Motorinas, autoparlantes, impunidad
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Los más allegados me aconsejan no volver a hablar, escribir sobre este tema, porque "es por gusto y está bueno ya de buscarte problemas"; por su parte, los que siguen la Columna de los Lectores en la edición impresa del periódico ¡ahora!, me exhortan, una y otra vez, "a insistir hasta el cansancio, para encontrar oídos receptivos ante tanta agresión sonora, indecencia e irrespeto a las más elementales normas de convivencia y deberes con la sociedad".
Desoigo a los primeros y asumo la petición de los segundos. Lo hago ante la ya inaguantable situación que en cualquier calle de la ciudad y, principalmente, en los barrios, la mayoría de los adolescentes y jóvenes al volante de motorinas eléctricas y también algunos en motos de combustión, constituyen un atentado a la decencia y sus faltas de respeto no tienen parabán, pues no es solo por la estridencia de lo amplificado, sino por la letra de esa "cosa" que dan por llamar música.
La irreverencia de esos motoristas no es solo de día, es también a altas horas de la noche o madrugada, cuando además del ruido atronador salido de altoparlantes fijados a los equipos, aceleran una y otra vez, realizan competencias entre ellos y escandalizan, lo cual despierta a trabajadores y estudiantes, que deben levantar temprano, para cumplir con sus deberes en la mañana; a personas mayores, niños, enfermos, en fin a una población cansada por los rigores del día a día, apagones y otros problemas.
Pero, si esto no fuera suficiente, esos transgresores de cuantas normativas y decretos existen en el país acerca de conductas y comportamientos sociales, como la Ley 81/97 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) y el Decreto Ley 200/99 para Contravenciones en Materia de Medio Ambiente, también violan Ley 109 (Código de Seguridad Vial y Tránsito), en la cual se establece que los conductores de los ciclos eléctricos tienen que poseer la categoría de Licencia de Conducción (LC) A1; además en uno de los artículos de la Ley de Tránsito se señala por el Registro de Vehículos, que todo lo que lleva LC, incluye casco y chapa, en el caso de las motos.
Sin embargo, no es difícil verlos transitar dos y tres en uno de esos equipos, a cabeza limpia y, peor aún, menores de edad al timón, por lo cual se infiere no tienen LC.
Cierto que los primeros responsables de este quebrantamiento de las leyes son los padres de esos muchachones, que les entregan estos “jugueticos” y permiten mantener tales actitudes, las que a la larga pueden devenir en tristes lamentaciones; no obstante, las autoridades competentes sí deben de acabar de adoptar las acciones ejemplarizantes, pues esta es una problemática largamente denunciada sin que se noten cambios.
Nunca olvidar que esas indisciplinas sociales u otras que abundan, en estos momentos, no germinan y crecen a su antojo, por lo regular están directamente asociadas a la poca o nula exigencia; falta de control e indiferencia a comportamientos que se dejan progresar sin poner freno desde su comienzo y cuando toman fuerza es mucho más difícil enfrentarlas y cortar de raíz.