Una familia teatral

Mire, periodista, la historia es larga, larga, larga… Deja ver si la casetera me da vuelta atrás, porque ya tengo 82 años. ¿Mi nombre? Hipólito Velázquez Sanciprián. Sí, sí, como no; yo fui por muchos años tramoyista del Teatro Eddy Suñol, desde el ´67 hasta que me jubilé a los 60 años.


A HIPoLITO01


Yo empecé en el oficio enderezando clavos en los teatros de La Habana. Soy natural de Fray Benito, pero como repartía propaganda clandestina, tuve que poner pies en polvorosa a principios del ´57. Allá en la capital vivía un hermano mío que ya era tramoyista del Ballet de Alicia Alonso. Él me ayudó a abrirme camino.
Poco a poco, como buen observador, le fui cogiendo el carácter al trabajo de tramoyista, que es el técnico que le da movimiento al escenario de un teatro que se compone de telón de boca; bambalinón; patas, que son cajones a los laterales; telón de fondo; bambalinas y otros muchos elementos.

Escenario del Teatro Eddy Suñol, en el que trabajó Hipólito por tres décadas.


De enderezar clavos me pasaron a abril el telón de boca, que hasta para eso hay que saber. Actualmente los hay eléctricos, pero todavía quedan muchos que abren y cierran a mano, halando la soga. En el Suñol se hacía así. En sí, no hay que hacer mucha fuerza. Eso tiene su complejidad, su maña, solo hay que cogerle el ritmo.

Cuando pasó lo que le voy a contar ya tenía diez años de experiencia. Vino a La Habana el que era entonces director de Cultura de la antigua provincia de Oriente, buscando un tramoyista para el Teatro Lírico de Holguín, a solicitud de Raúl Camayd.
En Holguín no había quien trabajara en ese oficio. Estaba el teatro como tal: el escenario, la pantalla del cine -porque en ese entonces era cine- las cortinas, pero eso estaba ahí, fijo de por vida.

Aunque ya tenía mi familia formada en La Habana, con mi esposa y mis tres hijos, decidí venir. Exactamente el 2 de octubre del año ´66 caí yo en Holguín.
Sí, como no, había buenas condiciones técnicas en el teatro para trabajar. Y después que yo llegué mejoré aquello, porque no estaba completo. Le faltaban muchas cortinas. Después empezamos a formar un equipo, para echar pa´lante la parte técnica del Teatro Lírico. El primer luminotécnico que tuvimos ahí fue Héctor Pavón, el esposo de María Luisa Clark.

Sistema de luces actual del Teatro Eddy Suñol, desde una vista exclusiva de los tramoyistas.

Al año traje a mi familia y nos mudamos para la parte de atrás de la sede del Lírico que estaba desocupada. Mi hija Grisel Velázquez, la más chiquita tenía como seis años y todavía se acuerda de esa época. ¿No es verdad, mija?
Sí, papá. Fueron 17 años viviendo en ese lugar. Levantarse en las mañanas con el Teatro Lírico cantando fue una experiencia maravillosa. Así toda la familia se introdujo en el mundo del arte.


GRISEL


Tuvimos el privilegio de conocer a Camayd, compartir con él, aprender de él y su esposa Náyade Proenza y todos los integrantes del Lírico en esa etapa.
Vimos la Antología de la Zarzuela Española y todas las obras que presentó el Lírico como María la O, Luisa Fernanda, Los Gavilanes. Eso me enriqueció artísticamente.

Actuar desde pequeña en el Suñol como intérprete en el Festival de la Canción Infantil y ahora dirigir mi Compañía para niños, Ronda de los Sueños, en las galas que realizo en este propio teatro, para mí es sentirme viviendo en ese mismo lugar.
A veces añoro esa época, pero por suerte, hemos mantenido la tradición. Mi hermano Jorge Luis, ha sido por años el operador de sonido del Teatro Lírico. Mi padre es mi mejor maestro y me sigue orientando. Y mi madre trabajó muchos años como portera en el Teatro, pero también fue corista del Lírico. Dile que te cuente su historia.

¿Vas a apuntar mi nombre? Delia Fonseca Oro. Bueno, la verdad, la verdad, yo no estaba muy de acuerdo en venir de La Habana para acá, pero cuando llegamos, mi familia aumentó con todos los integrantes del Lírico.


C DELIA


Era un ambiente maravilloso. Yo recuerdo que Camayd entraba e iba derechito para la casa de nosotros a tomar café. Y así hicieron casi todos los artistas que se presentaron en el Teatro Suñol en aquella época, como Elena Burke, René de la Cruz, Esther Borjas... Mi casa se me inundaba.
Mi primer trabajo en serio, cuando los niños estaban grandecitos, fue en el Hospital Lenin. Por cosas de la vida tuve que renunciar y entonces fue que empecé de acomodadora de sala en el Suñol y luego me pasaron de portera. Ahí estuve hasta los 65 años, cuando me jubilé.
Pero lo primero, primero que hice en este Teatro fue ser corista del Lírico. Trabajé hasta en La Viuda Alegre.


El Teatro Eddy Suñol, segunda casa de Hipólito y la institución cultural más importante de la provincia de Holguín


Ahora que tú lo dices, Delia, creo que esa fue una obra clave en nuestras vidas. Cuando entré de tramoyista al Lírico, recuerdo bien, bien, bien que la primera obra que monté fue esa. Hay que tenerle amor a este trabajo y experiencia, porque no es fácil.
La viuda… tiene tres actos que pueden estar pididos en dos o tres cuadros. Todo eso lleva su escenografía colgada en telones de tela o papel pintado. Hay que trabajarlo en tiempo, porque los cuadros o los actos, cuando son corridos, en un apagón de luz, que es la señal para el cambio, tienes que subir uno y bajar el otro en segundos. Y todo eso era a mano, halando sogas.

InfografiaHipólito Velázquez conoce, como a la palma de su mano, cada rincón del monumental Teatro Eddy Suñol, representante del estilo Art decó. Un equipo de ¡ahora! digital le invita a que usted también conozca por dentro al palacio de los sucesos culturales en Holguín, a través de esta infografía:


¿Qué si pasé algún apuro? Bueno, de esos momentos hay muchos. Esto que le voy a contar sucedió, si mal no recuerdo, en la zarzuela Luisa Fernanda, con el telón de boca. Estaba la orquesta en el foso tocando el opening y había que abrir el telón antes de que terminara la música. En ese momento, cuando halo la soga, se zafa una retenida del telón de boca. Automáticamente le hago seña al director de la orquesta para que continuara.

Cogí un pedazo de alambre, una pinza, subí a dos metros de altura y caminé pegado a la pared por la base por donde corre el telón de boca. Sin protección fui recostado hasta el mismo centro. Me agaché sin mirar abajo. Enganché con un pedacito de alambre la cortina. Amarré bien la soguita que abría la pieza y se abrió el telón perfectamente.

Aparte de eso salía al escenario cada vez que lo necesitaban, si hacía falta un vendedor de periódicos, por ejemplo. Incluso en La Viuda… tuve que bailar un vals, porque el bailarín que le correspondía nunca llegó. Y siendo tramoyista también fui jefe de escena del Lírico. Tenía que saberlo todo, los textos, las entradas y salidas de los cantantes…


Ilustracion

 

Fue pasando el tiempo, me jubilé. Se deterioró el teatro y estuvo varios años cerrado. Cuando lo repararon hicieron cambios en su estructura con las que no estuve de acuerdo. Hay muy pocas cosas a mano, incluso el telón de boca es eléctrico. Si cuando aprietas el botón para abrir, se rompe, no tiene solución. Tendrías que parar todo el espectáculo para ver que defecto surgió.
¿Qué si he estado en el teatro del lado de las lunetas? Sí. Mirando y corrigiendo errores, porque cuando uno es conocedor está pendiente de todos los detalles. Y esta no es toda la historia, porque ya le digo, la historia es larga, larga, larga…

 

Créditos:


Periodista: Rosana Rivero Ricardo

Fotografía : Carlos Rafael y Juan Pablo Carreras

Infografía y Video: : Torralbas

Ilustración: Arlett Díaz y Aldo Luberta

Desarrolladora web: Yeni Nogueira

 

Escribir un comentario