De cuando el Ratón Pérez se convirtió en leyenda

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La caída del primer diente de leche suele ser también una de las primeras fantasías que los adultos fomentamos en los más pequeños de casa. Poco importa si debajo de la almohada colocamos monedas, juguetes o golosinas; claro que este gesto cariñoso aunque protagonizado por los padres sucede bajo el seudónimo del “Ratón Pérez”.

Este mítico personaje de finales del siglo XIX fue creado por el sacerdote, escritor y periodista Luis Coloma Roldán a petición de la familia real en España, pues el pequeño rey Alfonso XIII había perdido en días recientes a su visita su primer diente, y al sacerdote se le ocurrió la idea de crear el cuento de “Bubi”, utilizando el mismo seudónimo por el cual solía llamarlo su madre la reina María Cristina, quien además era la regente hasta que Alfonso llegara a su mayoría de edad.

El texto literario que se conserva en la biblioteca del Palacio Real desde el año 1894 tuvo sus primeras ediciones en los años 1902 y 1911y narra la historia del pequeño monarca, quien convertido en roedor realiza un emocionante viaje junto al Ratón Pérez para conocer cómo vivían sus súbditos.

En la aventura el niño conoce la pobreza y aprende valores como la amistad, valentía y generosidad, ayuda que era entregada a estos niños a través de monedas de oro en compensación por la pérdida de sus piezas dentales.

De acuerdo con la descripción ofrecida en la historia por el sacerdote, quien se convirtió además en miembro de la Real Academia de la Lengua Española a inicios del siglo XX el Ratón Pérez era pequeño con sombrero de paja, zapatos de lienzo, lentes de oro y una cartera roja, y vivía dentro de una caja de galletas en la Confitería Prast de la calle Arenal de Madrid, lugar donde hoy radica la Casa Museo del Ratón Pérez, en homenaje a uno de los personajes más distintivos y simpáticos de cuentos para niños.

Así se forjó la leyenda que desde hace más de 100 años acompaña a generación tras generación no solo en España sino en la mayor parte de los países de Hispanoamérica mientras que en otras naciones como las anglosajonas la tradición existe bajo la figura del hada de los dientes.

En Bulgaria se encargan las abuelas, en Noruega el diente se deja en un vaso en la noche para que amanezca con monedas y en los países de Suiza, Polonia, la India, Perú y Venezuela la tradición es protagonizada por ratones anónimos.

A pesar de que en los últimos tiempos he visto a más de un pequeño cuestionar la veracidad o no de esta y otras tradiciones infantiles a lo que un amigo muy cercano responde se trata del efecto de las “prenatales”, para los adultos conservar la ilusión es un modo de preservar la inocencia en tiempos en los que la tecnología invade cada vez más temprano la psiquis de nuestros niños.

No importa donde inició la leyenda, quien la difundió o por qué lo verdaderamente significativo es que todos los niños del mundo tengan una ilusión a la que aferrarse. El Ratón Pérez es una de esas tradiciones que no necesitan etiquetas porque pertenecen a todos más allá de fronteras, idiomas, razas o credos.
 
 

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