Estrenó "La Viuda Alegre" Teatro Lírico de Holguín
- Por Rosana Rivero Ricardo
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¡Atención! Si ha decidido entrar al Teatro “Suñol”, entre el 13 y 17 de noviembre, tenga en cuenta este aviso. El coloso de la cultura holguinera se ha convertido en una máquina del tiempo. Ocupe una butaca y volverá al París de 1910, específicamente, a la embajada del imaginario país de Pontenegro que allí radica.
Conocerá la historia de Ana Glavary, joven pueblerina sin empaques, quien sufrió primero las flaquezas del amor del Conde Danilo, a quien le faltó valor para “talar” el añoso tronco azul aristocrático. Luego enviudó a los ochos días de contraer nupcias, por voluntad ajena, con un banquero pontenegrino que le dejó la apreciable fortuna de 20 millones de pesos.
El asunto se convierte en un problema de estado, pues si se escapa tal suma del país al casarse la viuda con un extranjero, sería la bancarrota de Pontenegro. La búsqueda de un marido coterráneo para Ana agita la trama de la denominada “Reina de las operetas”, La Viuda Alegre, la cual volvió a las tablas cubanas, tras 30 años de ausencia, en versión del Teatro Lírico Rodrigo Prats (TLRP) de Holguín, bajo la dirección general de María Dolores Rodríguez.
Prevista a estrenarse en igual fecha del pasado año, cuando la compañía solo pudo presentar el avant première de la obra, y tras varias posposiciones ulteriores, finalmente La Viuda… se estrenó este 13 de noviembre. Valió la pena la espera. Así lo demostró el público que asistió a la Sala Raúl Camayd en la nocturna y algo lluviosa jornada de un miércoles, y permaneció por más de dos horas allí, sin fugarse en los intermedios.
Se aprecia en la puesta la favorable tendencia de responsabilizar a jóvenes figuras con personajes de importancia. La gran revelación fue el joven Carlos Manuel González, quien enfrentó el enorme reto de ser el Conde Camilo, personaje protagónico que alterna con el consagrado Alfredo Mas. Convenció, sobre todo, su voz, el aspecto más cuidado del TLRP. Sorprende la juventud y la aparente inexperiencia de este estudiante de segundo año de Canto Lírico en la Universidad de las Artes, sin formación previa para la especialidad en nivel medio.

González compartió escena con su profesora Loreta Rodríguez Mesa, quien asumió el personaje coprotagónico de Valencienne, infiel esposa del anciano embajador de Pontenegro. Su juvenil figura y su voz revelaron la frescura del simpático personaje que arrancó risas al público. La integralidad artística en ella converge, fórmula de éxito para el teatro musical.
Yulianni Sánchez fue la codiciada Viuda -personaje que comparte con Isabel Torres-, quien en la noche de estreno ejecutó una decorosa función, con alarde de cualidades vocales. El resto del elenco estuvo a la altura de la costosísima producción y exitosa opereta, con la cual ha brillado el Lírico holguinero.
Franz Lehar fue el compositor de la música de la obra que ejecutó en vivo la Orquesta de Cámara de Holguín junto a instrumentistas invitados, bajo la batuta del maestro Oreste Saavedra. Largas y complejas son las partituras de la pieza. A ello se añade la dificultad de seguir a los cantantes cuando, indistintamente, extienden fraseos, prolongan o abrevian pausas o explotan otros recursos, a veces sutiles, pero que siempre demuestran profesionalidad interpretativa y matices enriquecedores en los personajes. No obstante, en la noche de estreno, el conjunto salió airoso del desafío.
Toda la producción para esta puesta es totalmente nueva, con excepción de algunos elementos del segundo acto, en el cual se rescataron adornos y patrones de diseño de la que realizara Rosita Fornés en 1963 y que donara al Lírico holguinero.
Por un año trabajó el diseñador Alejandro de la Torre en el vestuario, realizado artesanalmente tras un exhaustivo estudio de la moda de la época, que lo inspiró a realizar el cambio de corte de la falda del primero al tercer acto. Exquisitos resultaron los tres vestidos de La Viuda, trabajado en incrustaciones con lazos para el primer acto; fantasía de pompones en el segundo y las famosas rosas de Alejandro para el cierre. Sin embargo, el reto para él fue el diseño de escenografía, bien logrado, aunque un tanto abigarrado en el primer capítulo, para el modesto escenario del “Suñol” y el número de artistas en escena.
La incansable labor de Alejandro Millán, director del Ballet del Teatro Lírico, fue palpable en las coreografías originales diseñadas, incluso, para el coro de la institución, no previstas en la pieza original. Por su parte, el cuerpo de baile debe continuar superándose para lograr óptima sincronización.
Particular significación tendrá la función de este sábado, dedicada a María Luisa Clark, conocida como La Voz de Oro de Cuba, soprano que brilló en el papel de La Viuda con el TLRP. Al llegar, no se siente de inmediato. Cuando abran las puertas del Teatro, sobre las 8 y 30, desfilará la protagonista con su suntuoso traje en los exteriores de la institución, iniciativa del director artístico de la puesta Abel Carballosa, quien se estrena en dicha función.
Aún quedan boletos para viajar al París de 1910 en una cómoda luneta del “Suñol” y divertirse con esta historia que lleva en su trasfondo una dura crítica al emergente capitalismo de la época y la lección universal de que el ser humano y su capacidad de amar valen más que la mayor fortuna.