Rutinas
- Por Hilda Pupo Salazar
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La vida diaria suele estar repleta de rutinas, algunas favorecen la seguridad, economizan el tiempo, otras conforman un alto grado de desgaste, tanto físico como mental y llegan hasta “esclavizar” a personas y colectivos.
Quienes las defienden, lo hacen porque contribuyen a administrar mejor la vida, con más disciplina, al economizar esfuerzos, reducir estrés y consolidar la confianza en los diferentes escenarios.
Las llamadas rutinas productivas, en oficios y profesiones, benefician la eficiencia, porque a través de la repetición la experiencia es más sólida, porque al hacer lo mismo por un largo periodo, lo complejo resulta más fácil y hasta rápido de realizar.
Estas prácticas potencian la fuerza de la costumbre. Por repetición y al realizarse, casi sin pensarlo demasiado, “automatizas” la mente.
Otros aseguran que las rutinas aportan orden en la vida y apoyan a la organización de las tareas, tanto las priorizadas como las denominadas más sencillas.
Además, las rutinas nos permiten dominar los momentos del día más apropiados para las distintas actividades, como hacer ejercicios, tener aficiones o planificar el imprescindible sueño saludable, al no dejarlo al azar, así como poder realizar otros deseos con beneficios personales asociados.
Mientras, para otros las prácticas constantes enlentecen el procesamiento de información, reducen la atención para otros asuntos, dañan la memoria con menos capacidades creativas, además de provocar somnolencia, irritabilidad y un deteriorado estado de ánimo.
Suele convertirse en muy aburrido cualquier contexto al incrementar la monotonía de hacer lo mismo todos los días, con “cargas” muy pesadas, sin atreverse a introducir cambios para salir de las rutinas, que no se desprendan de sus acciones habituales.
Para las parejas puede ser una sepultura quedar atrapadas en mañas, al no introducir cambios de las distintas acciones de cada día, con excesos en planificaciones, sin escapadas románticas, ni agregar novedades y descuidar los detalles.
Es peligroso olvidarse de sí mismo, sin tener alternativas, cultivar el pesimismo y no lograr disfrutar sin depender de la otra persona, así como incrementar los malos hábitos, olvidarse de la organización, planificación con la relatividad necesaria para entender las diversas complejidades de la cotidianidad.
Hay que saber autoanalizarse para entender si son adecuadas o no las rutinas e introducir cambios en los momentos precisos de acuerdo con los intereses de cómo cada persona prefiere vivir su existencia.
Dice un proverbio italiano: “Si no puedes vivir más tiempo, vive más profundamente”. Mientras el pediatra estadounidense John Nigro: “Las maravillas de la vida se nos escapan por la cómoda trampa de la rutina” y el poeta chileno Pablo Neruda dice: “ Si no escalas la montaña, jamás podrás contemplar el paisaje”.
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