El alcohol y los jóvenes; una combinación peligrosa
- Por Isabella Ávila /estudiante de periodismo
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No acostumbraba salir mucho, pero, Carlos quería ver a Sofía. Llegaba siempre a las fiestas con la mirada perdida, procurando que no chocara con la de ella. Para superar la timidez y entrar en calor le decían: "Asere date un trago pa' que tu vea".
Carlos encontraba la cerveza amarga y el ron demasiado fuerte para su gusto; aunque sus intenciones le obligaban a hacer uso de la bebida. Terminaba la noche, con unos cuantos tragos encima, energía renovada y con Sofía de la mano.
De esa forma pasó el tiempo. Las rondas en los bares comenzaron a hacerse más largas. La cerveza ya no era amarga y el ron adquirió un tono dulce para él. La adicción comenzó de manera sutil para Carlos, el hueco en su vida y bolsillo era inminente.
Historias como esta, sobran. Muchos se escudan en el hecho de que "el ron es parte de nuestra cultura", el cubano es “bebedor por naturaleza” y justifican el consumo de alcohol como parte de nuestra idiosincrasia.
Si bien el tabaco y el ron han sido muy populares en Cuba desde tiempos de antaño. En los jóvenes el consumo de alcohol se asocia, generalmente, con la autodeterminación, el ocio y la modernidad.
Son elementos que brindan estatus en su grupo social; de esta forma es más difícil eliminarlo a pesar de las consecuencias negativas derivadas del consumo excesivo.
Algunas personas no llegan al consumo diario, pero en los fines de semana incrementan la dosis. Muchas veces, no son conscientes de su adicción, puesto que al tener una progresión lenta lo toman por costumbre.
El alcohol roba la vida y el potencial a los jóvenes, a sus familias y a las sociedades. Son claros los riesgos que entraña para la salud, los controles sobre su comercialización son mucho más frágiles que en el caso de otros productos psicoactivos. Una reglamentación más adecuada, coherente y bien aplicada en su comercio podría salvar y mejorar la vida de los jóvenes en todo el mundo.
Hoy Carlos no quiere sabores de una noche. Es de nuevo, aquel joven tímido en la esquina de una fiesta. Su futuro vale más que una botella.
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