Una mujer maravilla
- Por Yenny Torres
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Hace tiempo persigo razones, motivos, que, en medio de cataclismos cotidianos, devuelven la fe al hombre y también a la mujer. Por eso, como los cazadores de tesoros, me fui tras las pistas, cuatro kilómetros después de Velasco.
Bastó el intenso azul del local, la pulcritud y las banderas, para saber que era ese el sitio, ajustado a las “coordenadas”: CCS Felipe Gutiérrez, Comunidad El Uso.
Al final de aquel local, su “templo” sagrado, estaba Migdalia Santos Garrido, que, al decir de quienes la conocen, ni William Moulton hubiese podido crear una “Mujer maravilla” ajustada a términos agrarios, de humanismo y honradez como ella. Así que, grabadora en mano, me dispuse a abrir con preguntas cada candado de sus secretos, cada cerradura de su modestia, con la intención de desentrañar la verdadera “mina” de donde extrae su luz, su brillo.
“Soy de origen campesino, mi abuelo fue el primer presidente de aquí cuando se crearon las bases campesinas. Inicié a trabajar en pleno Periodo Especial como auxiliar de limpieza en la escuela del barrio; después, en la granja urbana estuve en la tiendecita de venta de semillas; como instructora de la Federación, atendí las zonas de Uñas y Boca; estuve casi cinco años al frente del Sindicato Agropecuario en el municipio; fui presidenta del Consejo Popular; trabajé en el Gobierno Municipal.
”Luego, como ama de casa, me integro a una brigada de muchachas que trabajan con campesinos (7 o 8 mujeres). Arrancábamos frijoles, desyerbábamos ajo, sembrábamos y recogíamos tomate, igual que los hombres. Por ocho horas de trabajo, salía a 40 pesos el día. La necesidad de organizar la cooperativa, que no tenía presidente, y ser ya delegada del barrio hizo que se acercaran a mí. De ahí salió la Migdalia de hoy.
“La cooperativa estaba en muy malas condiciones, había problemas de todo tipo; económicamente estaba en el piso, me pasé cinco meses sin cobrar, pero con funcionamiento mejoró. Antes vendía 60 toneladas, hoy vende más de 250 de cultivos varios y duplica la cantidad de asociados. Todas nuestras ventas van para Acopio, es decir, para las placitas, autoabastecimiento territorial”.
La “Felipe Gutiérrez” ha empleado grandes sumas de dinero remozando la escuela, el consultorio y la bodega de la comunidad. Una labor compartida.
“Delegada y presidenta son dos tareas que se complementan, pues la cooperativa es el centro del barrio. Tenemos un trabajo precioso con los niños, todas las actividades de ellos se las ayudamos a financiar, el 28 de Enero hacemos un matutino especial en la cooperativa, el 4 de Abril, 17 de Mayo. Atendemos los círculos de interés. Aniversario de los CDR, la FMC, aquí se conmemoran todas las fechas”.
En medio de la conversación, nos saludó una llovizna. Entonces Migdalia no se contiene -nos cogió el agua, pero esto le viene bien a la yuca-. Fue ese el instante cuando comenzó la clase.
“En esto hay que documentarse, buscar experiencia de otras cooperativas con resultados, todavía no me las sé todas; por ejemplo, las dosis de fumigación, pero hablo de quintales y toneladas, rosas, hectáreas. El contacto con el campesino da conocimiento:
“El mejor maní que se cultiva en abril, porque pare más. De las viandas, los plátanos los sembramos en junio, porque si pasa un ciclón todavía está chiquito y no se daña; si se llevan por la luna, los cultivos bajo la tierra se siembran en menguante, pues se dan mejor.
“Una los va escuchando y aprende. La calabaza ya no se puede sembrar en marzo, porque la castiga la seca y coge plaga; lo hacemos en septiembre o a finales de agosto, pues la semilla se prende en los meses de la primavera.
“Antiguamente, nuestros abuelos hacían dos cosechas de frijol al año, tiraban una maya en el portillo y volvían cuando era tiempo de recoger; pero ya no es lo mismo, se hace más resistencia a algunos productos, además, con el cambio climático tiende a subir la temperatura y eso no ayuda”.
Tras los pasos de su metodología. Cápsula de un día
“Lo primero es lo primero: soy parte de ello, si hay que chapear, Migdalia es la primera que chapea; lo segundo, el respeto a las personas, porque tengo 160 asociados (de ellos 41 mujeres) y ninguno piensa igual. No soy la jefa que manda, no digo hagan, sino vamos a hacer. Ahí está la receta. Los logros son por la ayuda de todos, tengo gente entusiasta a mi lado, un buen equipo de trabajo.
“Me levanto a las seis. La mañana comienza con mi esposo colando café, él hace el desayuno, no cocina mucho, pero esa tarea sí sale de sus manos. Mi tiempo siempre está apretadito, no hay un día que se parezca al otro, trato de visitar a mis asociados una vez al mes, porque tengo que controlar la producción, la siembra, una de las tareas fundamentales de la cooperativa.
“Atiendo los casos críticos de los vecinos, los planteamientos; a veces tengo despacho con los electores. Por la noche me acuesto pasadas las 11, no me gusta hacerlo temprano. Disfruto leer un poco, ver las redes sociales, el Facebook, a veces publico mis cositas. En las casas tenemos unas antenas de rejillas de ventilador para mejorar la cobertura y se conecta de lo más bien”.
La grandeza de una comunidad, El Uso
“De aquí no me voy para ninguna parte del mundo, en este barrio no hay ni mosquito. Cuando he tenido que salir, busco el parecido de mi gente en las personas con quien me cruzo, pues se echa de menos. Al nuestra comunidad tener solo 303 habitantes, aquí todos somos para las fiestas y todos para los velorios. Digo esto porque la unidad es decisiva.
“Me seleccionaron como delegada al Congreso cuando estaba para Villa Clara cuidando a mi hija. Había otras buenas propuestas. Cuando me llamaron para decirme, me emocioné mucho, las lágrimas vinieron a los ojos. Creo que allí hay que dejar claro que nosotros tiramos pa´ alante con lo que tenemos, pero hay que poner más atención a los insumos productivos, también a cómo nos organizamos. El sol no se tapa con un dedo, y eso es necesario para avanzar”.
Esencialmente mujer
“La mujer campesina tiene un rol fundamental, porque aunque no trabaje directamente la tierra, es un eslabón para el hombre que produce, lleva la casa, cocina a los obreros que le trabajan al marido, atiende a los animales domésticos, a la familia y todo eso es bastante difícil. Muchas de nuestras actividades están pensadas para que esas mujeres salgan un poquito, pues no es lo mismo el campo que la ciudad. Aunque a decir verdad, tratamos de ser como las demás, nos ponemos las uñas, nos pintamos el pelo. Mi Económica trabaja directamente la tierra, pero cuando va para el Banco se baña y se pone su traje y nadie dice que hace un rato estaba en el potrero”.
“Mi esposo siempre me ha alentado y ayudado, yo he sentido la necesidad de superarme para estar a su altura, pues desde que nos casamos era dirigente. Hoy creo que lo he logrado”.
A pesar de contar con pequeñas parcelas de tierra, los campesinos de El Uso se hacen sentir por sus resultados. Afortunadamente, los jóvenes de allí se inclinan por continuar la tradición. La CCS cuenta con 21 muchachos integrados en Brigadas Juveniles Campesinas, de ellos 15 son hembras, tienen un C/B y un núcleo del Partido.
“El otro día en Facebook, alguien hablaba lo que no debe y yo se lo decía -cuándo una guajira como yo soñó con tener una hija Ingeniera en Ciencias Informáticas”.
Amantísima de Fidel, sencilla, comprometida, responsable, íntegra, así es Migdalia B. Santos Garrido, Bárbara como su segundo nombre, con el sello indiscutible de la gente de campo, líder. No lo digo yo, lo dice la gente que le quiere y respeta, lo dice El Uso, su ejemplaridad y entrega. Brilla desde los sentimientos, motivo que, en medio de cataclismos cotidianos, devuelve la fe al hombre y también a la mujer.