Cruzada por la delicadeza

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Todos los días necesitamos que crezca la espiritualidad como escudo profundo de la Patria, porque una sociedad será, cada vez, más saludable en la medida que acumule más cultura y libertad.

Los valores morales, cívicos y la disciplina hay que protegerlos con valentía y claridad. Cada vez que permitamos la más mínima acción nociva la sociedad enferma.

Hay que labrar, desde la misma cuna, escuela y sociedad el ser una buena persona, en hallar el equilibrio de tus quehaceres acorde con tu escala de valores, de acuerdo con tres métodos básicos: moralidad, justicia y libertad.

Si haces algo mal, reconócelo, ofrece perdón y vuelve a emprender sin aversiones, como exhibición de tus sólidos principios y valores morales, que deben florecer en la sociedad.

A pesar de las complejidades actuales, propicias para que crezcan las malas hierbas, con cientificidad y constancia hay que fortalecer la educación formal en las familias, en los procesos institucionales, en la vida cultural comunitaria, en perfeccionar la comunicación, la labor docente-metodológica para consolidar la calidad de los procesos formativos-educativos-creativos en niños, adolescentes y jóvenes.

La complejidad de los escenarios es una buena oportunidad para que las Ciencias Sociales generen y apliquen los mejores métodos para la solidez del cimiento que permita la base consistente para los principios y valores morales que necesitan hacer realidad los sueños de justicia social en Cuba.

Martí lo dijo: “que no hay obra humana que pueda llevarse felizmente a término y mucho menos perdurar, si no se basa en sólidos principios y valores morales”.

El quehacer político práctico en la actualidad necesita apoderarse de tantas enseñanzas y ejemplos patrióticos acumulados en la historia de la nación para la más pura prédica moral, desde la constante preocupación por el valor de la virtud y el perfeccionamiento humano.

Como afirma Martí: “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía…” que explica la fortaleza de su espíritu, que lo mantuvo siempre firme en los proyectos, y la preocupación constante por dotar de contenido moral las acciones revolucionarias.

A mucha reflexión exhorta esta meditación de Raúl Castro Ruz, la conciencia más protectora de nuestra Revolución: “Una sociedad se enferma si: Los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla. Los burócratas gozan y los que producen sufren. Los que hieren ganan y los que curan pierden. Los ignorantes lucran y los estudiosos empobrecen. Los depredadores florecen y los ecologistas languidecen. A los rutinarios se les aplaude y a los innovadores se les ignora…”

Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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