Por el jaque mate de los problemas en la agricultura
- Por Carlos Velázquez Álvarez / estudiante de periodismo
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Daniel es un campesino que produce fongo, yuca, boniato, tomate y pepino. Luego, ante la falta de insumos y su difícil situación económica, vende una buena parte de esas producciones por la izquierda a quien mejor le pague, según él, hasta que se resuelvan los problemas en la agricultura.
Mientras tanto, la falta de control, la burocracia y el incumplimiento de los contratos también por impago han empujado a la producción de alimentos hacia un juego de ajedrez, donde las piezas negras de la irresponsabilidad buscan el jaque mate del progreso social y del bienestar de nuestro pueblo.
Por eso, como dijera alguna vez el General de Ejército Raúl Castro Ruz, es un asunto de seguridad nacional, en el cual, los frijoles son tan importantes como los cañones, idea profundamente arraigada en el programa de soberanía alimentaria que representa un desafío para la provincia de Holguín.
A pesar de ser pionera en la extensión agraria en el país, existe la necesidad de sustituir importaciones, mediante el autoabastecimiento local y la articulación intersectorial y de todos los actores vinculados a la producción, transformación y comercialización agropecuaria, en un escenario marcado por el bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU y la inclusión de la isla en la lista de estados que patrocinan el terrorismo, pues limitan el acceso a créditos externos y fuentes de financiamiento.
Aunque para el 2011 en la Isla se ejecutaba un plan de inversiones en el sector de 300 millones de pesos que creció hasta 2021, cuando el monto ascendió a 10 mil millones de pesos por la Tarea Ordenamiento; la organización para la alimentación y la agricultura (FAO) por sus siglas en inglés previó a inicios de 2023 la reducción del área cultivada por cuarto año consecutivo y su permanencia por debajo de los niveles promedio, debido a la escasez de insumos para los campesinos.
En este sentido, es necesario destacar que dichos productores además de enfrentar en tales condiciones los efectos del cambio climático por la intensa sequía, emplean biofertilizantes ante el déficit de fertilizantes químicos, venden en moneda nacional y necesitan MLC para comprar recursos, no cuentan con mercados de proveedores ni manejo de precios, carecen de fuerza laboral por la migración desde el campo hacia otros oficios en la ciudad o en el exterior y están desestimulados por la incapacidad financiera de las entidades que los contratan, expresada en la falta de incentivos y las situaciones de impago.
Pero, el llamado bloqueo interno también sigue abriendo la brecha entre la oferta y la demanda en el mercado, al no impulsar la innovación científico-técnica, paralizar el buen funcionamiento de algunas estructuras y entidades vinculadas a la producción y usar las dificultades como pretexto para desviar los alimentos destinados a la población.
Por eso, debemos corregir esas distorsiones, al eliminar intermediarios, resembrar áreas ociosas, establecer un control riguroso sobre las mismas cobrando el impuesto de la ociosidad, agilizar el proceso de entrega de tierras en usufructo y obtener fuentes de financiamiento a través del turismo y el comercio exterior.
Además, es imprescindible potenciar los polos productivos como un equilibrio entre el sector estatal y el privado, aumentar el valor de uso de las hectáreas que aún no tienen sistemas de riego, incluir la ruralidad en las estrategias de desarrollo municipal, así como elevar la espiritualidad y mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales en los consultorios, las escuelas, las formas productivas, las salas de video y el programa de la vivienda con el fin de retener y atraer la mano de obra indispensable para las labores agrícolas.
De esta manera, las piezas blancas de la responsabilidad de ese juego de ajedrez le darán jaque mate a la falta de control, la burocracia y el incumplimiento de los contratos, para que no se siga diciendo: hasta que se resuelvan los problemas en la agricultura.