26 de Julio: Martí como guía
- Por Hilda Pupo Salazar
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¿Por qué Martí es el autor intelectual del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de Julio de 1953?
“Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos”, manifiesta Fidel Castro en su estremecedor alegato de autodefensa en el juicio por las acciones del 26 de Julio, conocido como La Historia me absolverá.
La respuesta sorprende a todos y algunos de sus compañeros exteriorizan su emoción jubilosa con aplausos, que el Tribunal critica y sentencia que no lo repitan más, según describe la periodista y testigo excepcional de los hechos, la santiaguera Marta Rojas, lamentablemente ya desaparecida.
A quienes lo juzgan, en respuesta al porqué del asalto a los cuarteles de la tiranía, Fidel explica el único objetivo, para hacer una Cuba mejor e inspirados por el amor a la Patria: “Se nos enseñó a querer y defender la hermosa bandera de la estrella solitaria y a cantar todas las tardes un himno, cuyos versos dicen que vivir en cadenas es vivir en oprobio y afrenta sumidos y que morir por la Patria es vivir…”
Esa Generación del Centenario no deja morir al Maestro en tan notable año y fueron aquel 26 de Julio de 1953 a rescatar a Martí, cuando expresó: “El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de sus sentimientos”.
Era el valiente aporte de los dignos jóvenes para ver, definitivamente, a la sufrida Cuba libre e independiente, como lo quiso el Apóstol al organizar su Guerra Necesaria en 1895, cuando constantemente llama a la unidad contra la amenaza de los Estados Unidos y para la defensa de la soberanía definitiva del criminal yugo de España.
Ante la interpelación de los jueces, Fidel constantemente menciona con honor y orgullo a Martí como absoluta evidencia de su virtuosa formación en sus enseñanzas. En su estremecedor alegato, vuelve siempre al Héroe Nacional: “Un principio justo, desde el fondo de una cueva puede más que un ejército”, y así lo demuestra esta épica generación de 1953.
En su dominio de la prédica martiana, conoce de la importancia que siempre, el Héroe de Dos Ríos, le concede a lucha de ideas, que son “las armas del juicio”, las que vencen a las otras, de ahí la defensa del Maestro.
Desde esos duros días, el joven líder deja claro, cuando ejerce su autodefensa, que la cultura y el saber valen más que la fuerza, como se demuestra en esta histórica Causa 37 y, luego, desde el mismo triunfo de la Revolución, el 1ro de enero de 1959, en la dignidad de un pueblo de seguir siempre adelante frente a un mundo unipolar, con el más genocida y asesino bloqueo del despiadado vecino del Norte.
“...el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber, y ese es el mismo hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley de mañana”, como lo hizo, heroica y dignamente, la Generación del Centenario.
“José Martí es el único autor intelectual del asalto al Moncada”, asevera, tajante, el abogado Fidel Castro en su alegato. “Nadie debe preocuparse de que lo acusen de serlo, solo lo es el Apóstol de nuestra independencia”. Y reitera: “Que hable por mí el Apóstol… los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra”.
No hay otra razón para pensar el por qué le prohíben terminantemente, a Fidel, en la cárcel de Boniato, en Santiago de Cuba, los libros de Martí: “Parece que la censura de la prisión los considera demasiado subversivos...”, sentencia.
Quienes forman parte de la Generación del Centenario dominan el pensamiento del Maestro, conocen sus textos y se adhieren a las concepciones de su misión independentista y por eso actuaron en forma consecuente, frente a la situación provocada por el golpe militar del 10 de marzo, en el denominado “madrugonazo” de Fulgencio Batista - por ampararse en la oscuridad de la noche - para derrocar al entonces presidente Carlos Prío Socarrás.
Durante el propio juicio Fidel subraya: “Vivimos orgullosos de la historia de nuestra Patria; la aprendimos en la escuela y hemos crecido oyendo hablar de libertad, de justicia, y de derechos. Se nos enseñó a venerar desde temprano el ejemplo glorioso de nuestros héroes y de nuestros mártires: Céspedes, Agramonte, Maceo, Gómez y Martí, fueron los primeros nombres que se grabaron en nuestro cerebro; se nos enseña que el Titán había dicho que la libertad no se mendiga sino se conquista con el filo del machete”.
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