Carlos y el oficio de cultivar en el mar
- Por Jorge Fernández / Estudiante de Periodismo
- Hits: 2470
Carlos Miguel Zaldívar Zaldívar.
Es bien conocida la magia y el misticismo que envuelve al mar. Bien se dice que a todas las personas que nacen con el privilegio de tenerlo como vecino, les cuesta desprenderse de él durante mucho tiempo.
Este es el caso de Carlos Miguel Zaldívar Zaldívar, quien en julio cumplirá 22 años de desempeñarse como cultivador de ostiones en la Unidad Empresarial de Base “Concha Azul”.
Una complicada rutina a seguir, es parte del día a día de este hombre de mar. No puede ocultar la emoción en sus ojos al hablar sobre cómo hace su trabajo.
“El cultivo del ostión es algo maravilloso. Ver cómo se pica ese gajo, o rama, y sin observar absolutamente nada, se mete en el agua. El proceso lo hacemos montados en el bote, aunque ya conocemos el nivel de la marea; son muchos años. Esto nos facilita el trabajo”.
Varios factores pueden incidir, para bien o para mal, en el desarrollo del ostión. Por un lado, la lluvia favorece el crecimiento del molusco; mientras que la brisa o un mal tiempo violento, pueden desprenderlo y lanzarlo al fondo del mar.
“Al cabo de unos 15 días ya vemos cómo el ostión se pegó. Luego lo pasamos a las áreas destinadas para ver su crecimiento y aumento de tamaño”.
Las estaciones del año, también están por entero ligadas al éxito del cultivo. Los que hacen ese oficio desde hace años, están entrenados en cuánto a cómo distribuirse, según el calendario.
“Los meses de verano son ideales para el cultivo; en los meses de frío se mantiene chiquito. Con el calor va aumentando su tamaño. Desde junio hasta septiembre, son los meses que se deben aprovechar”.
No hay descanso para los cultivadores; deben lanzarse a la mar cada día, para prever cualquier inconveniente que pueda surgir la noche anterior.
“Todos los días debemos ir a chequear el proceso. Al estar en el mar puede haber una rotura y debemos estar al tanto para remediarla enseguida”.
Luego del tiempo estimado para su desarrollo, el ostión es extraído de las granjas de cultivo y pasa por una serie de procesos hasta llegar a su destino final.
“Han pasado alrededor de dos meses, cuando el ostión cuenta con la calidad necesaria para capturarlo. Ese mismo gajo se puede volver a bajar otros dos meses, para un mayor crecimiento. Pero esto puede variar”.
“Una vez retirados del mar, los lavamos y los sacudimos. Luego se trasladan a la sala donde se realiza el desconche. Allí hay varias compañeras que se encargan de ese proceso”.
“Finalmente se envasan y se distribuyen en diferentes unidades de comercio”.
La COVID-19, a pesar de resultar un reto para todo el país, no paralizó el cultivo del ostión; solamente se perfeccionaron muchos protocolos y medidas sanitarias.
“Salimos adelante. La captura continuó normal, por supuesto cumpliendo todas las medidas, pero no tuvimos que detenerla”.
A propósito del día del trabajador de la pesca, Carlos afirma con seguridad que se puede mejorar. El trabajo bien hecho, unido al sentido de pertenencia, son dos pilares fundamentales para el trabajador de la UEB. No pone en duda, que el país seguirá avanzando.
“Cada quien tiene que estar defendiendo su pedacito; hacer lo que le corresponde. Eso es lo importante para salir adelante”.