Me enamoré hasta de su nombre
- Por Rosana Rivero Ricardo
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Nuestro amor es de larga data. Me enamoraste desde esa edad en que tuve el primer recuerdo. Es un amor de verdad, de los que duelen con la misma intensidad con que se gozan, de los que te quitan el hambre al principio y hasta el sueño cuando hay peleas, de los que no te dejan concentrar en el trabajo o te lazan al abismo de la desesperación y la angustia cuando está la posibilidad de la separación definitiva…
Yo me enamoré de ti. Es un amor de verdad, de esos que se quedan cuando las cosas se ponen difíciles, como ahora en que no podemos estirar mucho los pies, porque no nos da la sábana y el día a día es una maniobra de barco para mantenernos a flote.
Valoro tus virtudes. Entiendo tus defectos. Incluso, los olvido, porque yo me enamoré hasta de tu nombre y de cómo hueles, a veces a mar, a veces a Mariposa; y de las curvas de tu geografía y de tu calor en pleno febrero y tus fotos en Facebook con las que encantas al mundo…
Todo lo que te doy me los has devuelto multiplicado. En ti tengo un hogar, una familia, un futuro por el que tenemos que seguir luchando juntos; porque no quiero extrañarte, no quiero recordarte. Quiero vivirte. Y en un mes como este, del amor, hasta quiero ponerme cursi y decirte que duplicaremos juntos las Bodas de Oro, que quiero hacerme viejito durmiendo a tu lado y engordar con los años a costa de tu sazón criolla.
Nunca me encelo. Puedo compartirte. Hay quien te enamora con medallas o con vacunas o con libros... Hay quien te da una canción. Yo también te conozco, te siento y te prometo hacer, desde donde estoy, todo lo mejor que pueda por el bien de los dos, por el bien de toda nuestra gran familia de cubanos.
Te amo Cuba.
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