Reducir riesgos

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Cada año miles de personas en el mundo pierden sus vidas por causa de la ocurrencia de desastres naturales, tecnológicos o sanitarios. Un fenómeno de esta índole además devasta, en cuestiones de minutos, los esfuerzos de años de trabajo invertidos en el desarrollo de un territorio.

Algunos estudios reflejan que durante las últimas cuatro décadas peligros naturales como terremotos, sequías, inundaciones, tormentas y ciclones tropicales, incendios, entre otros, han provocado también severos daños ambientales, así como la destrucción del sustento de muchos y de la infraestructura económica y social.

Los cálculos indican que las pérdidas económicas han crecido casi 10 veces durante este periodo, y según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, para el año 2050 las afectaciones de estos eventos ascenderán a 300 mil millones de dólares y cobrarán 100 mil vidas humanas anualmente.

Si bien en Cuba contamos con un robusto sistema de la Defensa Civil, que ha sido y es uno de los más organizados y completos dentro del proceso revolucionario, no deja de preocupar y ocupar la atención estas situaciones, más cuando nuestra ubicación geográfica nos pone en el blanco del impacto de dichos eventos y con ello, sus consecuencias.

Enfrentamos recientemente la pandemia de la COVID-19 y hemos experimentado con más frecuencia los eventos por causas tecnológicas, y otros que resultan de una mezcla de efectos, como el más reciente siniestro en la base de supertanqueros de la provincia de Matanzas, el de mayor magnitud vivido en la Isla hasta ahora.

Clara está la ganancia de conocimientos en cada uno de estos sucesos y la ruta para trabajar la mitigación de su impacto. De ahí que se preste especial atención a la reducción de riesgos de desastres naturales, un término que por la década del 60 era muy incipiente aún, sin embargo ya el Gobierno cubano promovía medidas encaminadas a la protección de la población y los recursos económicos y medioambientales.

En ese empeño vale recordar la estrategia trazada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, denominada "Voluntad Hidráulica" para hacer frente a la sequía de los años 1961-1962 y que se extendió luego del devastador ciclón Flora. A partir de entonces se construyeron numerosas presas y obras hidráulicas que contribuyeron a evitar o aminorar el impacto de las inundaciones y conservar el recurso agua para consumo humano, la agricultura y la industria. Un ejemplo más cercano en el tiempo lo constituye la recién construida presa Mayarí, en el holguinero municipio de igual nombre.

Aunque ya en Cuba se trabajaba de forma previsora, el incremento de desastres entre 1960 y 1990, obligó a la comunidad internacional a organizarse y ver la necesidad de actuar de modo diferente, no ya en la respuesta al fenómeno, sino en la manera de reducirlo, desde una manera proactiva que permitiera aminorar las pérdidas de vida y recursos.

Fue así como se desarrolló el Decenio Internacional para la Reducción de desastres naturales en la última década del pasado siglo, de lo que nuestro país tomó experiencias que tributaron al fortalecimiento del marco legal del sistema de Medidas de la Defensa Civil en Cuba, por lo que en 1997 el Decreto Ley 170 incluyó el término de reducción de desastres, entendido como el "conjunto de actividades preventivas, de preparación, respuesta y recuperación, que son establecidas con la finalidad de proteger a la población, economía y el medioambiente, de los efectos destructivos de los desastres naturales u otros tipos de peligros".

A partir de entonces, diferentes escenarios y organizaciones han abordado estos temas, como la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, celebrada en La Habana en 2014, en la que se propuso la adopción de una Agenda Estratégica Regional para la Gestión Integral del Riesgo de Desastres, que reconoce el Marco de Acción de Hyogo 2005 ( Japón).

Dicho marco plantea entre otras cuestiones, el establecimiento de la reducción de riesgos como una prioridad nacional, mejorar el conocimiento de este tema y los mecanismos de alerta temprana, desarrollar una cultura de seguridad y resistencia y reducir el riesgo subyacente en sectores claves.

Sobre esta base Cuba ha ido desarrollando un sistema de trabajo que se ha enriquecido a partir de la gestión de la reducción de riesgos, los estudios de peligros, vulnerabilidad y riesgo realizados en cada territorio, la creación de centros de reducción de riesgos con sus puntos de alerta temprana y todo un mecanismo de preparación, cuya máxima expresión es el Ejercicio Popular Meteoro.

Sin embargo, cuando hay una fortaleza en este sentido cabe preguntarse cuán preparados estamos para evitar la pérdida de vidas, medios y salud si se tiene en cuenta que el riesgo es una combinación de peligro, exposición y vulnerabilidad y que los desastres afectan de manera desproporcionada a los países de mediano y bajos ingresos.

¿Estamos conscientes todos de lo que nos corresponde hacer y cómo actuar ante un desastre de cualquier origen? ¿Conocemos lo que plantean los planes de reducción de riesgos y las medidas para mitigar las vulnerabilidades en nuestras instituciones y comunidades?

Y no me refiero a directivos o Mando, ni a reducidos grupos de personas implicadas directamente en la elaboración de estos documentos, que no deben quedar en la gaveta para las visitas, sino ser manoseados y estudiados por los trabajadores y vecinos de los barrios, pues solo así podremos crear una contención más eficiente del peligro que puedan representar los desastres y reducir su impacto en la población y el desarrollo económico.

Por otra parte y como provecho de las acciones del país para garantizar la seguridad de los grupos vulnerables como la infancia, vale potenciar estos temas en los programas escolares con el fin también de fomentar una cultura de resiliencia desde edades tempranas, que a futuro favorezca la reducción de vulnerabilidades en la sociedad ante los desastres y se puedan corregir las causas que la originan debido a la actividad humana.

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Author: Yanela Ruiz González
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Lic. en Estudios Socioculturales, periodista de la Casa editora ¡Ahora! Especializada en temas de Educación y Educación Superior Fan de las redes sociales

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