Cumplir con el deber

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revolucion cubana

El mágico paradigma de la ética revolucionaria vive entre los cubanos, desde el Primero de Enero de 1959 y, es una de las espadas, que jamás puede dejarse caer.

Desde entonces, Cuba despierta admiración y respeto por casi todo el mundo, con muestra de cariño y constante solidaridad, tanto por el valor de desafiar al mayor imperio del mundo como por la conciencia ciudadana de sus hijos.

De ahí que en estos tiempos complejos debe tenerse la mayor alerta para el cultivo, cuidado y preservación de la ética, de la conciencia revolucionaria, moral socialista, valores y principios ante los actuales asomos de sellarlos, como gran peligro para la sociedad que queremos de independencia, soberanía, orgullo y que nos merecemos.

La inquietud debe ser permanente cuando conviven errores, hasta evidentes, en las prácticas profesionales, en los oficios, el maltrato en instituciones, inseguridad ciudadana, corrupción, robos en entidades y viviendas e indisciplinas de todo tipo en aceras y calles que anteriormente su prestigio y orden siempre fueron orgullo para nacionales o visitantes.

A pesar de todo hay que hacer prevalecer el respeto insobornable a la ley, garantía consensuada de la estabilidad, del orden interno y de las normas de conducta sustentadas en la honestidad, buenos hábitos de conductas y solidaridad en todos los casos.

La ética inicia en la familia se colectiviza en la escuela e irradia en la conciencia ciudadana. Cada error no corregido en el momento oportuno repercute, con toda su manifestación, en el funcionamiento armónico del país con reflejo en instituciones, en la no solución de problemas económicos al no sanear los lastres derivados de las insuficiencias administrativas, malas decisiones, de faltas cometidas, del despilfarro de recursos humanos y materiales, así como en el consiguiente ejercicio de la armonía ciudadana como necesitamos.

Hay que apelar, aún más, a la conciencia individual y colectiva en favor del fin común para sobreponernos a las adversidades actuales para seguir edificando nuestro proyecto de nación, conjuntamente con la ética aplicada, un saber para actuar hoy en cada proyección, trabajo, labor no importa si es estatal o privado, pero necesitamos entre todos ser cada vez mejores personas y “sentir en cada mejilla en sufrimiento ajeno”.

Fidel, quien hizo de Cuba un bastión de dignidad y educa a los dirigentes en la necesidad del honor y la honradez, con su permanente labor de educador social valida que el camino de la liberación pasa por el respeto al otro y hacerse respetar como persona y como pueblo, en un mismo accionar, presididos por la irrenunciable defensa de la verdad, así como por la práctica sistemática de la crítica y la autocrítica.

Tanto Martí como Fidel, nuestros más grandes paradigmas, consideran que la maldad es un accidente y estiman altamente la posibilidad de que cada hombre sea considerado en su humanidad, reconocen y estimulan a los que cometen errores a incorporarse a las nuevas tareas, atrae a los que dudan para ponerse al servicio del deber patrio y reconocen la necesidad de educar, trabajar personalmente con todos los seres humanos.

Evalúan a la vergüenza como una de las semillas escondidas en los seres humanos, casi sin excepción, entonces hay que saber cultivar la vergüenza de los hombres, hay que saber cultivar el honor de los hombres, la dignidad de los hombres, los mejores atributos que tiene el hombre.

Por eso, a pesar de tantos problemas acuciantes, hay que convocar a los saberes y sapiencias acumuladas en tantos años de Revolución socialista para socializar más dignidad como respeto al ser humano, desde todas las instituciones y todo el andamiaje que las conforman, la conducta de sus directivos como expresión de su asimilación de las obligaciones morales hacia la sociedad y la cultura de la población para defender sus puntos de vista.

Todos los revolucionarios de corazón debemos trabajar sin descanso para elevar nuestra cultura política y hacer avanzar más el socialismo cubano como única opción para este valiente y revolucionario pueblo.

Rodobaldo Martínez Pérez
Author: Rodobaldo Martínez Pérez
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Máster en Comunicación Social, autor del blog Holguín Ahora.

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