La espiritualidad
- Por Hilda Pupo Salazar
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Muy importante consolidar la espiritualidad en la Cuba de hoy, decisiva para el desarrollo humano que tanto se necesita.
El ser humano es espiritual por naturaleza, desde su interior con esa fuerza interna que dinamiza sus dimensiones, de ahí su potencialidad como ente bueno, con la sensibilidad necesaria para sanar heridas, fortalecer la familia, hacer crecer el amor, la pasión, bondad y proteger a los suyos.
Por eso es imprescindible consolidar la idea de revelar el bien desde la misma cuna, en expresión práctica y constante como defensor de la comprensión.
Al lograr la felicidad avanza y se desarrolla desde sus convicciones, con la espiritualidad como un medio para el perfeccionamiento humano, desde sus valores.
Es siempre estar dispuesto a recibir y dar lo mejor con fuerza e indulgencia para poder completar una vida plena, sin sujeciones, desde el potencial cultural del hogar, escuela y el escenario del barrio.
Son esas auténticas tradiciones que se irradian en esos decisivos contextos y al poderlas conducir con mucha inteligencia, paciencia, oportunidades, desde éticas humanistas de la familia, permiten que florezcan, cada vez más, en la Cuba de hoy, con tantos desafíos.
Hay que atender las potencialidades que revelan cada quien, para hacerlas crecer o reprenderlas, para merecer ser una mejor versión de sí mismo, en la medida en que se desenvuelve.
De acuerdo con estudios, el potencial de una persona es el talento que todavía no se materializa de manera consolidada, pero existe la posibilidad de que se desarrolle, cada persona tiene sus propias fortalezas y, por lo tanto, puede crear un valor agregado.
No es aconsejable exponerse al negativismo, ni a la incertidumbre colectiva porque no ayuda a dignificar la vida espiritual.
Contribuye a encontrar esperanza y sosiego, al equiparar los acontecimientos desde un matiz positivo, con pensamientos auténticos, metas, ser solidario, con respeto y amor por la familia, amigos, vecinos, compañeros de estudio o trabajo, realizar actividades sociales y aprender a vencer los fracasos sin temores.
Es ser capaz de colectivizar, consciente y hondamente, los nuevos paradigmas éticos y culturales que apartan tus auténticas tradiciones sobre la naturalización de la espiritualización como fuente de armonía, paz, belleza, de bien y amor.
Podemos reflexionar con el gran filósofo romano Séneca, el Joven: El amor en su esencia es fuego espiritual. Proverbio indio: El milagro no es volar en el cielo o andar en el agua, sino andar en el suelo; y con Henri Nouwen, sacerdote católico holandés: La amistad siempre ha pertenecido al centro de mi viaje espiritual.