Parra: El Héroe número 11

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Fotos: Alexis del Toro

En una de las paredes del salón donde transcurrió esta agradable conversación llama la atención una frase encuadrada del Comandante en Jefe Fidel Castro, que es, sin dudas, una oda a quienes militan en el grupo de los impacientes y apurados, de quienes siempre presionan para que las cosas se hagan bien y muchas veces tratan de hacer más de lo posible.

Quienes conocen a Reinaldo Parra Ávila coincidirán conmigo en que esta alabanza le viene como anillo al dedo a quien desde el pasado 28 de abril ostenta el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Para sus compañeros y afiliados al Sindicato de Trabajadores Civiles de la Defensa la satisfacción es doble, pues es el primero de este gremio en recibir la Medalla Estrella de Oro, que responde a un decreto presidencial a propuesta del Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

Más de 50 años de trabajo consagrado y altruista avalan la entrega del alto reconocimiento al Jefe de la Brigada de Electricidad en la Empresa Constructora Militar (ECM) número 2, en Holguín, responsabilidad que desempeña casi desde su llegada, “aunque lo de jefe no me lo creo mucho, porque mando poco y me entrego al trabajo a la par de mi gente”, asegura.

En sus orígenes está, con certeza, la simiente del hombre recto, humilde, con una devoción admirable por el trabajo: “Soy de La Jíquima, en el municipio de Calixto García - cuenta - . Bien jovencito trabajé en una brigada de cítricos, de la cual fui su cabecilla.

“Mi padre fue muy trabajador, tenía 95 años y todavía labraba la tierra. Murió de 98. Fue un ejemplo, se dedicó siempre al trabajo para criarnos. Éramos 11 hijos. Yo salí del campo pero la mayoría de ellos se quedó allá, donde teníamos un pedacito de tierra. Somos una familia ejemplar, pobre, pero ejemplar”, enfatiza.

Asegura ser de poco hablar: “Quien habla mucho, trabaja poco”, afirma. Pero conseguimos “rescatarlo” de su introversión para que nos contara sobre su largo pacto de unión con la ECM: “Entré a la empresa muy joven, como soldado, después de cumplir el servicio militar. Estuve dos años frente a una compañía, el que estaba como jefe de pelotón me seleccionó para pasar un curso en La Habana, como electricista o chofer, pero me decidí por la electricidad.

“Estuve hasta el año 1970 en el curso, fui el mejor expediente y secretario de la juventud. De ahí regresé y comencé la batalla. Cuando llegué ya me tenían formada la brigada porque el hasta entonces jefe se jubiló.

“Desde entonces he participado en la construcción de casi todas las obras de gran magnitud en Holguín, Guantánamo, Mangos de Baraguá y toda la parte oriental del país. Son obras fortificadas y en función del teatro de operaciones militares y el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo del personal de las FAR.

“Por esos años, 70 y 80, estábamos amenazados por el enemigo y hacía falta muchas de esas estructuras. Por eso me pasaba tiempo fuera de casa, cuatro meses en un lugar, seis meses en otro… Fueron años difíciles porque no se contaba con los equipos que hay ahora, y ser electricista de estas estructuras tiene sus características”.

De esta etapa Parra arrastra una insatisfacción: “En dos ocasiones me movilizaron para llevarme a cumplir misión internacionalista en Angola, pero el director que tenía la empresa entonces no me dejó ir. Decía que era imprescindible, pero era mentira, porque si me iba seguro otro haría mi trabajo. Estaba en Sao Arriba, allá por los '80, listo para irme, cuando se aparecieron unos compañeros a buscarme. El jefe habló hasta con Espinosa (General de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa Martín) para que no me citaran más y así fue, pero yo quería ir”.

Sobre el líder histórico de la Revolución Cubana confiesa: “Fidel no debió morir nunca, por su grandeza, se le extraña”. Tiene en su vida otros dos referentes: el General de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa Martín y el General de Brigada Alberto Díaz Martínez, director general de la Unión de Construcciones Militares (UCM).

“Espinosa no debe acordarse de mí, pero ha visitado mi casa, y me bautizó como El viejito. Cuando llegaba a una obra el que estaba casi siempre para atenderlo era yo. Es un gran general, honesto, sencillo.

“Alberto, cuando todavía no era un jefe grande, vino a coger experiencia en una obra muy importante, se iba conmigo para el trabajo, si yo permanecía en la obra hasta las 12 de la noche, ahí estaba el también. Todavía dice que lo que sabe me lo debe a mí, y lo dice con franqueza, es un gran compañero”.

El Héroe Nacional del Trabajo número 11 de la provincia de Holguín está jubilado desde el 2010, pero se recontrató hasta el 2022. A sus 74 años y una dolencia que no le permite hacer cuanto desea, asegura estar loco por incorporarse al trabajo nuevamente y aportar seis o siete años más: “Me gusta lo que hago, el trabajo ennoblece y fortalece. Entre las cosas que me atraen de esta empresa es el respeto por el hombre y su trabajo, todos los meses salía vanguardia”.

Tiene también de inventor. En su extensa hoja de servicios a las FAR consta su participación en 17 fórum de ciencia y técnica con varios premios relevantes. Pero dice tener la cabeza algo enredada para darnos detalles precisos sobre sus aportes. Sin embargo, recuerda que “ante la falta de recursos siempre buscábamos soluciones para que las obras no se pararan, cuando faltaba el teipe utilizábamos nailon como cinta adhesiva”.

Se define como un hombre serio, orgulloso de su familia, de su hijo natural y otras dos de crianza, de su nieto, “un joven respetuoso y responsable”, del amor todavía apasionado por su Maelia, a pesar de los 52 años de unión, de sus vecinos en el reparto Harlem, en la ciudad de Holguín, donde les quieren y respetan.

Junto a su familia.

Enaltecen su trayectoria laboral altos reconocimientos, como la Orden Lázaro Peña de Primer Grado, Medalla Jesús Menéndez, Hazaña Laboral, Servicio Distinguido a las FAR, Vanguardia en 42 ocasiones… Héroe del Trabajo de la República de Cuba: “No pensé que llegaría tan alto. Cuando el director de la ECM me dijo de preparar la solicitud le dije que no, que me sentía enfermo para meterme en esas cosas. En el acto de condecoraciones en El Laguito estuve firme, el Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, me felicitó y me deseó éxitos. El Primer Ministro elogió mis años de trabajo duro, los del sindicato me dijeron que la mejor foto, de las hechas allí fue la mía”.

Faltaron cosas por decir de este ser encantador, de hablar bajo y pausado, de poca risa y jocoso al mismo tiempo, como sus viajes como estímulo a la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de las veces que asistió a actividades sindicales importantes en la capital cubana, del por qué los proyectistas buscan su asesoría al momento de concebir nuevas estructuras…

Parra fue también formador de varias generaciones de electricistas para obras militares, otra faceta del guajirito de la Jíquima, el soldado, el electricista, el cubano sencillo que emergió hacia la grandeza a fuerza de trabajo, consagración y altruismo: “Todo se lo debo a esta Revolución que es inmensa”, agradece.


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