El alma cubana
- Por Reynaldo Zaldívar
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Escribir la historia de una nación es, en esencia, narrar la vida de su gente: sus triunfos y fracasos, sus besos y sus heridas. Octubre llegó como un látigo sobre la familia cubana. Los huracanes Milton y Oscar asediaron la isla por sus flancos, mientras el Sistema Electroenergético Nacional colapsó, sumiendo a casi toda la población en extensas jornadas de oscuridad.
La falta de energía no solo apagó las luces; también silenció muchos medios de comunicación. Otros llegaban a un número limitado de personas. En Oriente, por ejemplo, se sabía de la existencia de un huracán, pero muchos ignoraban su trayectoria y la posible magnitud del desastre. En este contexto de incertidumbre y miedo, emergieron héroes de increíble fuerza moral que resultaron ser peñascos de estabilidad y fe en medio del terreno pantanoso.

En el municipio de Rafael Freyre, la Panadería-Dulcería Don Yovany SURL anunció en varias ocasiones que su instalación estaba a disposición de todo aquel que necesitara cargar sus equipos. En la red social Facebook, el usuario Yovy Yovy comentó que en 69 horas se cargaron mil 143 dispositivos, destacando cómo unos a otros se apoyaban, trayendo extensiones con mayor capacidad para que los que llegaban últimos pudieran conectar sus equipos.

Las redes se inundaron de imágenes de personas repartiendo alimentos gratuitos y ofreciendo carga para celulares desde las baterías de sus autos. Otros brindaban las direcciones de sus casas para que la gente que no tenía dónde cocinar pudiera ir a comer, preparar sus alimentos o cargar sus dispositivos. Desde el municipio de Banes, el usuario Egner Leyva anunciaba en grupos de Facebook un negocio donde se estaban repartiendo gratis raciones de espaguetis.
La potabilizadora de agua "To' Fresco", del municipio de Holguín, se convirtió en un símbolo de resistencia. Trabajó día y noche para brindar el preciado recurso a los clientes, que acudían de todas partes de la ciudad, siendo esta una de las pocas fuentes de abastecimiento de agua que permanecían activas. La planta de energía se rompió en tres ocasiones y el combustible elevó su costo en el mercado informal, pero el pequeño negocio no dejó de trabajar. Tampoco incrementó el precio de su producto. "Aquí vamos a estar mientras llegue un cliente buscando agua", comentó uno de los empleados. Su compromiso era claro: “El esfuerzo que sea necesario por nuestra gente”.

En Mayarí, un carro con altoparlante recorría las calles, informando a los vecinos sobre el clima y la contingencia electroenergética. En este orden, el Movimiento Juvenil Martiano habilitó varios números telefónicos para informar a quienes aún contaban con batería en sus teléfonos, pero carecían de conexión. Estos jóvenes se las ingeniaron para distribuir los contactos, pudiendo dar información a 83 familias de 9 municipios holguineros y de las provincias Granma y Las Tunas.


Pero en estas notas no hablamos de ellos. "Otros propagarán vicios, o los disimularán: a nosotros nos gusta propagar las virtudes", enfatizó José Martí refiriéndose al actuar de los cubanos. Y agregó: "Las almas, como las tierras de invierno, necesitan que la nieve las cubra, con muerte aparente, para brotar después, a las voces del sol, más enérgicas y primaverales."

En una fiesta en West Tampa, en el año 1894, los tabaqueros donaron el dinero de su jornada laboral para que Carolina se operara de la vista. Sin embargo, ella decidió ceder esa colecta para comprar armas y municiones, argumentando que prefería destinarlo a la lucha por la libertad de Cuba. Martí terminaría el artículo diciendo: [Carolina] "sabe dónde están todos los cubanos que sufren, sale a trabajar para ellos, en la mañanita fría, arrebujada en su manta de lana. ¡Esa es el alma de Cuba!"

Recuerdo este hecho ahora que octubre no solo viene con el peso de las difíciles situaciones de estos días, sino también con la burla y el ataque de los que pretenden hacer ver a los cubanos como "pobres de alma", yendo "al fango como los pollos al maíz". Los ejemplos que han leído aquí son una constante irrebatible de que el alma cubana, el espíritu de nuestra gente, se crece sin ambages ante las dificultades, como gigantes que aplastan con el peso de su moral la tristeza de este siglo.