En busca del Vellocino de Oro

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comentario ania 1Fábrica de cigarros Lázaro Peña, en Holguín. Foto: Alexis del Toro

Qué hace a la Empresa Estatal Socialista una potencial mejor alternativa? Pregunta mi editora y me “sugiere” argumentar la respuesta en solo 70 líneas, caracteres Times New Roman y tamaño 14 y yo temo hablar de economía, ciencia viva y llena de vasos comunicantes, cuyos resultados casi nunca son una simple suma aritmética, sino operaciones de números complejos o de conjuntos difusos.


Más sí, ciertamente, la historia de la empresa estatal cubana está signada por el antiguo mecanismo “ensayo-error”, con sus virtudes y sus defectos, que nos ha llevado desde los 80’, que comenzó la rectificación de las tendencias negativas de nuestra economía, hasta la situación actual permeada por la compleja crisis mundial, el reordenamiento, el Bloqueo y la pandemia.


Mucha agua ha corrido bajo los puentes hechos para encontrar el “vellocino de oro” empresarial que visibilice a nuestras entidades en este mundo competitivo donde se aboga, para mí con una dosis de realidad irrebatible, que el camino es una gerencia más descentralizada, facilitadora de procesos de cambio y aprendizaje organizacionales.


comentario ania 2Empresa Agroindustrial Ceballos, Ciego de Ávila. Foto: Cubadebate

Sobre el éxito de esos modelos hablan, alto y claro, los resultados económicos actuales de China, Vietnam y Japón, concentrados en la búsqueda de ventajas competitivas sostenibles, con estructuras flexibles, equipos de trabajo (de diferentes tamaños) con capacidad y autonomía y sobre todo una dirección de la calidad basada en la gestión por procesos.


Como tabla salvadora, relacionada con nuevos aires de progreso, llegó en los 90’el Perfeccionamiento Empresarial, que traía el aval de haber funcionado como reloj suizo dentro de las FAR, pero que, a la larga, se diluyó un poco en su extensión gradual al resto de la economía nacional y el surgimiento de distorsiones, casi todas relacionadas con marcos regulatorios casi asfixiantes.


No obstante, esta experiencia sustentaba la autogestión financiera, mayor autonomía de las decisiones, permanente revisión y mejora continua de los sistemas de gestión, simplificación de procedimientos y estructuras al interior de la empresa y particularmente la construcción del “traje a la medida” para cada entidad, aunque en muchos lugares se transformó en “sal y agua”, como el cuento de la Sirenita.


comentario ania 3Fábrica de combinadas cañeras “60 aniversario de la Revolución de Octubre”. Foto: Claudia Arias

Por las repercusiones del 11 de septiembre de 2001 en el sector turístico, las tensiones en la balanza de pagos y la combinación de incumplimientos de los aportes en ingresos en divisas con aumentos de gastos en MLC en algunas entidades, entre otros factores, el contexto propenso a la descentralización de los noventa e inicios del siglo XXI comenzó a dar signos de reversión y en esos vaivenes de la economía, para las empresas, se sustituye el vocablo “autonomía” por la ambigua expresión: “autonomía controlada”.


Es en este contexto que se inicia la actualización del modelo económico cubano, porque durante años nos ha lastrado la desvinculación entre los procesos de investigación y desarrollo y la práctica empresarial, la lenta y escasa introducción de resultados, el formalismo en las relaciones contractuales, donde el arbitraje estatal no cumple su papel de mediador en los litigios entre empresas, pero sobre todo por la implicación formal e insuficiente de los colectivos laborales en las decisiones empresariales.


En este último asunto quiero detenerme, pues es uno de los principales retos de la Empresa Estatal Socialista, ya que vivir en una suerte de “cultura de la operatividad”, en función de las urgencias del plan, que en la práctica es la única forma de planificación y la pasividad, a la espera de las decisiones de niveles superiores, lacera el sentido de pertenencia de los trabajadores, quienes deben sentirse como verdaderos accionistas en su entidad, con sus cuentas claras y los ingresos correspondientes según sus aportes.


Por ello, para propiciar un mejor desempeño de las empresas, se han aprobado diversas medidas durante los últimos años destinadas a establecer el marco legal, saneamiento financiero, delimitación, más que separación de las funciones empresariales y estatales, así como la revisión del tamaño de las entidades y sus estructuras organizativas.


Resaltan entre estas trasformaciones la unificación monetaria y cambiaria, el desarrollo de la banca, cambios en el sistema de planificación vigente, incluida la reducción de los indicadores directivos; las políticas e incentivos para la innovación; la sustitución de importaciones y la exportación y los sistemas de remuneración y otros incentivos al trabajo.


Creo que habrá que pensar también en el estudio de experiencias internacionales en el manejo, regulación y gobierno de las empresas del Estado, pero también observar entidades nacionales y provinciales, que han demostrado cómo la eficacia gerencial puede hacer la diferencia entre esfuerzos y resultados, en empresas de un mismo sector de negocios y en igualdad de condiciones.


También es indispensable el esclarecimiento, en la práctica, de qué se entiende por medios fundamentales de producción, en qué proporciones debe arrogarse el Estado la propiedad sobre estos medios y en qué ramas específicas de la producción y los servicios debe prevalecer el Estado como propietario.


No hay que tenerle miedo al concurso de todos los actores económicos en la escena nacional. Existe un universo de oportunidades como la inversión extranjera, la privada de nacionales, residentes o no, e incluso la capitalización de empresas estatales en sociedades por acciones, pero antes de avanzar en ellas hay que desplazar al viejo modelo de reservar espacios monopólicos y segmentos del mercado para “determinadas” empresas.


Para llegar a ser el auténtico “vellocino de oro” y la mejor alternativa posible, la Empresa Estatal Socialista de Cuba, debe promover la innovación, como vía de aprendizaje para adaptarse a nuevas circunstancias y proporcionar, con efectividad operacional, bienes y servicios, según las necesidades y expectativas siempre cambiantes de sus clientes. Mientras no lo logre este propósito seguiremos implicados en un desgastante mecanismo de “ensayo-error”.

 


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