Mauro y su pasión por la termoeléctrica de Felton
- Por Maribel Flamand Sánchez
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Mauro Chacón Manresa no solo vio nacer y crecer la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez, de Felton, en Mayarí, fue parte proactiva de estos procesos que le permitieron también desarrollarse profesionalmente. Por eso la unión entrañable con esta planta térmica a la que consagra más de la mitad de sus 64 años de edad.
El ingeniero civil es un pilar sobre el cual se afirma es toda una autoridad para quienes hacen posible la luz desde la mayor generadora de corriente eléctrica en el país, donde asegura pasar más tiempo que en su casa y fue “atrapado” para esta entrevista improvisada, en medio del ajetreo intenso de las reparaciones de la unidad 2.
Es gibareño de nacimiento, pero se arraigó en Mayarí, sobre sus inicios en el centro económico más importante del consejo popular otrora conocido como Cayo Cajimaya asegura: “Llegué cuando los terrenos donde hoy se erige la termoeléctrica estaban aún poblados por mangles: “Apenas graduado como ingeniero eléctrico en 1981, en la Universidad de Oriente, vine a trabajar en el puerto que se construiría aquí, cuando se inició la inversión de la planta me trasladé para acá, aquí me enamoré y construí mi familia”.
Las memorias de este hombre delgado y hablar pausado están muy ligadas a la historia de esta ciudad de hierro, cuya estructura constructiva tiene mucho de su impronta, por eso narra con precisión y sin auxilio de manuscrito alguno: “Comencé con los movimientos de tierra, después llegó la construcción de la chimenea con sus imponentes 150 metros de altura.
“La fundición de estas bases -indica la armazón de concreto sobre la cual descansa la turbina de la unidad 1- cada una se llevó alrededor de tres mil 500 metros cúbicos de hormigón. Fueron siete días con sus noches fundiendo de manera consecutiva porque este tipo de construcción no puede pararse.
“La losa que soporta la chimenea tiene más de 600 metros cúbicos de hormigón y debajo de la tierra tiene 32 pivotes de 20 metros de profundidad. Como los proyectos son checos mi función fue como inspector, revisar y mantenerme al tanto para que las cosas se hicieron según los planos.
“Participé en el montaje de la unidad 1, luego vinieron la 2 y los emplazamientos de los 24 motores fuel oíl aquí en Felton y el acoplamiento de los 10 motores fuel oíl en Moa. Después fui a Venezuela donde asesoré el montaje de cuatro baterías de fuel, más recientemente llegaron los mantenimientos de la unidad 1 y ahora trabajo en la 2”.
-¿Considera su trabajo menos importante que el de un especialista de la parte técnica?
“La parte más gruesa de una unidad generadora de corriente es la tecnológica, pero la civil es importante porque se van deteriorando las edificaciones y debe dársele mantenimiento. La turbina, por ejemplo, es una parte fundamental de la termoeléctrica, pero está montada sobre una losa de más de 700 metros cúbicos de hormigón y un piso de 13 metros de alturas, cuando se quemó el bloque 1, en el 2016, se tuvo que restaurar esa losa para montar la nueva turbina.
“Fue un trabajo duro que requirió la reproyección de esa inmensa base de hormigón, hacerle pruebas a los materiales, que deben tener características muy específicas, y finalmente rehabilitarla para que pudiera soportar la nueva turbina”.
-¿Por qué lo consideran una autoridad?
Calla por unos segundos, su rostro sereno manifiesta sorpresa ante la interrogante. Le confieso que fue Osmel Maturell, el director general, quien le reveló este detalle a la prensa, entonces responde con timidez: “Pienso que por los muchos años en la planta, procuran y doy mi opinión en las soluciones y toma de decisiones, ayudo en los trabajos aunque no sean de mi especialidad. También hay aportes sobre cómo simplificar el trabajo y hacerlo más económico, en la sugerencia de materiales sustitutos cuando no están los indicados…
-¿Tantos años de permanencia ininterrumpida, noches de desvelos ante situaciones emergentes, aportes, soluciones sólo pueden ser fruto del apego, de la existencia de un sentimiento especial hacia esta industria?
“Te puedo decir que supe cuánto quiero a esta termoeléctrica cuando se quemó la unidad 1”. Los recuerdos traen humedad a sus ojos, la emoción lo enmudece por breves segundos, cuando logra reponerse, narra: “Estaba trabajando en el emplazamiento de fuel en Moa, cuando regresé a los dos meses y vi el edificio aquel negro por el humo y todo desbaratado me dieron ganas de llorar, ¡Que felicidad cuando lo vi restaurado nuevamente!”
-¿Dicen que la chimenea fue su gran reto como ingeniero?
“Todas las obras son importantes, la chimenea fue difícil, se fundió día y noche sin parar, hubo complicaciones porque el último anillo no fraguaba bien y tuve que subir para solucionarlo, parece que no se utilizó la dosificación correcta y hubo que demoler esa parte, estábamos a 84 metros de altura.
“Pero más difícil fue la sala de máquinas por su volumen mayor de trabajo. La chimenea es solo un objeto de obra, la sala de maquina tiene varios: losa inferior y superior, más los compartimientos, además requiere estar muy alertas durante las fundiciones por los muchos detalles”.
-Piensa ya en la jubilación, ¿está el relevo asegurado?
“Cada ingeniero civil recién graduado que llega a la termoeléctrica tiene mi apoyo, pero esta fuerza fluctúa mucho, llegan y se van al poco tiempo. Ahora apadrino a un muchacho que sí promete.
“Pero sí, estoy pensando en la jubilación, veremos qué pasa el año próximo cuando cumpla los 65 años”.
A lo mejor, para el año que viene, Mauro consiga desvincularse de una de sus grandes pasiones. Mientras tanto continúa enfrascado para que cada una de aquellas moles de hierro (caldera, turbina, generador…) conserven firmes las bases sobre las que están asentadas, como le corresponde al consagrado y comprometido ingeniero civil que es.
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