Entrevista al pie de la obra
- Por Yani Martínez Peña
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Lo encontramos a pie de obra, no fue difícil, a pesar de las múltiples facilidades temporales que separan la entrada, del balcón en el que atornilla las barandas metálicas. Bastó decir a quién buscábamos, como si su nombre: Ramón Vega Pupo, abriera todas las puertas.
Nos recibe con una sonrisa tímida, sabe a lo que venimos, pero no cree merecerlo. Todos están felices porque es él el escogido, pero ante sí mismo, solo es un hombre que ha hecho lo que ha sido necesario en cada momento y lo ha hecho bien, como si no existiera otra forma posible.
Al pie de la obra conversamos, aprovechando la sombra que proyecta el edificio que construye en la comunidad holguinera Villa Nueva 3, la Empresa Constructora de Obras Industriales No.9, Conam, de la que es fundador y en la que ha trabajado por más de cuarenta años. En el fondo se mezclan muchos ruidos, la grúa, una concretera, la pulidora, los taladros, como si musicalizara la entrevista con la banda sonora de su vida.
“Me formé como carpintero encofrador en la escuela de construcción civil “Raúl Tamayo”, y he participado en la construcción de todas las industrias importantes de esta provincia” lo dice con orgullo y se apresura a enumerarlas recordando con exactitud los años, los compañeros, las circunstancias.

“Al terminar la escuela comencé a trabajar en la Fábrica de combinadas cañeras KTP, en la que laboré hasta su inauguración en la que estuvo presente el Comandante en Jefe. De ahí pasé a trabajar en el inicio de la construcción de la Fábrica 26 de Julio y estuve ahí igualmente hasta su apertura. Luego marché a Moa donde trabajé seis años. Transcurrido ese tiempo retorné a Holguín para incorporarme a la obra de la ampliación de la Fábrica de cerámica y muebles sanitarios.
“Ahí me encontraba cuando la dirección del país realizó el llamado para revitalizar las microbrigadas, me incorporé a ese movimiento y marché junto a otros 700 compañeros a la Capital, donde nos correspondió asumir la fase de terminación del Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez de Marianao. Guardo el periódico en el que salió la foto de la despedida que nos hicieron.
“Asumimos la tarea sin tener muchas herramientas de trabajo, así que además otro compañero y yo tuvimos la misión de convertir algunos materiales en implementos, hicimos cinceles con cabillas, recuperamos vagones en desuso, recorrimos La Habana buscando alternativas en talleres, carpinterías y gracias a eso logramos echar para adelante la obra”.
Tal vez de esa experiencia nació una de las cualidades de las que más se precia hoy día “soy un hombre que le busca soluciones al trabajo, y soy feliz con eso. Si hay una pieza, un material que no se adecua totalmente a lo que estamos haciendo, le busco la alternativa, lo modifico, pero no dejo que eso pare la obra. Y trato de inculcarle eso a mis compañeros, nada puede parar la obra.”

Ese periodo en La Habana le trajo experiencias inolvidables como la de tener muy cerca a Fidel: “Me emocionó mucho porque yo nunca lo había visto tan cerca de mí. Y esa vez estuvo como estamos ahora, conversando con nosotros en un grupo de la microbrigada en el hospital de Marianao. Estábamos trabajando y los centelleos de las cámaras fotográficas nos hicieron detenernos, cuando miramos para abajo vimos al Comandante recorriendo la obra. Bajamos a saludarlo e intercambiamos durante un rato con él. Ese día hicimos varios compromisos que cumplimos al terminar el Hospital.”
Fue en el Juan Manuel Márquez que se ganó la condición de Vanguardia Nacional por primera vez, y con ella regresó a Holguín, a finales de los ´90, más comprometido que antes de partir.
“Me incorporo al movimiento vanguardista en la construcción de la Fábrica de Cerveza de Holguín, mediante largas jornadas de trabajo voluntario, después de salir de la jornada laboral del día. En algunas ocasiones amanecíamos y de ahí de nuevo para el trabajo.”
Le sucedieron a esta, otras obras de gran envergadura como la Fábrica de Cigarros “Lázaro Peña”, la de pienso, la terminal internacional del Aeropuerto Frank País, lugares por los que hoy pasa y no puede evitar el sano regocijo: “Me da gran emoción saber que en cada obra de esas hay un pedacito mío incorporado también”
“Como los edificios de aquí de Sanfield, todos han pasado por mis manos. Los miro y pienso, toda esa carpintería que se ve ahí ha sido montada por mí.”
Y por eso se esmera en que todos a su alrededor puedan vivir esas mismas sensaciones, a su lado, los ayudantes aprenden de la construcción y de la vida.

“Mis padres fueron muy humildes, trabajadores asalariados de antes de la Revolución, que tenían que luchar muy duro todo el día para juntar un bulto de caña y con eso hacer subsistir a una familia de ocho hijos.
“Por eso me empeño en enseñarle a todos los jóvenes que llegan a la obra, sobre todo a los ayudantes que trabajan conmigo, el valor del trabajo para formar al hombre, además de ayudarlos a superarse, a dominar la técnica, para que cuando yo ya no pueda estar, tener la tranquilidad de que preparé a gente que lo va hacer igual de bien.”
No es casual el rótulo que luce en el pecho de su overol, en el que puede leerse “Maestro de la construcción”, una condición que supera al título para convertirse en una especia de código de actuación. El mismo que lo condujo al estrado, en el año 2014, para recibir el reconocimiento como Personalidad Destacada de la Provincia: “Eso fue muy lindo, y es algo que aún me regocija mucho. Tengo mi foto de ese momento en la casa y el periódico en el que salió mi nombre.”
Seguramente este, será el tercer ¡ahora! en su colección. Pero el privilegio es todo nuestro, es para estas páginas, que guardan las historias de hombres como Vega, quienes tienen en el trabajo honrado su mayor fuente de felicidad.
“El mayor regocijo es ver avanzar la obra, tanto en lo físico como en la calidad en las terminaciones, todas las obras dan gran satisfacción.
Las que llevan montaje industrial son las más emocionantes porque trabajas de acuerdo a un proyecto técnico que se va ejecutando desde el cofre de madera de los cimientos, hasta que instalan los equipos que se van a usar ahí, ves cuando los echan a funcionar y vives ese momento. Pero las obras de la vivienda igual te regocijan por su valor humano. Esas alegrías superan cualquier pequeña tristeza. Puedo decir que he sido un constructor feliz.”
Y sella la frase con una sonrisa campechana, mientras vuelve a desenvainar el taladro y pone nuevamente manos a la obra.