En la confianza, está la COVID-19

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En estos momentos la provincia está entre la más afectadas de la parte oriental de Cuba y en la cuarta posición en el país; mientras que la letalidad sigue siendo de las más altas del territorio nacional con 1,33 por ciento y, coincidentemente, es mayor en los municipios con superior morbilidad, de ahí la necesidad de que se cumpla con el traslado de pacientes de alto riesgo desde estos lugares hacia los hospitales provinciales.


De acuerdo con análisis realizado por el doctor Osmany Ricardo Puig, especialista de Segundo Grado en Higiene y Epidemiología, en la semana que finalizó el 9 de octubre el reporte de casos se redujo al 8,1 por ciento respecto a la anterior (el más bajo de las últimas 10 semanas); sin embargo, incrementaron su incidencia cinco municipios: Báguanos, Banes, Cacocum, Sagua de Tánamo y Antilla.


Similar comportamiento experimentaron las áreas de salud “José Ávila Serrano” (Velasco), “César Fornet” y “Darío Calzadilla” (Banes), “René Ramos Latour” (Antilla), “Rolando Ricardo” (Báguanos) y “Rubén Batista” (Cacocum), lo cual debe compulsar a esos municipios y comunidades a revisar su sistema de trabajo alrededor de la epidemia y diseñar estrategias locales con un enfoque técnico y administrativo, en el cual participen tanto los directivos como los expertos.


En los últimos 15 días la tasa de incidencia es inferior a la media nacional; sin embargo, la de siete municipios son muy elevadas, lo cual se traduce en inadecuado control de la transmisión comunitaria, que requiere pesquisa activa y cumplir con los protocolos establecidos.


Según Ricardo Puig los pronósticos están planteando que se van a estar diagnosticando entre 200 a 250 positivos en los próximos días, como promedio diariamente, si se mantiene de manera sostenible la búsqueda activa de casos subjetivos y para ello hace falta una pesquisa intencionada y efectiva y con el cumplimiento de los protocolos de atención.


“Si no tenemos un adecuado sistema de vigilancia que funcione bien y sea sostenible en el tiempo, aunque las cifras de casos confirmados bajen no se podrá hablar de disminución del contagio de una manera absoluta, porque es bien conocido que muchos enfermos deciden quedarse en su vivienda, donde la mayoría de las veces existen las condiciones ideales para cumplir con las medidas de bioseguridad, lo cual es propicio para que ocurra una transmisión activa en el medio familiar y en el vecindario”, alertó.


Dijo que en esta se semana se incrementaron los contactos intradomiciliarios y la mayoría de las personas que no ingresan no cuentan en las Estadísticas Sanitarias y después se sienten insatisfechas, por no encontrarse en la base de datos para la vacunación o para el seguimiento como convaleciente. En estos momentos es imprescindible el aislamiento institucional oportuno y que se asuman como se debe los protocolos de atención.


De manera puntual, el máster en enfermedades infecciosas alertó que a pocos días de la reapertura gradual de territorios, servicios y trámites se observa exceso de confianza por parte de la población en el cumplimiento de las conocidas medidas sanitarias y hay incremento excesivo de movilidad poblacional por cualquier causa y hora, por lo que de continuar así no vamos a cortar la transmisión antes de finalizar el año.


“No se puede olvidar que el contagio con el virus es un proceso social, que se puede evitar, la mayoría de las veces, con disciplina y responsabilidad. En este tipo de enfermedad la disminución de la circulación del virus no ocurre repentinamente, lo normal es que la reducción sea gradual, en la medida que las personas se recuperen de la infección (inmunidad natural) y se incrementen los individuos vacunados (inmunidad artificial) y, por supuesto, también depende del comportamiento responsable de las personas”.


Después de cortar la transmisión, el virus que produce la COVID-19 continuará con un bajo nivel de circulación como sucedió con el de la pandemia de influenza H1N1 en el año 2009, pero para ello el sistema de Salud mantiene de manera permanente un programa de vigilancia epidemiológica de infecciones respiratorias agudas (IRA), a través del cual se detectan los virus circulantes en la provincia.

 

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