Céspedes, sin claudicar

  • Hits: 2373

cespedes 01

Sin jamás claudicar, ni renunciar a uno solo de sus principios, el Padre de la Patria cae en desigual combate contra las tropas colonialistas españolas, el 27 de febrero de 1874 y, como solo saben hacer los grandes, entra para siempre en la historia de Cuba con la cabeza descubierta.

Defiende hasta sus últimos segundos de vida que la unidad del mando era la salvación de la Revolución; que la diversidad de jefes, en vez de acelerar, entorpece los movimientos. Él tenía un fin rápido, único: la independencia de la Patria, como precisa José Martí al analizar estos acontecimientos.

Quitarle al pensamiento revolucionario su unidad, corresponde para Martí, que se perdieran, voluntariamente, su poder y su fuerza, por eso está por encima de todas las diferencias.

Céspedes, abogado y terratenient, inicia la guerra de liberación contra España el 10 de octubre de 1868, al liberar a sus esclavos, en la finca La Demajagua, en la actual provincia de Granma, y los invita a luchar por la independencia de la Patria.

Con el grado de mayor general del Ejército Libertador ocupa, en abril de 1869, la presidencia de la República en Armas, con el fin de llevar la guerra a todo el país desde un proyecto opuesto a las ideas reformistas, anexionistas y esclavistas.

Pero es víctima de la desunión por tensiones y discrepancias con miembros de la Cámara de Representantes y, lamentablemente, lo destituyen el 27 de octubre de 1873, en el campamento Bijagual de Jiguaní, en la actual provincia de Granma, al imponerse intereses personales, ambiciones y la altivez.

Y como si fuera poco lo privan de ayudantes y escolta que, como expresidente depuesto le corresponde y, además, lo obligan a marchar a la saga del gobierno.

En su virtuoso andar por los montes llega a San Lorenzo, en el corazón de la Sierra Maestra, donde el 27 de febrero de 1874 cae, estoicamente, sin renunciar a uno solo de sus principios, en una emboscada realizada por el Batallón de Cazadores de San Quintín, a quienes combate solo con su revólver.

Carlos Manuel de Céspedes queda para siempre en la historia de la Patria como el hombre del 10 de octubre de 1868 con el Grito de Yara, el primero en darle la libertad a los esclavos, en levantarse contra la opresión colonial, en iniciar la exclamación de: ¡Viva Cuba libre! y en reivindicar el derecho de Cuba a la libertad, y para su pueblo es el Padre de la Patria.

Demuestra su grandeza en el primer combate de la bisoña tropa que se esparce y con Céspedes quedan unos pocos combatientes. Alguien, desalentado, afirma: ¡Todo se ha perdido! Pero con gran entereza responde: ¡Aún quedan doce hombres: bastan para hacer la independencia de Cuba! Como lo repite Fidel en Cinco Palmas, en 1956, después del desembarco del Granma.

Es un revés la primera acción de la guerra mambisa, pero Céspedes, con su intransigencia, continúa y el mundo conoce del inicio de la Revolución Cubana.

Desde entonces y más ahora, el crisol de la unidad de la Revolución jamás puede descuidarse y a lo largo de la historia ¡qué precio tan alto se paga por la desunión! Ante los actuales y futuros retos la unidad es nuestra principal arma estratégica, superior a todas las causas y hay que defenderla, así como construirla constantemente, sin el menor descuido, como exhorta Raúl: Cuidarla como la niña de los ojos.

Rodobaldo Martínez Pérez
Author: Rodobaldo Martínez Pérez
MÁS ARTÍCULOS DE ESTE AUTOR
Máster en Comunicación Social, autor del blog Holguín Ahora.

Escribir un comentario