La responsabilidad tras el estrado, bajo la toga

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Foto: Elder Leyva

Desde que se levantó está tomando medidas en la casa, le toca juicio, será largo y debe de adelantar cuanto pueda. Se arregla, se pone zapatos ligeramente altos, un collar...

Toma el estudiado expediente, sus leyes y las hojas con las notas que escribe para guiar el acto judicial.

Lleva la toga puesta. Baja la escalera junto al otro juez y el juez lego. También la acompaña esa sensación inexplicable que persiste a pesar de los años y que le demuestra que escogió la profesión indicada. En la sala todo está listo, las personas de pie. Se coloca detrás del estrado e inicia...

María del Carmen Romero Díaz es Presidenta de la sala cuarta de ejecución del Tribunal Provincial Popular de Holguín, y lleva un cuarto de siglo transitando por los complejos caminos de hacer justicia.

Detrás del martillo, el origen

“Desde que hice mis prácticas me gustó el tribunal. Cuando empecé a trabajar tenía determinación por las materias civiles, sin embargo, por necesidad de jueces en lo penal, comencé ahí y luego me gradué como especialista en esa área. El derecho penal es fuerte, invasivo por lo que representa; en nuestras manos está la libertad de las personas. Es una labor en la que no puede faltar el carácter y la sensibilidad humana”.

¿Qué cuestiones o casos la marcan más?

“Tanto los delitos económicos de connotación importante en el territorio como hechos de delitos contra la vida; pero estos últimos siempre impactan, al igual que cuando las víctimas son menores, donde, además, hay que ver la forma en que se entrevista y explora a ese niño o niña para llegar a la verdad.

“Creo que el juez tiene que dormir tranquilo. Cuando pongo la cabeza en mi almohada, por fuerte que haya sido la decisión tomada, para mí estuvo bien, porque conté con las pruebas necesarias. También actúo con la conciencia”.

La retaguardia

“Tengo dos hijos, una de 28 años, de profesión maestra, y otro de 18, quien optó por la Medicina, y ahora cumple con el servicio militar. Hace muchos años comparto la vida con mi esposo, un compañero, cómplice, con quien he tenido esos retoños maravillosos de los cuales me siento muy orgullosa. Sin el apoyo de la familia es difícil, porque una cumple responsabilidades, hay que prepararse, estudiar, con una carga de trabajo muy grande, en ocasiones se dedica muchas horas de tiempo de la casa al trabajo y a veces, ya usted sabe… se ponen medio bravitos -sonríe-.

“Nosotras somos mujeres fuertes y así lo transmitimos al hogar a veces, hasta que te dicen -no estás en el tribunal- y reaccionas.

“A pesar de llevar tantos años en la actividad y cumplir con todas las tareas, me considero buena madre, hija, esposa, porque no he descuidado a mi familia. He estado en la reunión de padres, ayudado a hacer el trabajo práctico, atendido, guiado… claro, hasta para eso se requiere apoyo, si yo no puedo, asume mi esposo.

“Cuando los hijos van a salir una siempre alerta, porque se tienen las vivencias de un juez, por las manos nuestras pasan tantos casos que solemos avizorar más de lo normal.

“Las personas que trabajamos en el tribunal llevamos una vida corriente, nos reímos, vamos a una fiesta y bailamos, compartimos, pero cumplimos con lo que nos toca”.

Cuando el marco sancionador es amplio, ¿por qué privar de libertad a alguien, ejemplo, por tres y no por 8 años o viceversa?

“No somos tribunales unipersonales. En el arbitrio judicial cuando se va a deliberar el asunto se tienen en cuenta todos los elementos que confluyen: la edad, si cuenta o no con antecedentes penales, las consecuencias, la lesividad social del suceso…En un mismo hecho, por el mismo delito, puede que las penas no sean iguales, porque el derecho penal es individualizador, tenemos que buscar qué circunstancias vamos a apreciar para cada participante. Se debe intercambiar, auto prepararse, colegiar bien con todos los compañeros. La colegiación es un acto importante en la labor del juez. También está la experiencia, los años ayudan a ser más certeros”.

En la sala de juicio…

“Hay que tener perspicacia, pues nos enfrentamos a todo tipo de personas, con mucho o muy bajo nivel, entonces cuando las partes interrogan a veces no entienden. Es ahí donde hay que intervenir para ayudar a que esa persona comprenda la pregunta.

“También velamos por la disciplina en la sala de juicio, tomamos las medidas para que no ocurra ningún incidente, dictamos a la secretaria todo el resumen de lo que dicen los testigos, prestando atención para que no se queden cosas. Es una labor compleja, pero la práctica ofrece la seguridad y habilidad de lograr celeridad sin obviar nada”.

A la hora de informar la sentencia

“A veces es complejo cuando, por ejemplo, aplicamos lo que decimos la fórmula, pensamos que la sanción posible a imponer sin prejuzgar el fallo sea superior a la que pidió el fiscal. He participado en procesos en que el fiscal viene solicitando treinta años y uno aplica ese artículo, porque hay posibilidad de aplicar la privación perpetua de libertad. Es un momento tenso, cuando las partes y el acusado no lo esperaban”.

Frente al cargo

“La sala de ejecución atiende todos los trámites legales de las personas que cumplen sanción, ya sea en reclusión o en libertad. Tiene que ver con los beneficios de excarcelación anticipada, libertad condicional, licencia extrapenal, las revocaciones a las personas que incumplen obligaciones y disfrutan un beneficio o cumplen una pena alternativa a la privación de libertad. Todas las sanciones conjuntas, rectificaciones, todos los trámites legales de las personas que extinguen sanción en el territorio de la provincia es esencia de la sala”.

Perenne participante en cursos y eventos “para mantenerse actualizada y elevar su superación intelectual”, como ella refiere. Fue delegada al Congreso de la Unión de Juristas en 2022, así como al Evento Internacional Justicia y Derecho en 2024; acreedora de la medalla “23 de agosto” por la FMC en 2019, de las medallas “Enrique Hart” y “Jesús Menéndez”, además de ser personalidad destacada de la provincia en 2022. Quizá su mayor mérito es sentir que es necesario estar donde se está.

“El juez que no sienta ese… - ¿nervio?- esa es la palabra, no ama lo que hace. Hay que abrigar eso, creer que vas a hacer algo importante, por sencillo que sea, más o menos complejo; sobre todo cuando se va a presidir, porque siempre se enfrenta a un escenario desconocido. Aunque se haya estudiado el expediente, tienes un público.

“Para mí colocarme la toga y bajar al estrado implica una gran responsabilidad, un reto, para que ese acto judicial salga con todas las garantías y transparencia que debe tener; lograr un debate que permita hacer una buena sentencia, tomar una buena decisión.

“Para que el trabajo salga lleva sentido de pertenencia, hay que amarlo realmente, sentir que el proceso que estás resolviendo hoy, aunque tengas muchos, es el único para ese justiciable, y digo así en el mejor sentido, no es solo para el acusado, sino para todas las partes. Somos servidores públicos, administramos justicia en nombre del pueblo de Cuba, como dice la Constitución de la República, por eso debemos ser transparentes, éticos. Es una tarea que lleva sacrificio y abnegación”.


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