La verdad, quieras o no, está ahí

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Para defender la honestidad está la verdad, el valor que protege la pureza en cualquier relación, que implica la actitud de mantener, sin importar circunstancia, la autenticidad en las palabras y en las acciones.

Pero hay quienes la rehúyen, prefieren no saberla, la quieren descompuesta entre mentiras, disfrazada o en el silencio, ¿a qué temen, a la verdad o a lo que pueda venir luego? Es la complejidad de los humanos.

Decir la verdad es una manera de construir relaciones duraderas, nos hace más caritativos, cercanos y nos permite corresponderse mejores en todos los ámbitos, por eso es preferible estar con personas virtuosas, quienes vayan sin rodeos al asunto, que siempre muestran el contexto tal y como es, sin pensar por el otro.

Hay situaciones difíciles como un enfermo, quien tiene la opción de conocer o no su estado, también un entorno excepcional para una madre, en determinado momento, respetar sus sentimientos o las consecuencias en ese lapso a escuchar o no la realidad, en el caso de las parejas la decisión de ocultar la legitimidad, así como lo concerniente a la amistad o entre familias sobre determinados asuntos, son decisiones complejas, hasta peligrosas como caminar por el “filo de una navaja”.

En ocasiones se piensa que no duele la verdad, sino las posibles consecuencias, al golpear duramente la realidad y el escenario es totalmente distinto a como creíamos y patentiza que todo era un error y nos habíamos estado equivocando durante mucho tiempo, al ser, en definitiva, diferente.
Pero existen personas totalmente irrespetuosas con la sinceridad, la obvian, esquivan una y otra vez, como si no pudieran parar, en un abanico de poca confianza y nos hacen sentir inseguros sobre si lo que sienten y si lo que nos dicen es cierto o es una farsa más.

El mentiroso, cuando se ve descubierto, se enfada o se hace la víctima, desviando así la atención de la falsedad y proyectándola hacia el desagrado o la tristeza y si alguien lo descubre, seguirá negándolo hasta que su historia ya no se sostiene por ninguna parte.

En muchos de los casos en consecuencia con ese negativo proceder puedes sufrir alteraciones de humor, irritabilidad, ansiedad, en constante angustia, que lacera la moral por su gran malestar emocional y puede caer en estrés.

Algunos especialistas dicen que quienes mienten tienen las pupilas ligeramente dilatadas, o están en constante tensión y casi no disimulan el nerviosismo.

A veces hay momentos de quienes prefieren una “pequeña mentira piadosa”, pero la vida demuestra la importancia de la verdad en su reinado para la absoluta confianza, quieras o no, está ahí y es mucho mejor para todos conocerla, porque con el tiempo, es mejor, aunque sea dolorosa que una llamada mentira útil.

Como afirma Charles C. Colton -1780 – 1832-, escritor inglés: “El mayor amigo de la verdad es el tiempo; su más encarnizado enemigo, el prejuicio…” Mientras Esquilo -525 a.C – 455 a.C- dramaturgo griego: “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros”. Martin Luther King - 1929 – 1968-, activista por los derechos civiles de los afroamericanos: "Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias de ningún modo es una media verdad”.

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Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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