Ingratitud, la gran pena del mundo
- Por Ania Fernández Torres
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Casi siempre a las 9 de la mañana la joven llama desde la reja, pregunta cómo amanecimos, verifica detalles y sus ojos cuentan la sonrisa detrás del tapaboca azul, pulcro, cuando respondo que estamos bien. Somos su responsabilidad, como el resto de la manzana, y va casa por casa, dialoga y convence, aunque es casi una niña.
Como ella más de 4 mil estudiantes de medicina se han incorporado a las pesquisas activas, días antes vino la enfermera del consultorio, que conoce al dedillo su población y a mediados de marzo un agradable joven de higiene y epidemiología con una formidable encuesta.
A otros trabajadores de salud los he visto con nobleza pura y dura irle de frente a este “toro invisible” mientras la mayoría contempla la batalla del otro lado de la barrera. Será por eso, porque he visto esos rostros y conozco el desgaste, que siento tanta vergüenza ajena cuando algunos protestan en una cola por cederle el puesto o mienten y ocultan información a ese médico que viene a salvarlos.
Es esto un asunto de “doble vía”, de dar y recibir, de reciprocidad porque resulta cierto lo dicho por el Mahatma Gandhi: “a quienes solo se preocupan por sus derechos, recordarles que también tienen deberes y responsabilidades es un acto de valor que no corresponde, exclusivamente, a los políticos”.
En medio de la situación actual, de todo lo que implica la prevención, el control, el aislamiento, el tratamiento de los enfermos con Covid-19, hay que tener una alta cuota de responsabilidad ciudadana. No es tiempo de callar síntomas, mentir sobre los contactos o falsear datos e informaciones que, brindadas a tiempo, pueden salvar una vida.
Para apoyar las pesquisas activas desde el pasado 17 de abril está disponible, sin costo alguno, una aplicación desarrollada por la UCI y los ministerios de Salud y Comunicaciones, cuyo objetivo es identificar personas que se reconocen con alguna sintomatología respiratoria y pudieran ser sospechosas de padecer la enfermedad.
La encuesta puede ser llenada por cualquier ciudadano, una o varias veces al día y la información es trasladada a los centros de dirección establecidos en las direcciones provinciales y municipales de salud, lo cual contribuye a la toma rápida de decisiones y acciones de vigilancia eficaces en el área de salud.
Hasta la fecha en Cuba se han realizado 36 mil 443 pesquisas virtuales, pero la gota que derrama esta copa es que algunos casos han resultado falsos.
Holguín por esta vía ha recibido respuestas de 3 mil 532 personas, de las cuales 81 refirieron algún síntoma o riesgo epidemiológico y 14 fueron ingresadas en aislamiento por resultar casos sospechosos, mire usted la importancia de esta herramienta informática.
Sin embargo 30 casos en nuestra provincia fueron falsedades, que demandaron atención del personal de salud y recursos, asuntos tan vitales hoy, pues es oro el tiempo en medio de una epidemia, esas horas robadas a la gente que pone el cuerpo y el alma en este asunto pueden resultar vitales para quien lucha por ganarle al coronavirus, pero talvez cuando “los muertos sean sus muertos”, algunos ya no tendrán deseos de jugar con algo tan serio.
La gente apasionada define la responsabilidad como en los versos desgarrados de Lord Byron: “las espinas que recojo son del árbol que yo mismo planté. Ellas me han herido y sangro. Yo debí saber que fruto había de brotar de aquella semilla”, los más comedidos piensan que la responsabilidad es un atributo solo de las almas limpias y tranquilas o como Gandhi que es incorrecto e inmoral tratar de escapar de las consecuencias de nuestros actos.
Pero yo cuando veo las protestas en las colas por la prioridad a los médicos, los engaños, las falsas encuestas, las personas en la calle sin sentido de la responsabilidad e incluso hasta las exageraciones con que algunos desesperan a nuestros galenos, siento el mismo pesar profundo de José Martí cuando dijo que la ingratitud de los hombres es la gran pena del mundo.
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