S.O.S. para “descoronar un virus”

Ya hacía nueve meses que estabas en China, literalmente. Recuerdas cuando supiste del contrato de trabajo. Diste brincos más altos que cuando te montabas en los zancos para actuar y bailar en el Teatro Guiñol de Holguín. Tú, Aleander Rojas Fernández, decidiste enfrentar el reto y conocer el país de donde provienen casi todos los inventos del mundo.

La Casa del Lírico

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La obra se desarrolla en el flamante Teatro “Comandante Eddy Suñol”, en su Sala Principal. Está completo el lunetario. El público ha ido elegantemente ataviado, como ha acostumbrado a asistir, durante 8 décadas, al coloso de la cultura holguinera. Repican las tres campanadas. Se apagan las luces de la sala. Se abre el telón…

María Luisa Clark no es ahora María Luisa Clark. Es HannaGlawari, La Viuda Alegre. Sale con su pericón, lo agita y, sin dar una nota, el teatro se va abajo. El público la aplaude. Entendido en el tema sabe que lleva bien puesto el sobrenombre de “La Voz de Oro de Cuba”.

Ella agradece el aplauso, el mejor premio para una artista. Y agradece también a Raúl Camayd, fundador y director del Lírico, quien la atrajo a la agrupación en el año ´69, donde se mantuvo hasta su jubilación en el 2011.

Pero la obra en sí no son las casi tres horas que puede durar La Viuda… La pieza comienza mucho antes y termina mucho después. El protagonista, el verdadero, siempre fue el teatro. La escuela de María Luisa fue su escenario.

“Imagínate que nosotros montábamos dos y tres obras al año. Raúl nos tenía en jaque. Si no aprovechábamos por la mañana o por la tardecita para ensayar, debíamos esperar a que se acabara la última tanda, porque cuando aquello el teatro era cine también. Nos cogía a veces las cinco y pico de la madrugada en el teatro. Esa era también nuestra casa”.

María Luisa recuerda muchas anécdotas que le sucedieron en el teatro, pero “una vez me tuve que incomodar. Fue en una de las temporadas de La Viuda… En el ensayo de la mañana me percaté de que había un huequito en el escenario. Me preocupó, porque a cualquiera se le podía quedar enganchado un tacón, que cuando aquello sí usábamos pullas.

“Me dijeron que lo iban a resolver, pero en la noche del estreno, salgo muy oronda con mi pericón y caí en el hoyo. Aquello fue en la mismísima salida de La Viuda, lo primero que hace el personaje. Yo trataba de zafar el tacón y nada.

“A todas estas seguía cantando, pero con genio. Hay una parte de la canción que dice `capitaaaaaal´. No es por nada, pero yo daba un clase de La Bemol en ese momento. Dice Raúl Camayd que ese fue el la bemol más grande en la historia que él escuchó.

“Logré quitarme el zapato que siguió en el hueco. Orlando Coréestaba cantando y le hice señas para que lo sacara del hoyo. Él lo intentaba, lo halaba y no podía. Fue una experiencia incómoda sobre el escenario, pero el públicose pirtió muchísimo”.

La última vez que María Luisa estuvo en el teatro sintió nostalgia. Mas es dichosa, porque su generación llegó a ser la mejor de Cuba en el teatro lírico. “Fue una época maravillosa. Teníamos en el Suñol un público fidelísimo. Hasta el tercer nivel del teatro, que le decían el gallinero, se llenaba. Las colas eran larguísimas. Doblaban por el Museo de Ciencias Naturales y llegaban hasta el Conservatorio de Música.Tuvimos muchos éxitos en toda Cuba y en varios países, pero mi mejor aplauso fue en el Suñol”.

 

María Dolores Rodríguez es hoy la directora del Teatro Lírico Rodrigo Prats. Sobre el escenario da las indicaciones pertinentes al joven elenco que interpretará próximamenteLa Viuda Alegre.

Más de una vez ella fue La Viuda y Cecilia y María La O y tantas otras. El secreto de sus éxitos los guarda el Suñol y también todos los aprietos que nunca descubrió el público, como aquella vez en el ensayo general de “Cecilia Valdés”:

“El director de la puesta era Alberto Dávalos. A él le encantaba que nosotros saliéramos del público. Yo era Cecilia y debía correr por un pasillo de la sala del teatro. Nelson Martínez era José Dolores Pimienta, y venía corriendo por el otro. Ambos tenemos serios problemas de visión y no podíamos actuar con espejuelos.

“Yo le decía:`José Dolores, ese matrimonio no puede efectuarse´. Cuando él sale corriendo le grito: `A él no, a ella´.Sube al escenario y, pensando que mataba a Leonardo Gamboa, le metió una puñalada a otro personaje. Mató al que estaba en la derecha y se murió el de la izquierda. Morimos de la risa”.

De otros sucesos ha sido protagonista el mismísimo teatro, que han puesto a prueba los nervios y los vértigos de Lola. “Meponían en un columpioy se suponía que me bajaran hasta el escenario, pero se quedó a la mitad.Tuve que cantar encaramada a medio teatro y esperar a que cerraran el telón para que alguien me sacara de allí”.

Susto mayor aquel día, previo a la inauguración oficial del teatro en 2011, luego de una década cerrado. “Aquella noche actuaría Frank Fernández. Sus técnicos acababan de ubicar el piano eléctrico sobre el escenario.

Estaban probando el sistema contra incendios y alguien abrió una llave. Cayó una cortina de agua como la mismísima cortina del Suñol. Menos mal que está en el borde del escenario y no en el centro, donde se ubicó el piano. Fue un verdadero bautizo”.

Dice Lola que elSuñolpone a prueba a los cantantes: tiene un problema de acústica desde sus orígenes, porque nació como cine. Sin embargo, “el que conquista este coloso, puede cantar en Cuba entera”.

“El Suñol es nuestra casa. Ahí nacimos todos: el Lírico, la Orquesta Sinfónica, el Ballet de Cámara, Codanza, Alas Buenas, Palabras al Viento…Todo va a parar al Teatro `Suñol´, porque es la casa mayor de la cultura holguinera”.

Loreta Rodríguez se estrenará como solista del Teatro Lírico en muy poco tiempo. Ya luce como laValencienne de la opereta La Viuda Alegre, el personaje que baila can can, hace splits y demandará de ella además buenas dotes histriónicas y vocales.

El retono le quita el sueño. Es muy joven, pero lleva 11 años en el canto lírico. Cuando entró como estudiante, el “Suñol” estaba en reparación. Pero después de julio de 2011 las cosas cambiarían. Aún padece los mismos sentimientos de la primera vez que actuó en el teatro.

“Da miedo antes de salir, cuando estás en la pata, arreglándote el vestuario. Pero cuando sales es otra cosa, te sientes dueña en ese momento de la escena. Cuando el público reacciona a lo que tú estás haciendo es el premio a tu esfuerzo.

“A Alejandro Millán, nuestro coreógrafo, le gusta ponernos coreografías muy grandes. Al principio se me olvidaban los movimientos, porque siempre está el sustico ese. Uno trata de empatar con el otro, mira al que está al lado;pero sí se suda frío y el corazón se te pone a mil”.

Loreta ya no es Loreta. Es Valencienne. Cantará y bailará. Estará muy concentrada, atenta a sus vínculos con el resto de los personajes, a la escena para ver lo que está pasando, a la siguiente actitud que tendrá la Valencienne.Después será Cecilia o la Viuda o María La O y enfrentará los mismos retos que María Luisa y María Dolores para recibir los aplausos del público, fiel, exigente, conocedor; para conquistar el coloso de la cultura holguinera.

El Teatro Eddy Suñol acoge hoy las presentaciones de la cuarta y más novel generación del Teatro Lírico de Holguín, integrada por los niños de la Compañía Voces de Ángeles.

 

Créditos:


Periodista: Rosana Rivero Ricardo

Fotografía : Carlos Rafael y  Cortesía de las entrevistadas

Video: Ernesto Herrera Pelegrino

Edición: Yani Martínez

Desarrolladora web: Yeni Nogueira

Una familia teatral

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Mire, periodista, la historia es larga, larga, larga… Deja ver si la casetera me da vuelta atrás, porque ya tengo 82 años. ¿Mi nombre? Hipólito Velázquez Sanciprián. Sí, sí, como no; yo fui por muchos años tramoyista del Teatro Eddy Suñol, desde el ´67 hasta que me jubilé a los 60 años.



Yo empecé en el oficio enderezando clavos en los teatros de La Habana. Soy natural de Fray Benito, pero como repartía propaganda clandestina, tuve que poner pies en polvorosa a principios del ´57. Allá en la capital vivía un hermano mío que ya era tramoyista del Ballet de Alicia Alonso. Él me ayudó a abrirme camino.
Poco a poco, como buen observador, le fui cogiendo el carácter al trabajo de tramoyista, que es el técnico que le da movimiento al escenario de un teatro que se compone de telón de boca; bambalinón; patas, que son cajones a los laterales; telón de fondo; bambalinas y otros muchos elementos.


De enderezar clavos me pasaron a abril el telón de boca, que hasta para eso hay que saber. Actualmente los hay eléctricos, pero todavía quedan muchos que abren y cierran a mano, halando la soga. En el Suñol se hacía así. En sí, no hay que hacer mucha fuerza. Eso tiene su complejidad, su maña, solo hay que cogerle el ritmo.

Cuando pasó lo que le voy a contar ya tenía diez años de experiencia. Vino a La Habana el que era entonces director de Cultura de la antigua provincia de Oriente, buscando un tramoyista para el Teatro Lírico de Holguín, a solicitud de Raúl Camayd.
En Holguín no había quien trabajara en ese oficio. Estaba el teatro como tal: el escenario, la pantalla del cine -porque en ese entonces era cine- las cortinas, pero eso estaba ahí, fijo de por vida.

Aunque ya tenía mi familia formada en La Habana, con mi esposa y mis tres hijos, decidí venir. Exactamente el 2 de octubre del año ´66 caí yo en Holguín.
Sí, como no, había buenas condiciones técnicas en el teatro para trabajar. Y después que yo llegué mejoré aquello, porque no estaba completo. Le faltaban muchas cortinas. Después empezamos a formar un equipo, para echar pa´lante la parte técnica del Teatro Lírico. El primer luminotécnico que tuvimos ahí fue Héctor Pavón, el esposo de María Luisa Clark.

Al año traje a mi familia y nos mudamos para la parte de atrás de la sede del Lírico que estaba desocupada. Mi hija Grisel Velázquez, la más chiquita tenía como seis años y todavía se acuerda de esa época. ¿No es verdad, mija?
Sí, papá. Fueron 17 años viviendo en ese lugar. Levantarse en las mañanas con el Teatro Lírico cantando fue una experiencia maravillosa. Así toda la familia se introdujo en el mundo del arte.



Tuvimos el privilegio de conocer a Camayd, compartir con él, aprender de él y su esposa Náyade Proenza y todos los integrantes del Lírico en esa etapa.
Vimos la Antología de la Zarzuela Española y todas las obras que presentó el Lírico como María la O, Luisa Fernanda, Los Gavilanes. Eso me enriqueció artísticamente.

Actuar desde pequeña en el Suñol como intérprete en el Festival de la Canción Infantil y ahora dirigir mi Compañía para niños, Ronda de los Sueños, en las galas que realizo en este propio teatro, para mí es sentirme viviendo en ese mismo lugar.
A veces añoro esa época, pero por suerte, hemos mantenido la tradición. Mi hermano Jorge Luis, ha sido por años el operador de sonido del Teatro Lírico. Mi padre es mi mejor maestro y me sigue orientando. Y mi madre trabajó muchos años como portera en el Teatro, pero también fue corista del Lírico. Dile que te cuente su historia.

¿Vas a apuntar mi nombre? Delia Fonseca Oro. Bueno, la verdad, la verdad, yo no estaba muy de acuerdo en venir de La Habana para acá, pero cuando llegamos, mi familia aumentó con todos los integrantes del Lírico.



Era un ambiente maravilloso. Yo recuerdo que Camayd entraba e iba derechito para la casa de nosotros a tomar café. Y así hicieron casi todos los artistas que se presentaron en el Teatro Suñol en aquella época, como Elena Burke, René de la Cruz, Esther Borjas... Mi casa se me inundaba.
Mi primer trabajo en serio, cuando los niños estaban grandecitos, fue en el Hospital Lenin. Por cosas de la vida tuve que renunciar y entonces fue que empecé de acomodadora de sala en el Suñol y luego me pasaron de portera. Ahí estuve hasta los 65 años, cuando me jubilé.
Pero lo primero, primero que hice en este Teatro fue ser corista del Lírico. Trabajé hasta en La Viuda Alegre.



Ahora que tú lo dices, Delia, creo que esa fue una obra clave en nuestras vidas. Cuando entré de tramoyista al Lírico, recuerdo bien, bien, bien que la primera obra que monté fue esa. Hay que tenerle amor a este trabajo y experiencia, porque no es fácil.
La viuda… tiene tres actos que pueden estar pididos en dos o tres cuadros. Todo eso lleva su escenografía colgada en telones de tela o papel pintado. Hay que trabajarlo en tiempo, porque los cuadros o los actos, cuando son corridos, en un apagón de luz, que es la señal para el cambio, tienes que subir uno y bajar el otro en segundos. Y todo eso era a mano, halando sogas.




¿Qué si pasé algún apuro? Bueno, de esos momentos hay muchos. Esto que le voy a contar sucedió, si mal no recuerdo, en la zarzuela Luisa Fernanda, con el telón de boca. Estaba la orquesta en el foso tocando el opening y había que abrir el telón antes de que terminara la música. En ese momento, cuando halo la soga, se zafa una retenida del telón de boca. Automáticamente le hago seña al director de la orquesta para que continuara.

Cogí un pedazo de alambre, una pinza, subí a dos metros de altura y caminé pegado a la pared por la base por donde corre el telón de boca. Sin protección fui recostado hasta el mismo centro. Me agaché sin mirar abajo. Enganché con un pedacito de alambre la cortina. Amarré bien la soguita que abría la pieza y se abrió el telón perfectamente.

Aparte de eso salía al escenario cada vez que lo necesitaban, si hacía falta un vendedor de periódicos, por ejemplo. Incluso en La Viuda… tuve que bailar un vals, porque el bailarín que le correspondía nunca llegó. Y siendo tramoyista también fui jefe de escena del Lírico. Tenía que saberlo todo, los textos, las entradas y salidas de los cantantes…


 

Fue pasando el tiempo, me jubilé. Se deterioró el teatro y estuvo varios años cerrado. Cuando lo repararon hicieron cambios en su estructura con las que no estuve de acuerdo. Hay muy pocas cosas a mano, incluso el telón de boca es eléctrico. Si cuando aprietas el botón para abrir, se rompe, no tiene solución. Tendrías que parar todo el espectáculo para ver que defecto surgió.
¿Qué si he estado en el teatro del lado de las lunetas? Sí. Mirando y corrigiendo errores, porque cuando uno es conocedor está pendiente de todos los detalles. Y esta no es toda la historia, porque ya le digo, la historia es larga, larga, larga…

 

Créditos:


Periodista: Rosana Rivero Ricardo

Fotografía : Carlos Rafael y Juan Pablo Carreras

Infografía y Video: : Torralbas

Ilustración: Arlett Díaz y Aldo Luberta

Desarrolladora web: Yeni Nogueira

 

Una Revolución con Carácter

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Aniversario tras aniversario, crece el significado de lo ocurrido en 1961, durante la primera derrota del Imperialismo en el continente americano. Girón tiene de pólvora y morteros, de dientes de perro y ciénaga.

Una operación enemiga con nombre de personaje de Disney (Pluto), creada por la CIA y con la anuencia del gobierno estadounidense, trató de echar abajo la Revolución. Exbatistianos, terratenientes, burgueses y personajes antisociales se insertaron en el contingente mercenario, entrenado en distintos sitios, incluso por militares del Ejército yanqui.

Abel Diéguez y Tomás Vidal tenían solo 20 años por esa época y se conocían de la zona de Las Minas de Melones, actualmente municipio de Rafael Freyre. Ambos pertenecían a fuerzas revolucionarias que participaron en la defensa del territorio nacional, agredido desde el mismo 15 de abril, cuando aviones terroristas bombardearon objetivos nuestros, a fin de eliminar la reducida técnica aérea de la Isla.

“Fidel, el 16, declara el Carácter Socialista de la Revolución y yo estaba acuartelado esperando órdenes. Lo que no se sabía por dónde era el desembarco. El 17, durante el desembarque enemigo, esperamos, y al otro día, se reúne el Batallón completo en el Castillo de Atarés y nos entregan armamentos y municiones. En esa misma jornada, el Comandante Efigenio le habla a la tropa y plantea que, por órdenes del Comandante en Jefe, debíamos dirigirnos hacia la Ciénaga de Zapata, donde no se le podía dar tregua al enemigo, porque este quería instalar un gobierno provisional que favoreciera la intervención más directa de EE.UU.”, narra.

Agrega que “en rastras fuimos hasta la zona de combate, encabezada la compañía por el capitán Roberto Sotomayor”. En la tarde, estaban ya en la Comandancia, en el central Australia. Pararon allí, y los jefes sostienen una reunión con el puesto de mando. Se plantea que avanzarían en la noche, acercándose lo más posible a Playa Girón. Adelantaron y a las 10:00 pm se posicionaron como a cuatro o cinco kilómetros de esta.

“Al amanecer –rememora–, un avión nos ametralla, mas este cae en el central Australia, abatido por nuestra artillería. Por la parte de la ciénaga y el terraplén nuevo empezamos a tener bajas desde las 9:00 am, más o menos. Entablamos un duro combate dos horas después. Con nosotros también intervinieron efectivos del Ejército Rebelde y batallones de las milicias. Cayó en esa lucha el capitán Carbó, uno de los nuestros”.

Cruzando la carretera tuvieron unos cuantos muertos y heridos, pero ya se veían las edificaciones de Playa Girón. Una explosión de mortero lo levantó en peso (echó sangre por los oídos) y mató a un miliciano. A las tres o cuatro de la tarde observaron en Playa Girón las barcazas y los barquitos en desbandada. A las 5:10 pm, se informa, en un parte, la derrota del Imperialismo.
“En Playa Girón, me mojé los pies y hasta la cara me lavé. Nuestro Batallón fue bastante osado y los jefes tomaron aquello como un asalto suicida, con mucho valor, incluso reconocido por los propios mercenarios, quienes creían que éramos rusos o chinos. Fueron alrededor de 30 fallecidos y más de 80 heridos en nuestra fuerza”, recuerda.

“En Pálpite, se ubicó la artillería. Esa noche, y al amanecer del 18, avanzamos a Playa Larga, por una carretera rodeada de dientes de perro y ciénaga, detrás de los tanques. Comenzamos a pie y terminamos así. Los tanques nos acompañaron, yo iba en la primera compañía, pero a uno le dieron un cañonazo que le arrancó la estera. Y al segundo otro disparo le llevó la torreta. Un tercero nos ayudó y al frente de Playa Larga pudimos desplegarnos. Ahí, se produce un momento donde se silencian las armas. Ya habíamos formado una línea de combate. Sentimos cuando los mercenarios se iban retirando. Harold Ferrer era mi jefe”, añade Vidal.

Un cuarto tanque traía la orden de Fidel para cortarle la retirada al enemigo. Respiraban el olor a metralla y mar. “Vimos a los civiles que salían del área de combate y nos confirmaron la huida mercenaria. En la carretera de Pálpite a Playa Larga perdimos 17 compañeros, entre los días 17 y 18. Regresamos al central Australia y hasta la aviación nos atacó. Mis piernas sangraban, estaban lastimadas por el diente de perro (sus compañeros pensaban que lo había alcanzado un proyectil), y me llevaron a curarme. Luego se nos asigna la misión de proteger al Comandante en Jefe, en los movimientos que este realizaba en la zona de guerra; creábamos prácticamente un anillo alrededor de donde se movía, tal vez ni él sabía que lo hacíamos”, relata.

Reforzaron al Batallón de la Policía para la batalla de Girón. En la tarde del 19, se trasladan al Helechal con Fidel y de allí empiezan a salir los tanques para el asalto final, cuando el enemigo se reembarcaba. En Playa Girón, se encontraron con la fuga enemiga, integrada por grupos enteros rindiéndose y escondiéndose: “Hicimos varios prisioneros, hasta rodeamos a algunos en una casa. El mismo Fidel entrevistó a invasores en los predios de combate. Un Quinto Batallón mercenario estaba intacto en la Ciénaga y lo capturamos completo el día 20. Retornamos dos o tres días después a La Habana”.

Tanto Diéguez como Vidal ratifican que las historias de Bahía de Cochinos no quedaron sobre las arenas o escritas solamente, son lecciones de lo que es capaz de hacer un pueblo tras ver amenazada y atacada su soberanía, su Carácter Socialista. Han pasado 58 años de aquellos hechos, cuyo honor merece ser recordado cada abril.

 

Créditos:


Periodista: Nelson Rodríguez Roque

Fotografía : Elder Leyva y Archivo

Infografía : Adrian Fernández Cuba

Video :Juan Pablo Aguilera Torralbas

Edición: Yani Martínez Peña 

Desarrolladora web: Yeni Nogueira

 

Parque Eólico de Gibara

Pepito García Castañeda no solo hizo copia (para enviársela a los amigos), de la poesía que lo catalogaba como un autor “rústico”, sino también de la carta de uno de los tantos gibareños ofendidos por su libro “Así es Gibara”:

Gibara: La Villa Blanca/La Perla del Norte.
(España chiquita)
(...) poco agradecen los de Holguín a Gibara. Ni siquiera que los unimos a Gibara por ferrocarril el 31 de mayo de 1885 con el solo objeto de llevarles comida.
Los de Holguín, sin dudarlo, son enemigos nuestros que siempre han tratado de desacreditarnos. Como por ejemplo, recientemente, un seudo-escritor holguinero…

Obviando las referencias poco amistosas a nuestro lugar de origen, nos alegramos al pensar que ahora ambas ciudades están enlazadas por algo más que el ferrocarril: una línea de 33 mil voltios, en cuyo final está el Parque Eólico Gibara 1.

Liuber Díaz Batista pudiera ser el modelo de un cuadro que se titulase “Encarnación de la calma”, sin embargo, se presenta como algo mucho menos renacentista: ingeniero en automatización.

José García se mantiene sentado frente a las tres computadoras desde las cuales controla el funcionamiento del parque eólico, y aclara que su especialidad es la eléctrica.

Cuando llegamos, con ayuda de Eddy (el mejor chofer que un periodista pudiera desear), el Gibara 1 se encontraba a la mitad de su vida útil. Ellos, en cambio, estaban aquí desde el punto cero, ese en que todavía no había ni enormes aerogeneradores, ni electricidad, ni periodistas.

Lo saben todo, lo han visto todo: las torres herrumbrarse con el salitre, las góndolas resistiendo huracanes, el parque que enciende el antiguo barrio de Los Cocos. Tras la puerta, un foto de grupo de aquellos tiempos.Y la foto no engaña. Liuber, José y Piferrer tienen también las marcas del salitre, los huracanes y los pueblos que ya no existen.

Para no molestar en demasía, juramos que traemos pocas preguntas, una por cada año que tenía el parque eólico cuando llegamos allí. Ellos responden, solícitos, y a pesar de haberlo visto todo sobre el parque eólico, aseguran nunca haberse encontrado una periodista que preguntara tanto…

1. ¿Por qué Cuba apuesta por la energía eólica?
A raíz de la crisis energética de 2004 y 2005, el gobierno cubano priorizó el uso y desarrollo de las fuentes renovables de energía, para la producción de electricidad y el ahorro de combustibles fósiles. El primer parque eólico se construyó en 1999, en Ciego de Ávila. El segundo, en la Isla de la Juventud. Y el tercero…

2. ¿Por qué un parque eólico en Gibara?
Considerando que la energía eólica es directamente proporcional a la altura y la velocidad del viento, los investigadores descubrieron grandes potencialidades en las costas de Gibara, donde el viento sopla, como promedio anual, a 6,5 metros por segundo. Comprobaron también que los embates más favorables se producían entre las diez de la mañana y las once de la noche: el horario de mayor demanda para el Sistema Eléctrico Nacional.
Esa zona costera, además, era de baja altura y no presentaba accidentes geográficos que ofrecieran resistencia a los vientos. Así, la naturaleza dotó a Gibara de su primer parque eólico, que fue nombrado a la manera de los antiguos monarcas: Gibara I.

3. ¿Cómo se construyó?
En el 2005, inició el estudio exhaustivo de las condiciones de viento en la zona y al año siguiente, las excavaciones. Desde otros territorios del país se trasladó, primero por ferrocarril y luego por carretera, el equipamiento de enormes dimensiones.
Primero, se fundió la base de cimentación, en la cual se fijó la sección inferior de la torre, y a esta se le unió la parte superior mediante tornillos de alta resistencia. Una vez levantada la torre, se instaló sobre ella la góndola (en su interior radican todos los mecanismos). Las palas y el rotor se ensamblaron en el suelo y después se acoplaron a la góndola. Así quedó conformado cada uno de los seis aerogeneradores.
También hubo que instalar una red eléctrica de siete kilómetros hasta la subestación de Gibara, con capacidad de 33 mil voltios.



4. ¿Por qué es un parque experimental?
Como todo proyecto pionero, entre sus misiones está contribuir a determinar qué tecnología es más factible para aprovechar la energía del viento en la isla; crear experiencia en cuanto a “pros” y “contras” relacionados con su funcionamiento; revelar posibles errores para evitar su repetición en futuros parques eólicos.
Un extra: Gibara I es el “laboratorio” de investigaciones científicas, como las desarrolladas por el Laboratorio de Energías Renovables del Centro de Estudios CAD/CAM (Diseño Asistido por Computadora/Manufactura Asistida por Computadora), de la Universidad de Holguín.

5. ¿Qué tecnología utiliza?
La empresa española Gamesa fue la encargada de proveer el equipamiento y asesorar la instalación de Gibara I. El parque posee una potencia total instalada de 5,1 MW. Está constituido por seis aerogeneradores, modelo G 52/850, cuyas torres tienen 55 metros de altura. Arrancan cuando el viento alcanza los cuatro metros por segundo y se detienen cuando sobrepasa los 25. Cada uno costó, aproximadamente, un millón de pesos y su “esperanza de vida” es de 20 años.



6. ¿Cómo funciona?
En cuanto el anemómetro, que mide la velocidad del viento, empieza a girar y la veleta indica la dirección de la corriente, el rotor se orienta automáticamente hacia el viento dominante. El viento empuja las palas que, a su vez, mueven el rotor. Cuando este alcanza un valor mínimo de revoluciones por minuto, el aerogenerador se conecta automáticamente a la red.

Si el viento sopla con la velocidad necesaria, el aerogenerador consigue su potencia nominal (850 kW). A partir de ese momento, es preciso mantener estable esa potencia, a pesar de las variaciones de dirección, velocidad o densidad del viento. Para ello, se activan dos sistemas: el control de paso y de velocidad variable.

El primero permite variar constantemente el ángulo de las palas en el rotor, modificando la superficie que recibe el empuje del viento. El segundo, ajusta la velocidad del generador al valor que en cada momento produce mayor eficiencia en la captación de la energía, según la velocidad del viento.

7. ¿Qué beneficios aportó en estos diez años?
Beneficios para el medio ambiente, la economía del país y los gibareños…

8. ¿Quiénes trabajan allí?
Alrededor de una decena de hombres. Ingenieros en automatización, eléctricos, mecánicos… La instalación del parque puso a prueba su capacidad y profesionalidad, pues apenas contaban con experiencia en este tipo de proyecto. El 16 de febrero del 2008, cuando arrancó el primer aerogenerador, supieron que la habían superado. Varios continúan trabajando en el parque hasta hoy.

9. ¿Qué dificultades enfrentan?
A seis meses de su inauguración, la furia del huracán Ike. El resto del tiempo, el salitre, como principal contaminante. Los encargados del mantenimiento, además, deben subir los 55 metros de las torres para efectuar su trabajo. Dicen que pueden sentir cómo la góndola oscila…

10. ¿Qué pasará en el futuro?
En octubre del 2018, el sitio digital de Radio Angulo informó que gracias a un crédito otorgado por la India, se instalará un nuevo parque eólico en la localidad de Río Seco, perteneciente al municipio de Banes.
Cuba avanza en su plan de incrementar el uso de la energía limpia hasta el 24 por ciento de su generación eléctrica para el año 2030. De hecho, estudios realizados por el Grupo Eólico Nacional señalan 32 zonas en todo el país con potencialidades para aprovechar la energía eólica.

El tiempo había curado, sin dudas, las secuelas de “Así es Gibara”. Pepito, por cierto, murió 25 años después.

“No me costa que alguna vez regresara a Gibara, pero tampoco lo contrario”, escribió el periodista César Hildalgo, en su blog Aldea Cotidiana.

“Lo cierto es que cuando se supo de su muerte, un nutrido grupo de gibareños vinieron a Holguín a rendirle postrer tributo, y eso que Pepito continuó burlándose de los gibareños sin compasión de ninguna clase”.

“Esta es una anécdota que prueba lo anterior. Era Pepito profesor del Instituto de Segunda Enseñanza de Holguín y un día, al entrar al aula, dijo que había llegado un barco griego a la Villa y que las gibareñas se estaban acostando con los mariños...

“Una alumna gibareña, ofendida, se puso en pie y fue a salir del aula, pero Pepito interpuso su enorme humanidad al tiempo que le decía: Un momento, señorita, quédese y escuche la clase. No tiene que apurarse que los griegos alcanzan para todas”.

Créditos:


Periodistas: Félix Javier Batista Del Valle y Claudia Arias Espinosa

Infografía :  Félix Javier Batista Del Valle 

Edición: Yani Martínez Peña 

Desarrolladora web: Yeni Nogueira