De la perplejidad a la impotencia: ¿Realidad virtual de nuestra isla?
- Por Dr.C Luis Orlando Aguilera García*
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La imagen de ese tránsito perverso no es de este servidor, sino de un importante escritor latinoamericano. Pero me vino a la mente en estos días al leer sobre las dificultades que se han generado con la “explosión” de clientes que acceden a los servicios de las tiendas on line en la isla. Dicho escritor llamaba la atención sobre esa especie de síndrome fatal del latinoamericano, que al mismo tiempo que queda perplejo y maravillado con las tecnologías que casi a diario aparecen por todas partes, se reconoce incapaz de ser creador de alguna de ellas. Del síndrome de la perplejidad a la impotencia, así quedaba bautizado.
Hoy, las tiendas virtuales centran la atención y despiertan ese sentimiento de impotencia ante lo tecnológico avanzado. ¿Será un problema tecnológico o humano? ¿O ambos a la vez?
La isla tiene suficiente talento formado en la mayoría de las áreas del saber, incluyendo las tecnológicas, e incluso en aquellas áreas del conocimiento que levantan el velo que oculta los problemas sociales que dañan el comportamiento eficiente de las tecnologías.
El asunto de las tiendas virtuales en tiempos de la COVID-19 (y en cualquier otro tiempo social) es en Cuba un problema de envergadura nacional, no de un ministerio ni de una cadena de tiendas. Por tanto, el primer paso sería quitarnos la chaqueta institucional, ministerial, empresarial, y recabar el apoyo de quienes se han formado en ese mundo del comercio electrónico en nuestras universidades, y de conjunto con grupos de trabajo en cada provincia, encontrar las mejores opciones tecnológicas para que la red funcione como lo hace en la inmensa mayoría de los países del mundo.
Pero lo tecnológico no es solución para problemas de carácter organizativo. Si usted tiene un departamento “chapuceramente” organizado y lo informatiza (chapucería es una palabra que hemos escuchado usar a nuestro Presidente, al referirse a algunos de nuestros problemas y suscribo esa imagen pues me parece exacta) usted tendrá como resultado una “chapucería informatizada”, pero que nunca dejará de ser una chapucería. Es lo que pudo apreciar el autor de estas líneas, en la tienda que ha visitado como cliente en dos ocasiones. Hay que organizar el flujo de esa cadena de servicios para poderlo incorporar a la gestión del comercio electrónico, y en organización de procesos, también en Cuba hay miles de ingenieros y doctores en ciencias técnicas muy bien formados.

Y, por último, suscribo la apreciación del lector de Juventud Rebelde que publicó su vivencia con el mercado Cuatro Caminos. La contabilidad es una disciplina que carga muchas décadas de formación de profesionales en Cuba. En esa situación que se ha tornado frecuente, que coloca a los clientes en la realidad de que lo que compró y pagó, no existe y le devolverán su dinero, puede haber mucho hacer de humano y no de tecnología. Bien podríamos estar ante una nueva especie de coleros-acaparadores-revendedores tecnológicos.
Se conoce muy bien cómo se gestionan los inventarios en los almacenes. Hay mucha ciencia constituida para eso. Y si un producto sale de almacén, aunque sea por camino virtual, de inmediato se le da baja de los inventarios, por lo que no debe aparecer como opción de compra más adelante. Y eso suele suceder justamente con los productos más demandados.
Resolver los problemas de las tiendas virtuales y de las conexiones a internet, y de todos los propósitos tecnológicos en que nos enfrasquemos, no es para Cuba sólo una tarea de desarrollo, ni de empresarios o de tecnólogos, es un problema de legitimar la eficiencia de nuestro socialismo ante el mundo y ante nuestro propio pueblo.
Nuestro Presidente lleva meses, y más aún, insistiendo en el programa de informatización del país con todos los organismos, y ahora que se torna un problema de seguridad del pueblo ante la COVID-19, resulta que no estaban creadas las condiciones, no se esperaba esa explosión de clientes, y no se puede responder a la demanda por lo que salimos con soluciones de última hora y sobre la marcha, una vez creado el problema. Hace años nuestro General de Ejército Raúl Castro Ruz llamaba la atención sobre aquella gran verdad de que nos alertaba nuestro Apóstol: gobernar es prever.
Cómo nuestros empresarios no pudieron prever que algo así era lógico que ocurriera, como ocurrió con la 3G, y con las ofertas de 30 para 30 que hace ETECSA y que termina en las manos de los revendedores, esa lacra social que lucra no con la escasez de productos, sino con nuestra incapacidad para organizar los servicios a la población.
En mi humilde opinión, cada vez que podemos evitar que un servicio a la población genere una cola, le ganamos una batalla al imperialismo. Y si no lo hacemos, perdemos credibilidad no sólo ante los cubanos. Duele ver como usan las imágenes de nuestras colas los medios masivos de manipulación al servicio de las oligarquías y el imperio.
Ganémosle de una vez la batalla a las insuficiencias tecnológicas, a partir de alianzas basadas en el conocimiento más avanzado en todas las áreas del saber, en las que lo social es el hilo conductor, porque en Cuba todo desarrollo ha de implicar mejora de calidad de vida del pueblo. Cuba ha demostrado en toda su historia que si se pudo, si se puede y si se podrá.
*El autor es profesor investigador de la Universidad de Holguín, especializado en Estudios Sociales de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación.
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