De cuando Holguín fue capital por un día
- Por Rosana Rivero Ricardo
- Hits: 7757

Si algo es imputable a la idiosincrasia del holguinero, es su presunción de grandeza heredada de siglos de historia. Tales aspiraciones, criticada por algunos, ha sido el empujoncito para no pocas proezas, como la de obtener el Título de Ciudad en 1752, después de Baracoa Santiago de Cuba y La Habana, sin ostentar aún las condiciones para serlo.
Entre tantos sueños, uno de los más largamente acariciados ha sido el de convertirnos en capital de Cuba. No obstante, ya lo fuimos; al menos, por un día. Fue el lunes 10 de abril de 1916.
En la especialísima jornada se reunieron en Holguín 29 Generales de la Independencia; el poeta Bonifacio Byrne, quien recitó ante el pueblo; José Martí Zayas Bazán, hijo único del Héroe Nacional, entre otras personalidades. Una capital que se respete no debe prescindir del presidente de la República, en esa ocasión, Mario García Menocal, quien fue acompañado por buena parte de su gabinete y muchos parlamentarios.
Gran acontecimiento ocurrió aquel día en que Holguín se las dio –en buena lid- de capital de la Isla: la inauguración de las estatuas en los principales parques de la ciudad. La idea se auspiciaba desde 1905 y fue aprobada luego por el gobierno provincial de Oriente. Las obras de arte llegaron desde Italia y fueron trabajadas por la Casa Ugo Luisi y Compañía.
La primera en inaugurarse fue la efigie de Calixto García en el parque que lleva su nombre y que, anteriormente, se llamó Plaza de Marte, de la Constitución y Plaza de Armas -o Mayor- Isabel II. La estatua muestra a Calixto en actitud de impartir una orden. Su rostro dirige la mirada hacia su cercana casa natal. En la base del monumento se encuentra la Estatua de la Libertad. El Presidente de la República, acompañado del pueblo, hijos y hermanos del prócer, descorrió el lienzo.
Al mediodía se develó la estatua de Julio Grave de Peralta, ubicada en el centro de la antigua Plaza de San Isidoro, luego parque José Martí y por tradición de Las Flores. El caudillo cuyo nombre prestigia a la que es también plaza fundacional del pueblo de Holguín, lleva su sable en la mano. A sus pies tiene la Estatua de la Libertad, con su gorro frigio y abrazada al escudo nacional. Develó la estatua Tirsa Grave de Peralta y Cardet, hija del héroe de la toma de Holguín en 1868.

La tercera de las inauguraciones se realizó a las tres de la tarde, en el centro de la antigua plaza de la ermita de San Francisco, hoy parque Carlos Manuel de Céspedes o San José. La Estatua y Monumento a los Mártires de las guerras del ´68 y el ´95, conocida hoy como El Angelote, representa a un ángel de rostro doliente y alas abiertas. En una mano sostiene la corona del martirio y en la otra un ramo de laurel, símbolo del triunfo que se alcanza más allá de la muerte. “Es la idealización del premio reservado a los que sellan con su sangre una causa de bien para todos”, relató Juan Albanés para el periódico ¡ahora!, en 1978.
Reveló el monumento la pequeña de 12 años Milagritos Cables Pérez, quien fuera nieta del Comandante Facundo Cables Osorio, fusilado en El Llano de Holguín, el 10 de diciembre de 1870.

Asistieron a los actos inaugurales, además del presidente Menocal, otros visitantes que luego ocuparían el mismo cargo, como Alfredo Zayas, Carlos Mendieta Montefur y el coronel Federico Laredo Bru.
El lunes 16 de abril fuimos capital por un día. A la altura de los 300 años del pueblo de Holguín, somos una de las ciudades más pujantes de Cuba, impulsada por la pretensión holguinera de convertirla en la más culta, moderna, limpia, turística y, por supuesto, universal.
Artículos relacionados:
Comentarios
Aprovecho para saludar la exquisitez de la idea de esta reseña por el tricentenario holguinero y la impecable factura literaria del texto.