¡Aquel agosto-1986 de Wálter !

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Walter arencibia ajedrez

El Gran Maestro holguinero Wálter Arencibia nunca podrá olvidar aquel agosto de 1986…En ese año ya acumulaba en su expediente ajedrecístico actuaciones en tres primeras ligas y una liga superior (fases segunda y final, respectivamente, del Campeonato Nacional, donde se discutía el título de Cuba), cuatro “Capablanca” y dos torneos Radio Rebelde.

En el XXI “Capablanca” (1986) ganó el Grupo Maestros e hizo su segunda norma de Maestro Internacional. Llegó el momento de su gran prueba. Como monarca juvenil cubano, Wálter se había ganado el derecho de representar a este país en el “Mundial” de esa categoría, en agosto de 1986, en Gousdal, Noruega.

Con la eficaz ayuda de su entrenador, el maestro internacional Ramón Huerta, se preparó calladamente durante un año para ese magno evento. Soñaba, pero al mismo tiempo se acondicionaba para que el sueño pudiera materializarse.

Antes de partir para Noruega, afirmó modestamente que lucharía para quedar entre los 10 primeros. “Si nos ateníamos a su ELO de entonces, no debía pasar de un puesto entre el 15 y el 20, dentro de un conglomerado de 60 trebejistas procedentes de 55 naciones, entre ellos un Gran Maestro y ocho Maestros Internacionales”, según relató más tarde el periodista Jesús G. Bayolo en el suplemento LPV, de Juventud Rebelde, donde también comentó: “...en la tercera ronda le tocó nada menos que el único GM de la justa, el noruego Simen Agdestein. Nunca le había ganado a un GM. Tenía tablas con grandes maestros cubanos y había perdido con el yugoslavo Milcrad Knecevic. Pero ahí llegó su hora: derrotó a Agdestein, en partida que a la postre resultó decisiva”.

A su regreso de Noruega, Wálter me explicó: “Desde la primera ronda me desenvolví bien y me mantuve muy cerca de los líderes, y cuando llegó mi penúltimo cotejo sabía que si le ganaba al peruano Julio Granda –mi rival inmediato– podía aspirar a uno de los tres primeros puestos y logré derrotarlo”. Pero antes de referirnos al desenlace comentado por Wálter, recreemos la actuación de Arencibia en el XXV Campeonato Mundial Juvenil de Ajedrez, siguiendo la narración de Bayolo, un destacado especialista del juego ciencia en el campo periodístico: “... estaba muy bien ubicado... pero cayó en la ronda siguiente (después de superar a Agdestein en la tercera fecha) ante el maestro internacional sueco Hellers, ex campeón juvenil europeo, en partida que estaba a todas luces por el criollo. Realizó una novedad teórica en la Defensa Grunfeld y quedó totalmente ganado. Pero la misma euforia le hizo trasponer un orden de jugada y tuvo que declararse vencido.

“El empate de la ronda siguiente le hizo bajar hasta cerca de la mitad de la tabla. Comenzó el ascenso: un triunfo, unas tablas, otro triunfo, y se acercó algo a los líderes. Dos tablas seguidas le hicieron guardar cierta distancia de los de la punta.

“Pero entonces ocurrió la explosión cubana: Wálter conquistó dos victorias sucesivas, y ante la última ronda la situación era la siguiente: en primer lugar, Klinger y el subcampeón soviético –de mayores– Euvgueni Bareev, ambos con nueve puntos. Eran escoltados por Agdestein y Wálter, ambos con 8,5.

“El sistema Suizo va enfrentando siempre a los ajedrecistas de similar puntuación y les tocó en la ronda de la verdad batirse entre ellos cuatro: Wálter y Agdestein llevaban negras frente a Klinger y Bareev... ¡pero triunfaron! Eso provocó el abrazo entre ambos en el lugar cimero.

“Era la primera vez que Wálter Arencibia ascendía a la cima... pero era además la última ronda. Subió en el momento preciso: se acabó el torneo y el muchacho de 19 años, que por su ELO ocupaba el lugar 18, fue proclamado el vigesimoquinto campeón mundial juvenil, ya que en la partida con Agdestein había triunfado (aquella tercera ronda...). Puede decirse que este fue -en aquel tiempo- el más fuerte “Mundial Juvenil” de los últimos años. Y el holguinero enfrentó a los mejores ajedrecistas con excepción de Bareev. Triunfó en buena lid: reluce su corona como Príncipe del ajedrez”.

Wálter me agregó más tarde: “Fue muy tensa mi partida final contra Klinger; al derrotarlo yo sabía que tenía una de las primeras posiciones, pero debía esperar por el fin del encuentro Agdestein-Bareev, que fue muy extenso y ambos se vieron apremiados por el tiempo; el primero con más habilidad... se llevó el triunfo... en ese momento pensé en mi Patria, en Holguín, en todos los que habían contribuido a mi formación como ajedrecista”. En la sala de juegos fue felicitado por sus rivales, en un gesto que consideró muy deportivo y sincero; también recibió el caluroso reconocimiento del público presente.

La repercusión y el revuelo por ese éxito fueron tremendos, especialmente en Holguín, por dos motivos, primero: el nuevo Campeón Mundial Juvenil era holguinero y segundo: en esta tierra el ajedrez tiene mucho arraigo, tradición y mueve a miles de personas. Al otro día de su llegada a la Ciudad de los Parques (22 de agosto de 1986) reseñamos : “...estamos realmente en un momento estelar del deporte que tiene como máximo protagonista a Wálter Arencibia, ¡bienvenido, Campeón!”
 
Calixto González Betancourt
Author: Calixto González Betancourt
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Master en Comunicación Social, Licenciado en Periodismo. Especializado en temáticas deportivas. Responsable de la Columna “En esta Serie” por más de 30 años.

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