Cachorros: Tan lejos y tan cerca
- Por Calixto González Betancourt
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No piensen de que se trata de un capricho el apropiarme del título de la actual novela cubana para analizar el desempeño de Holguín en la LXI Serie Nacional de Béisbol. Lo cierto es que esa frase se ajusta a lo sucedido y al destino de los Cachorros en esta campaña, pues estuvieron, primero, muy lejos de la clasificación, cuando se debatían entre los últimos puestos en la tabla de posiciones y más tarde muy cerca de incluirse en la postemporada, al aparecer en el séptimo peldaño, a solo tres subseries (siete partidos) de concluir su calendario regular, pero finalmente se les escapó el codiciado propósito, para lo cual le faltaron dos victorias.
Cualquier examen objetivo y justo de lo hecho por ese plantel debe encomiar primeramente el esfuerzo, disciplina y el persistente intento para materializar un positivo resultado, por parte de peloteros y directivos, a pesar de diversos contratiempos, de cómo fueron capaces de recuperarse de un muy malo primer tramo y llegar después hasta ilusionarnos con los play offs.
Por eso estimo meritoria la actuación del equipo holguinero y su noveno lugar (39-36), aunque nos quede un sabor de insatisfacción, por aquello de que se pudo más, al quedar tan cerca de la meta.
Hubo un mal de origen, al enfermar la mayoría de la nómina de COVID-19, poco antes de comenzar la Serie, que trastocó la preparación final, previo a la competencia, lo cual explica en un principio la insuficiente forma físico-técnica que mostraron la mayoría de los jugadores y por consiguiente los fallos en la mecánica de bateo y defensiva y con mayor énfasis en el pitcheo.
Es cierto que en última instancia la barrida que le propinó Granma resultaría un golpe definitorio, sin embargo, pienso que la clasificación no fue posible por tantos juegos perdidos al principio, varios de los mismos con posibilidades de éxito, para un pobre primer tercio (8-17), pues en los dos siguiente (17-8 y 14-11) los resultados fueron favorables, aunque observen que hubo una curva de ascenso y luego, en algunos casos, de cierto descenso, como puede apreciarse, por ejemplo, en el bateo (del uno al tercer tercio): averages de 276-318-290, respectivamente.
También en carreras anotadas: 122-182-129 e impulsadas: 104-169-121, en bases robadas y cogido robando: 7-6, 16-6 y 9-11. En otros acápites se vieron mejorías continuadas en cada tercio, como en el pitcheo (promedio de cl/p): 6.89- 5.54 - 4.00; jonrones conectados: 18-25-26; defensa: 973 (26 errores), 976 (24) y 980 (18). En general, bateo 295 (noveno), pitcheo 5.49 p/cl (duodécimo) y defensa 976 (segundo), lo más relevante entre los renglones de juego.
Pitcheo, el renglón que más daño hizo, con mayor fuerza en el primer tercio, si vemos cada juego, aunque siempre fue un pesado fardo sobre la cabeza del mentor Héctor Hernández. Muy pronto se fue a bolina una gran parte de la distribución de funciones en el cuerpo monticular y hubo desorden en ese índice, como consecuencia de la inefectividad de los pítcheres.
De los asignados como abridores, en un inicio el único de rendimiento estable fue Rubén Rodríguez (4-6 y 4.41 p/cl, 304 le batearon y 1.59 whip), después con dolencias y bajó su comportamiento, mientras el relevo estuvo peor. Al final, entre los iniciadores, respondieron Wilson Paredes (diez ganados y siete perdidos; 4,87 p/cl, le batearon para 300 y whip de 1.60) y el zurdo Uberleydis Estévez (6-2; 4.06; 243 y1.56). Luis Ángel Gómez (1-4; 6.92; 327 y 1.73) al principio aceptable, luego descendió y se lesionó; por debajo de lo esperado, Yusmel Velázquez (1-3 y 6.38) y José Sánchez (3-5 y 6.23).
Michel Cabrera.
Como relevista estelar, Michel Cabrera (10-5 y seis salvados; 3.87 p/cl, le batearon para 294 y whip de 1.40), quien tuvo su consagración y aparece en la preselección nacional sub-23. Predominó lo negativo en el pitcheo relevo, con sustitutos de aisladas provechosas salidas al montículo. Sigue sin mostrar sus atributos Enmanuel Chapman, pero se vieron otros jóvenes con innegables facultades por limar y desarrollar.
Nunca antes tuvo Holguín una mejor alineación que la presentada en este torneo, si nos atenemos al potencial de calidad y oficio de sus bateadores, fortalecida con el regreso de Edilse Silva (average 322, 10 jonrones y 55 carreras impulsadas) y Máikel Cáseres (313; seis y 44), el despunte definitivo de Yasiel González (327; 16 y 57) y el mejor año de Franklin Aballe (308,10 y 38), acompañado de un excelente mascoteo; 29 cogidos robando y 14 le robaron.
Yasiel González. Fotos: Carlos Rafael.
Destacan el bateo de Yordan Manduley (361, cuatro y 36), el aporte de Michel Gorgüet (340, ocho y 35) y la bien aprovechada oportunidad de Edward Magaña (301, cuatro y 29), mas en varias ocasiones no hubo correspondencia del nivel de esa alineación con la oportunidad para batear y producir carreras.
No puede obviarse las limitaciones por lesiones de algunos bateadores. Cáseres, jugó afectado en toda la campaña, aun así contribuyó con el bateo como tercero y resolvió el problema de la antesala. Jorge Luis Peña, debido a dolencias estuvo lejos de aportar lo que él puede y ausente de la alineación en la parte final del calendario. Laindel Leyva resultó muy útil al elenco en la defensa de varias posiciones y Adriel Echavarría mostró credenciales en el campo corto.
Se persistió con Yéison Pacheco , a pesar de no recuperarse de su baja ofensiva. En estos casos está demostrado que se daña al equipo y al destacado pelotero, al no poder dar lo que quiere y necesita su colectivo, sin embargo, reconocer en Yéison su regreso a la defensa de la segunda base, lo cual hizo con mucha dignidad.
Algunos peloteros merecieron más oportunidades en circunstancias apropiadas, como el jardinero Leandro Aguilera (un hit en tres veces al bate). Si hurgamos en cada partido, seguramente detectaríamos acciones que no parecieron adecuadas, jugadas no realizadas para buscar carreras o la tendencia a veces al juego conservador; dejar en el montículo a un lanzador más allá de lo aconsejado o la falta de cambio oportuno de un bateador, pero todo eso entra en el campo de las decisiones de la dirección, que pueden ser polémicas, acertadas para uno y lo contrario para otros.
Considero positivo el regreso al timón de mando de Héctor Hernández, quien con sus conocimientos y personalidad impuso su sello de autoridad, disciplina y cohesión al equipo.
Es de esperar que la dirección del plantel y directivos del béisbol realicen sus valoraciones, para determinar qué cambiar o enfatizar en entrenamientos y estrategias para la próxima Serie; jugadores posibles continuantes y lo que deben dar paso a nuevas promociones. Holguín avanzó con respecto a los años anteriores más recientes y no debe haber retroceso en la siguiente temporada, sino un salto mayor como espera su pueblo.