No hacen falta alas para “Caritas Felices”
- Por Claudia Patricia Domínguez
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No hacen falta alas para ser un sueño, sentenció el cantautor Silvio Rodríguez, y no le faltó razón, porque basta el ímpetu de una instructora de arte comprometida con su terruño y la fuerza y empeño de unos ángeles traviesos para inundar de “Caritas Felices” cualquier escenario y platea que los invite a ser artistas.
Jugar entre telones, o más bien sobre el tabloncillo de la Casa de Cultura José Tey, del municipio holguinero de Sagua de Tánamo, les dio a muchachos como Maite, Cristian, Daniel, Claudia y otros seis integrantes, todos síndrome de Down, y algunos con más de una patología asociada, la oportunidad de demostrar todo el talento que aguardan sus corazones, esencia que como bien reconoce su “profe”, en principitos como ellos resulta invisible a los ojos.
Desde hace unos dos años decidí crear este grupo de teatro con artistas aficionados que lleva por nombre “Caritas Felices” con la intención de lograr que, tanto los miembros del proyecto como sus familiares, fuesen capaces de percibir un mundo sin barreras ni debilidades, y sí uno en el que es posible alcanzar todas las metas que se propongan porque todo depende del esfuerzo que pongan en alcanzarlas, significó a ¡ahora! digital Nidia Jiménez de Castro, instructora encargada de la iniciativa sociocultural.
Explicó que “Caritas Felices” reúne a muchachos de múltiples edades que oscilan desde los 12 y hasta los 49 años de edad con limitaciones, fundamentalmente, en el habla, la motricidad y el aprendizaje, de hecho algunos no pronuncian palabras, de modo que se comunican a través de sonidos, y el motivo por el cual todas las actividades se entremezclan con la música y demás manifestaciones artísticas para lograr un trabajo concreto.
Precisó que fonomimias, poesías, adaptaciones a puestas en escena como: “Un gallo para Pirolo”, del artista holguinero Carlos Leyva Bonaga, así como espectaculares rancheras que resuenan en las voces del dúo conformado por Arioski Calas y Cristian Moreno, de 17 y 31 años, respectivamente, forman parte del repertorio que, en más de una ocasión, ha trascendido la serranía nororiental y asistido a encuentros y festivales de carácter provincial.
La independencia y grado de socialización que demuestran en estos encuentros, junto a la variedad y calidad de los números culturales que presentan es de las cuestiones que más impresiona a los jurados, confirmó Jiménez de Castro, y argumentó que los resultados no quedan exclusivamente en el arte, pues “Caritas Felices” también propicia la incorporación de sus miembros a la sociedad; y es por ello que Maite además, de ser la declamadora por excelencia, es ayudante de enfermería y Cristian, el cantante, expende junto a su abuelo productos agropecuarios en el mercado del pueblo.
A nosotros nos llena de orgullo ver a nuestro Daniel cantar, bailar, compartir con sus compañeros, avances distintivos en su desarrollo ya que tiempo atrás era muy tímido y ese progreso se debe, en gran medida, al grupo de teatro en el que ha sido inmensamente feliz, aseguraron sus padres Florencio Garcell y Ana Figueredo.
Ysmari Lamoth, madre de Claudia Betancourt Lamoth, de 14 años, agradeció a todos los que desde el nacimiento de su hija contribuyeron en la formación y desarrollo de diversas habilidades como el doctor Karel de la Cruz y la maestra Magalys Miranda, quienes hicieron posible que hoy Claudia forme parte de “Caritas Felices”, trabajo artístico del que disfruta plenamente.
Añadió que lo mejor del espectáculo es apreciar el placer que siente su niña cuando está en el escenario, y solo por ello, en casa nos sentimos contentos y agradecidos de que existan espacios como “Caritas Felices”, tan necesario y querido por nuestros hijos.