaminas y minerales. Por ejemplo, una ración al día de tres a cuatro frutas aportan naturalmente los requerimientos diarios de vitamina C.
Para lograr plenamente los beneficios de las frutas es necesario tener presente algunas recomendaciones: consumirlas frescas y maduras y en la mayoría de los casos sin cáscara ni semillas y sin mezclarlas.
También, es aconsejable no abusar del jugo de las frutas ácidas, evitar tomar refrescos después de las comidas, excepto en la prevención de la anemia, que se le indica a los pacientes el de limón u otra similar rica en
vitamina C con la finalidad de fijar el hierro.
Muy importante resulta comer las cítricas antes del horario de la tarde, según señalan especialistas. Por ejemplo, la naranja debe ingerirse sola, pues según aseguran es “oro por la mañana, plata al mediodía y plomo por la noche”.
Las ensaladas de frutas solo deben prepararse de las dulces. Hay variedades que es preferible obviar, ya que producen reacciones químicas perjudiciales para el organismo. Los aceites de las frutas neutras y los azúcares de las dulces, ocasionan fermentos tóxicos para la vida celular. Tampoco son compatibles con las ácidas, pues al mezclarse los ácidos con los azúcares, retardan la formación de glucosa, permaneciendo más tiempo de lo normal en los intestinos, lo cual causa fermentaciones tóxicas.
De acuerdo con el sitio Web de Infomed hay mezclas inconvenientes, por ejemplo la naranja con la zanahoria, porque eleva la acidez, causa disfunciones en el hígado, estimula el exceso de bilis, potencia sustancias que agreden el sistema renal, provocan acidez estomacal, reflujo y deterioro de los uréteres.
De igual manera alerta sobre la piña con los lácteos. Es un tóxico tan poderoso, que “revienta cucarachas”. La bromelina que contiene la piña potencializa los principios activos que disparan la intoxicación; en tanto que la fruta bomba con limón, esa liga ocasiona problemas con la hemoglobina y produce anemia y la guayaba con plátano, causa problemas de hiperacidez o acidosis.
Entonces hablemos de las frutas reinas. Sin dudas, una de ellas es la guanábana (entre nos, una de mis preferidas). El fruto del árbol de la Annona muricata, originario de Centro y Sudaamérica, es llamado el de la digestión, porque regula la temperatura del estómago; sin contar que el té de sus hojas ayuda a bajar la tensión arterial.
El té de sus flores se usa como pectoral. Por el látex que contiene la pulpa ayuda a mejorar el estreñimiento crónico, desinflama el colon, cicatriza las úlceras de ese órgano (última porción del aparato digestivo); cura los divertículos y fortifica la flora intestinal.
En tanto que la guayaba dulce contiene 16 vitaminas. Es la reina de las frutas por ser la más completa en nutrientes, vitaminas, proteínas, sales minerales y oligoelementos. Se recomienda consumirla cruda y con cáscara.
La guayaba roja contiene más vitamina A, mientras que la blanca es rica en la E y su contenido en C es cinco veces mayor que la naranja.
Estimula la actividad del corazón y baja la presión arterial. Para los dolores de las articulaciones, a tres o cuatro guayabas maduras y picadas se les agrega un litro de agua hervida, se deja en remojo durante tres horas y se consume durante el día por espacio de unos tres meses.
Así, que vale recomendar en estos días de intenso calor y muchas de esas frutas estan en plena cosecha, pues preparar un buen jugo o simplemente comerlas en su estado normal, para el mejor funcionamiento del organismo.
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