Desde Holguín, un canto de amor a México

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Foto: De la autora

En una isla donde la música es esencia, donde el bolero y el son habitan en cada esquina, también resuena con fuerza, ternura y sombrero de mariachi, la pasión por la ranchera. Muchos son los hogares cubanos, donde la tradición de cantar música mexicana no es un simple pasatiempo, sino una herencia afectiva que trasciende generaciones y mantiene unidos a dos pueblos hermanos. Así se ha mantenido viva, de abuelos a padres, de padres a hijos, esta devoción por las voces de Pedro Infante, Vicente Fernández o Jorge Negrete.

Y así sucede en la familia de Izmir, un niño holguinero que, con apenas once años y un corazón enorme, interpreta la música tradicional mexicana con una pasión que conmueve. Su carisma, su sombrero y su respeto por cada letra o autor de ese hermano país hacen recordar que las raíces, cuando se siembran con amor, florecen dondequiera.

No hay mejor día para compartir su historia que este 16 de septiembre, cuando el pueblo de México celebra con orgullo el aniversario 215 de su independencia.

Fue gracias a las redes sociales que escuché por primera vez la voz de Izmir García Fajardo, donde su madre comparte orgullosa cuanta presentación o premio obtiene su pequeño mariachi. Desde el principio supe que quería entrevistarlo y cuando obtuvo el primer lugar y el premio de la popularidad en el recientemente concluido concurso Cantando con el Mariachi Holguín contacté enseguida a su madre a través de las redes y pactamos el encuentro. Acudió vestido impecable con su traje de charro, confeccionado a la medida con materiales criollísimos y mucha creatividad por su vecina Maidelín.

Ante mi curiosidad por conocer cómo es que un niño holguinero, de Alcides Pino, llegó a conocer y amar de esa manera la música mexicana, me confirma que fue a través de su papá:

“Desde los tres años ya tarareaba las canciones que le escuchaba a él y a los cinco ya empecé a cantarlas bien. Él ha sido mi inspiración, además de cantar sabe tocar la guitarra, que es algo que también me está enseñando ahora”.

No pude evitar pensar en mi padre, en lo que le gustaban las rancheras y en el valor del ejemplo que les damos a nuestros hijos, quienes siempre tratarán de imitarnos.

“Mi familia me ha apoyado siempre, mi papá, mi hermana que también canta y especialmente mi mamá que me acompaña a todas la presentaciones, no dejan de decirme lo orgullosos que están de mí y eso me motiva a tratar de hacerlo cada vez mejor.

“No me imagino haciendo otra cosa en el futuro que no sea cantar, aunque no necesariamente canciones mexicanas, porque aunque son las que más me gustan estoy aprendiendo otras como baladas para ampliar el repertorio”.

Lo escucho hablar con seguridad sobre su futura carrera y me pregunto si quizás los escenarios lo harán ponerse nervioso, a lo que responde que no:

“He actuado en el cine Jibá en Gibara, en el Estadio, en la Casa de la Cultura, en diferentes parques y nunca me he puesto nervioso. Solo salgo y hago lo que más me gusta hacer que es cantar”.

Precisamente uno de esos exigentes escenarios donde se ha presentado es su propia escuela, el seminternado "Seremos como el Che":

“Ya había cantado otras veces pero la directora me invitó a actuar en el acto de inicio de curso porque los niños que entraron nuevos nunca me habían escuchado. Siempre disfruto mucho cantar en mi escuela”.

Una imagina que puede ser complicado para un niño que interpreta música tradicional mexicana compatibilizar sus gustos con los de sus amiguitos que generalmente escuchan otro tipo de música, pero Izmir dice que a sus compañeros les gusta mucho como él canta y le piden que lo haga a veces también en su aula. Increíble la naturalidad con que los niños resuelven lo que los adultos a veces creemos complejo.

En el transcurso de la conversación hablamos de varios temas, de su participación en las peñas infantiles de la ciudad, como Dibujando la Melodía, junto a Edelis Loyola; en los talleres de la Casa de la Cultura Manuel Dositeo Aguilera, donde lo ha ayudado mucho la profesora Tatiana; y del sacrificio que implica para la familia, en el contexto actual, acompañar los sueños artísticos de sus pequeños retoños.

Le pregunto sobre su mayor sueño, a sabiendas de que un niño puede cambiar de “mayor sueño” muchas veces, y me responde casi sin pensarlo: “ser un gran cantante y conocer a México”.

Definitivamente Izmir no solo canta como un mariachi, sino que actúa como un verdadero charro, respuestas cortas, concretas, seguridad, un tilín de picardía, manos en el cinturón y garganta lista en cuanto suenen los guitarrones: “Abrir todo el pecho, pa´ echar este grito ¡Qué lindo el Jalisco, palabra de honor!”.

Author: Yani Martínez Peña
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"Periodista desde chiquitica, profesora por predisposición genética, MADRE y después solo madre."

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