Che Comandante, amigo

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che1Fotos: de archivo

La intervención del Gobierno de los Estados Unidos es total, instructores militares, y calificados agentes de la CIA operan directamente en territorio boliviano.

El domingo 8 de octubre de 1967, el Che está cercado por el ejército en la Quebrada del Yuro, quedan junto a él 16 hombres. El combate final comienza a las 3 y 30 , después de un tiroteo prolongado, una bala le atraviesa la boina, otra lo hiere en la pantorrilla izquierda y la tercera le destruye su fusil.

En esa difícil posición el Che quedó cercado y se defendió hasta el final, cubriendo la retirada de un grupo de enfermos que no estaban en condiciones de combatir. Agotado y sin posibilidades de seguir combatiendo fue capturado vivo junto con el minero Simeón Cuba conocido como Willy.

En horas de la tarde de aquel 8 de octubre, fue llevado a pie por los soldados hasta La Higuera, y en la escuelita del lugar el Che y Willy pasaron su última noche encerrados, mientras los jefes militares preparaban su asesinato y el de los restantes prisioneros.

“¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”, con estas palabras recibió Ernesto Guevara a su asesino el Sargento Jaime Terán, según su propio testimonio, en la escuelita de La Higuera, Vallegrande, Bolivia, al mediodía del 9 de octubre de 1967, cuando el militar borracho e incapaz de mirarle a los ojos le disparó una ráfaga que extendió su agonía hasta que otro militar lo remató.

Para completar la imposible tarea de eliminar con su muerte la causa, su cadáver junto con los de sus compañeros fueron desaparecidos y se divulgaron las más diversas versiones, incluyendo que sus restos habían sido incinerados y sus cenizas esparcidas al viento.

En su honor, el poeta Nicolás Guillen escribió en su antológico poema Che Comandante: “ Y no porque te quemen, porque te disimulen bajo tierra, porque te escondan, en cementerio, bosques, páramos, van a impedir que te encontremos, Che Comandante, amigo”.

Y como lo prefiguró el poeta Nicolás Guillen en 1997 sus sagrados restos serían encontrados y honrados en Cuba junto al resto de los guerrilleros caídos en esa gesta, como objeto de culto revolucionario.

En ocasión de la llegada de sus restos en 1997 y de algunos de sus compañeros, tras ser hallados, y su posterior inhumación, el Comandante en Jefe expresó: “Los interesados en eliminarlo y desaparecerlo no eran capaces de comprender que su huella imborrable estaba ya en la historia y su mirada luminosa de profeta se convertiría en un símbolo para todos los pobres de este planeta, que son miles de millones. Jóvenes, niños, ancianos, hombres y mujeres que supieron de él, las personas honestas de toda la tierra, independientemente de su origen social, lo admiran”.

John Alex Fernández Leyva
Author: John Alex Fernández Leyva
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