A ti, Maestro
- Por Liban Fernando Espinosa Hechavarría
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La niñez, el presidio, el destierro, luego la conspiración y la Guerra Necesaria; con estos sucesos transcurrió la vida de nuestro Héroe Nacional, José Martí, corta en años, pero cargada de esfuerzos por hacer una Cuba de todos y por el bien de todos.
Recordar al más universal de los cubanos, a 171 años de su nacimiento, es saldar una eterna deuda con los principios de cada revolucionario de estos tiempos.
La genialidad de sus ideas nos legó una obra que destaca por un profundo pensamiento de futuro; que nos guía y nos indica el camino, para mostrarnos que el hombre debe tener igualdad de oportunidades, sin distinción de raza o sexo.
El referente de su pensamiento y acción se observa en esa convicción suya de que Patria es humanidad, la que nuestro pueblo materializó con el triunfo revolucionario, también con el internacionalismo y la solidaridad brindada a todos los pueblos de América y el mundo, únicamente posible por el hecho de que Fidel cumplió lo que prometió Martí.
El maestro nos enseñó a amar a la Patria, el sentido de la dignidad, el decoro y la utilidad de la virtud, el apego a la justicia y al cumplimiento del deber. Con esos postulados como derroteros, jóvenes murieron junto a su tumba en el año del centenario, como magnífico desagravio para que su memoria siguiera viva en el alma de Cuba.
Con la premisa y guía de defender su legado y virtudes, y bajo el fuego de sus ideas, los jóvenes holguineros caminamos una vez más en la Marcha de la Antorchas y en el Desfile Pioneril, para recordar a nuestro José Martí.
Las nuevas generaciones crecemos escuchando sobre la vida y obra de Martí, y como cada uno de los cubanos nos formamos una imagen idealizada; sustentada en el sinfín de virtudes que nos heredó en sus obras.
