El que mandó a parar

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 Foto: Telesur

Que el país antes del ‘59 se lo repartían pocos está fuera de discusión. Que cabarets, yates de recreo y supermercados sea lo que nos quieran demostrar de aquel período es inexacto. Un puñado de cubanos y cubanas disfrutaba de luces de neón, banquetes y bodas suntuosas, bailes de sociedad y visitas al hipódromo. A fotos de la época y datos les faltan la campesina prostituida, el negro discriminado, los niños en la calle, el enfermo mental desahuciado, la desigualdad sistémica...

Hasta la chambelona venía del Norte, que extraía azúcar nuestra, como otras materias primas, y la devolvía en producciones terminadas. Como la dependencia no era suficiente, la base naval se le implantó a la República por mandato yanqui y humillación nacional. Ni a corto, mediano o largo plazo se les veía término al avasallamiento, la corrupción y males que han falseado entre cifras de autos y televisores por miles de habitantes, bodegas abarrotadas, triunfadores de lotería y urbanizaciones.

Foto: Cubadebate

De estrategia martiana y revolucionaria, de desprendimiento y asalto estuvo hecho Fidel. Había correspondencia de pensamiento y acción en el joven del Bogotazo y Cayo Confites, en el que se hizo entender ante Abel, José Antonio y Frank, en el que convocó a una generación. Más de lo mismo no fue el Comandante en Jefe en la política diseñada para la Isla convenientemente. Tenía de Maceo y Gómez, Mella y Guiteras, Bolívar y Sandino. Dedujo que la patria andaba sin rumbo, con dueño extranjero, autoestima baja y cero democracia.

Al pueblo se lo ganó en el Moncada, el Presidio de Isla de Pinos, La Historia me Absolverá, la Sierra Maestra. Cuba comprendió al barbudo de paloma en hombro, al agradecido con Venezuela, al que envió médicos a Argelia, al que se fue al Cauto cuando el Flora o derrotó mercenarios en Playa Girón... Cambiar lo que debía ser cambiado resultó su máxima. Desafíos hubo muchos, inclusive de magnitud atómica. Chaleco moral lo protegió. Vida eterna en la memoria preserva a quien mandó a parar.

Author: Nelson Rodríguez Roque
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Licenciado en Estudios Socioculturales Periodista Deportivo y de temas Históricos y Políticos

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