Caminar con notas de guitarra
- Por Yenny Torres
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Nueve dosis de “La vida sigue igual” frente al televisor; una inmersión a “Un hombre de verdad”, el libro; y varias horas arrancando melodías a las canciones del radio para regalárselas a su guitarra; fueron el resorte hacia la música para Manuel Helguera Muñoz, “Manolito” para todo el que le quiere.
Se presume que se debió a alguna pastilla que tomara la madre en el embarazo; pero no se supo hasta que nació.
“Si pudiera escribir mi historia, le pusiera ´Una luz para vivir´. Tenía 20 años cuando me enteré que, tras parir, alguien propuso decirle a mi mamá que había nacido muerto, para no entregarme a ella, pero mi abuela dijo NO. Fue esa respuesta luz de vida y lo que hizo que yo también diera luz para vivir a otras personas.
“Desde los 45 días de nacido me llevaron para la casa de una tía en La Habana a rehabilitarme en el hospital Julito Díaz y Frank País. Ella, mi mamá y mi abuela, las tres, para mí eran “mima”. Estuve allá hasta los 8 años que me empezaron a hacer las primeras prótesis y con unas paralelas comencé a caminar. Por la forma de mis piernas se hizo difícil”.
Por una mirada trunca
“Cuando cumplí los cinco años, a mi tía le dijeron que yo debía de ir a una escuela de niños con problemas físicos, aún con plena capacidad mental. Me troncharon, y no fue hasta que vine para Holguín que pude empezar el primer grado, con nueve años ya”.
“Como un tío mío daba serenatas y los amigos iban a la casa, lo primero que yo miraba era la guitarra; le dije a mi mamá que me comprara una, pues me encantaba la historia de Julio Iglesias y estaba entusiasmado. Como madre, que hasta lloraba por mi situación, sin pensar que tocaría, me la compró. Todo el mundo me decía que era imposible.
Escuchaba la radio y sacaba las notas a oído. A los 15 ya tocaba. Más tarde pasé un curso emergente de instructor de música y trabajé en la Casa de la Cultura de aquí.
“Creé un grupo de discapacitados, llamado Corazón del Caribe, primero de la Aclifim en el país, por eso nos facilitaron los instrumentos. Éramos cinco, yo era el director, tocaba la guitarra eléctrica. Después creé otro grupo que se llama ´Manolito y su Nueva Imagen´; pero tras la audición nacional me quedé como solista.
Manolito es fundador de la Aclifim en nuestra provincia. Fue invitado al I Congreso de la Asociación, a donde, por sorpresa y emoción de los participantes, llegó el Comandante en Jefe.
Deportista por golpe de suerte
“En pleno proceso de fundación de la organización, me invitaron a un evento de deporte en la capital para amenizar aquello. Al equipo de Holguín le faltaba gente para seguir en competencia. Rafael Figuera, quien atendía el tema en la asociación, me puso a tirar la bala, yo dije ´lo que vine fue a cantar´, pero tras entrenar un poquito, cogí medalla de plata. A raíz de eso seguí practicando un tiempo”.
Lleno por el aplauso
“En una semana de la cultura, Raúl Camayd me invitó a cantar en el Teatro Infante, alguien me comentó que el director artístico no me dejaría cantar por ser discapacitado. Sudado por estar entrenando fui a preguntarle y me contestó que no me ponía por tener canciones melodramáticas. Al comentarle, Camayd hizo que me incluyeran; pero me exigieron llevar la prótesis de brazo y no guitarra.
Fui vestido de negro a cantar “El triste”, el teatro estaba lleno, el público pidió otra, entonces como el que me seguía era trovador, me quité la prótesis, le pedí la guitarra y comencé a cantar. La gente no se volvió a sentar. Al final, quien me había puesto obstáculos me propuso merendar, pero le dije que no hacía falta, el aplauso del público me había llenado.
Pero esta no ha sido la única ocasión en la que tuvo que lidiar con incomprensiones artísticas…
“Otra vez en el programa televisivo “Música, alegría y juventud” me invitaron, pero al transmitirlo cortaron mi parte. Cuando “Todo el mundo Canta” vino a Oriente cogí el primer lugar, pero luego bajo la justificación de la Circular 68 que decía que los discapacitados no podían salir por televisión, no puede continuar.
Libre de complejos
“Cuando fui a la escuela ya iba preparado, mi prima en La Habana me vinculaba a las actividades del CDR, me criaron sin complejos, jugaba pelota, yo bateaba y mi primo corría, o era el picher.
Tengo una mujer que me ha enseñado a vivir la vida emocional, me aconseja. Dos hijos, uno de 31 y otro de 17 y una nieta preciosa. A mí me gusta lo difícil: me dijeron que no podía tocar guitarra y aprendí, que era imposible manejar y manejo, que no podía hacer el cordón de los zapatos de las prótesis y lo hago.
He tocado hasta algo de piano, por frescura mía, claro, cosas sencillas, con una sola mano. Siempre hay situaciones peores que las de uno, las cuales fortalecen.
Primero no me adaptaba a las prótesis, me caía y me paraba, rodaba escalera abajo y volvía a subir, hasta coger las muletas para batear. Mucha gente cree que soy cojo y no que me faltan las dos piernas.
Cuando me dieron un triciclo por la Aclifim, la presidenta nacional me preguntó si podía “dominarlo”… para no hacer largo el cuento, monté la moto en un camión y donde primero llegué manejando en La Habana fue a su casa.
Soy jodedor, el otro día le decía a alguien: si se me rompe la prótesis, voy al taller y en media hora me la arreglan, rómpete una pierna tú a ver si no te pasas un mes ingresado. ¿Ves que tiene su ventaja? Busco reírme hasta de mis cosas. Puse la prótesis de brazo detrás del bici taxi de un amigo para que dijera adiós con el movimiento…”
En ese momento colocó las gafas a su terminación del codo para que pareciera una cara y soltó la carcajada.
“Trabajé como portero un tiempo en el llamado Centro de Impedidos Físicos, ponía los muchachos a cantar, se divertían tanto que cuando me fui hasta lloraron por mí”.
Manolito ha trabajado en la Taberna Mayabe, en la Caverna de Los Beatles, La Periquera, en Carnavales…Cuenta con 28 años de vida artística. Ahora se presenta en Gibara, los domingos, de 6 y 30 a 8 de la noche, en el Colonial, con la peña ´Recordando el ayer´.
De lo difícil
Ahora tengo a mi madre de 80 años en un Hogar de ancianos, porque mi discapacidad no me permite cuidarla, tiene una colostomía, fractura de cadera, la verdad quisiera haberla atendido yo. La visito, e incluso canto a veces allí.
Pese a ello, Helguera es del bando de los optimistas, de los que luchan y crean. Compone canciones y vuelve reversible el sentimiento en el escenario. Tiene un montón de historias y otro de moralejas.
“La música transmite alegría y tristeza, para mí es lo más maravilloso del mundo. De chiquito, los muchachos me respetaban. Me he casado, tengo familia, moto, trabajo. No me enfermo mucho, no padezco de nada…no soy como otra persona, sino una persona más”.
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