La poesía, compañera de vida de Moisés Mayán

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Fotos: Carlos Rafael


El olor de los libros lo sedujo desde la infancia y marcó su camino. Llegó a la literatura como narrador de cuentos, pero nunca se negó a género alguno, así que pronto descubrió en la poesía la compañera perfecta para compartir la vida.


Moisés Mayán Fernández es un poeta diferente, quizás porque no es de los que se sienta a esperar la llegada de las musas, o sencillamente porque es de los que cree en el mito del lector que escribe. Lo cierto es que tiene en la disciplina creativa la clave del éxito, y eso lo confirman sus más de 10 libros publicados y una larga cadena de premios, que ganan la admiración de unos y las “sospechas” de otros.


Considerado entre los escritores holguineros más laureados del siglo XXI, recibió solo en el 2020, el Premio Nacional Hermanos Loynaz, la beca Rolando Escardó y el Premio Anual de la Crítica Literaria por su libro “Carga al machete”, a los cuales se sumó en semanas recientes el Premio Paco Mir In Memorian 2021 que auspicia la filial de literatura de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en la Isla de la Juventud.


Coméntenos sobre el cuaderno ganador “El discurso del perro”, su fundamento, y proceso de concepción.


El cuaderno de unas 30 cuartillas forma parte de un proyecto mayor que ubica al poeta como sujeto lirico en la marginalidad, es decir, lo visualiza al margen de la sociedad, como un elemento –en ocasiones- discordante, pero también como un ente social y es el que se encarga de construir el texto.


Le transfiero un poco de aires latinoamericanos de ciudades de Guatemala y de Colombia, en las que he estado, y que me trasmitieron lo que era vivir en las márgenes, estar fuera de los círculos centrales de una sociedad.


Específicamente este libro utiliza algo que he venido haciendo en varios textos anteriores, y es el hecho, de hablar de la misma poesía, lo que se llama metatexto. El poeta queda fuera de la propia poesía y habla con aspereza, cólera e ira contenida. De ahí el nombre “Discurso del perro” ya que es el poeta equiparado al perro callejero, no al perro de raza con pedigree, sino ese poeta que reacciona a lo que está viendo.


Abiertamente ha dicho que es de los que gusta de desafiar el papel en blanco. ¿Tiene alguna fórmula para llegar a la historia, sin que quede en la inspiración espontanea?


Hay un tiempo en mi carrera, que algunos críticos catalogan como el “gran salto” de mi obra ya que comienzo a ganar una cadena de premios que hacen levantar sospechas. Pero ese gran cambio que tuve, se debió a una disciplina de creación en la que yo dejé de esperar por una musa, dejé al lado de la página mis sentimientos y emociones, y comencé a escribir con disciplina y trazándome metas.


Ese fue el gran cambio. No estaba esperando que se reunieran en mí las emociones necesarias para escribir poesía, preferí salir a buscarlas. Antes del 2017, escribía un poema a la semana, me sentía inseguro con ese texto, lo guardaba, volvía a sacarlo y lo corregía.


Y luego que implemento este sistema de trabajo, criticado por muchos, pero es el método que me ha dado resultado; en el que me he tenido que ver como un deportista de alto rendimiento porque estoy en la literatura, pero tengo que producir y tengo que competir. No existe otra forma, sino me iba a quedar esperando por las editoriales.


Este sistema, en cambio, me ha abierto las puertas de los Premios Nacionales, de las editoriales, desde Guantánamo hasta Pinar del Rio, y de los Festivales Internacionales de Poesía como: el Festival de Medellín, en Colombia, y el Festival de Madrid, en España.

 


¿Quiénes son sus autores favoritos, esos referentes que considera le marcaron el camino y han sido esenciales en el tránsito de su carrera?


La lectura es fundamental en la formación de un escritor. Tengo un espectro muy amplio de lecturas porque, para llegar a la poesía es necesario tener una multiplicidad de voces que estén constantemente susurrándote una idea que se pueda sostener a lo largo de un libro. Pero uno de mis referentes, el que siempre va a estar ahí, no solo por su literatura, sino por su concepción del mundo del escritor, es el argentino Jorge Luis Borges.


Borges es un hombre que concibió la literatura como un todo, para él el paraíso tenía forma de biblioteca, creía en el mito del lector que escribe; y es exactamente lo que yo hago. A mí me resulta muy difícil que alguien en un ambiente desacostumbrado, como puede ser una “cola”, me llame “poeta”, es algo que me parece fuera de lugar, lo mismo pensaba Borges.


¿Por qué la poesía, y qué papel juega la historia en su vocación literaria?


Comienzo en el mundo literario solamente como narrador. Soy egresado del Centro Onelio Jorge Cardoso y entré a la Asociación Hermanos Saiz escribiendo cuentos muy breves, pero nunca desdeñé la poesía. Me gustaba asistir a los festivales de este género, y llegó el momento en que pensé sería bueno intentarlo, y hoy todos mis libros, y casi todos los premios que tengo son en el apartado de poesía.


La formación de un escritor debe ser como intelectual porque saber escribir poesía no te autoriza a participar en un panel sobre determinado autor, publicar artículos o ensayos en una revista, o emitir un criterio cultural.


Por eso no desdeñé géneros, he podido escribirlos todos, pero la poesía es demasiado celosa, exigente y me lleva demasiado tiempo.


La literatura y la historia no se encuentran divorciadas, y es otra de mis grandes pasiones; de hecho la estudié en la Universidad de Holguín, y actualmente me alisto para graduarme de la Maestría de Historia y Cultura en Cuba, en la misma institución educativa.


Los historiadores del presente se han percatado de que la mejor manera que tiene la Historia de convertirse en potable es la novela histórica, y han comenzado a novelar inmensos procesos históricos, y los poetas también hemos vinculado la poesía con la historia.


En esa línea están dos de mis libros: “El factor discriminante”, donde trato la evolución histórica de la racialidad; y “Carga al machete”, volumen que utiliza la simbología del machete para hablar de las gestas independentistas del siglo XIX, y apunta de alguna forma sobre cuál es el machete que tengo yo en la contemporaneidad para abrir mi espacio vital: el machete de la palabra, el machete de las ideas, porque nosotros también tenemos una guerra, la guerra de sobrevivir, de salir adelante, de resistir.


Actualmente se desempeña como divulgador del Centro de Promoción Pedro Ortiz Domínguez, el cual ha estado muy activo en los últimos tiempos ¿cuánto le aporta al Moisés poeta esta labor comunicacional?


Yo digo que soy uno de los pocos escritores en Cuba que vive de la literatura. Vivir de la literatura no significa vivir bien, sino que cada uno de los procesos a través de los cuales yo obtengo un beneficio económico pasan por el lente de la literatura.


Cuando estás unido al libro por lazos afectivos, estar en el lugar que gesta y promueve la política editorial holguinera tiene mucho significado, y hasta ahora, es un lugar al que yo no pienso renunciar.

 

Me permite además, convertirme en un agente activo de la promoción de la literatura, de alguna forma todo lo que llega a la provincia pasa a través de mis manos, es un ambiente ideal para un escritor a tiempo completo.


La promoción literaria está llamada a renovarse para conquistar al público contemporáneo. ¿A su juicio, cuáles son los resortes que se deben tocar para ganar el interés de los lectores de hoy?


Una de las cosas que vino a dinamizar la promoción literaria fue precisamente el coronavirus. El coronavirus ha cambiado el paisaje institucional y humano del mundo, querámoslo o no, e hizo que algunas instituciones que eran un poco renuentes a las plataformas electrónicas se tuvieran que mudar a ellas.


El futuro inmediato es el mundo de las “redes”, de las plataformas digitales, y nosotros desde la Promotora hemos comenzado a insertarnos. Abrimos un perfil en facebook y hemos concentrado ahí nuestro principal núcleo de divulgación. Creo que ese es el gran secreto, sobre todo, si analizamos que nuestro país no tiene una política de best seller para el libro más vendido.


Existen plataformas como Claustrofobias que están haciendo cosas muy interesantes como empezar a comercializar libros digitales, y ese definitivamente es el futuro. Como escritor no puedo estar al margen de la posibilidad de que mis libros se conviertan en productos digitales, y de que la promoción tenga un importantísimo papel en las redes sociales y desde esas grandes plataformas constructoras de público como Facebook, Instagram, Twitter es donde tenemos que insertarnos para a través de ellas divulgar la literatura que estamos haciendo.


Comenzamos la entrevista hablando del Paco Mir, por ser el más reciente, pero son muchos los certámenes literarios, en los que ha concursado y ha sido laureado. ¿Acaso maneja un plan de premios? o ¿un horizonte específico al que llegar?


Para el romanticismo en el que se ha visto envuelta la poesía esto es un anatema. Me he convertido en una especie de “ejemplar único” o “rara avis” dentro de este mundo, porque el hecho de que yo diga que planifico un año de trabajo con la poesía, es algo que no le cabe en la cabeza a ningún poeta, es algo muy difícil de asimilar.


Pero yo cuando planifico un año de trabajo, lo primero que hago es leer las convocatorias, saber a qué concurso voy a mandar y construir el libro para eso. Hay mucha gente que le llama “mercenarismo”, yo le llamo trabajo, porque hay una ideología que lo soporta; y hasta ahora, jamás nadie ha venido a hacerme mi libro, ni me han premiado en un concurso al que no mandé, lo que quiere decir que hay un trabajo de base.


Yo decido voluntariamente entrar en la ruleta de los premios porque tienen varias ventajas: el libro se va a publicar en la mejor colección que tenga la editorial, va a tener una promoción diferenciada y vas a ganar un poquito más de dinero…entonces yo me arriesgo y mando. Me convierto en un competidor, y aunque hay gente que eso le parece algo deleznable, es el método con el que he alcanzado mejores resultados, y lo seguiré aplicando.


Ya estoy trabajando para grandes premios como: el Nicolás Guillén de Poesía, y el Premio Casa de las Américas. Hay quien dice que todavía soy joven para lograrlo, y puede ser, en ese caso, al año siguiente volveré a intentarlo, porque es el único camino que conozco.


Otros insisten en decir que el Premio no significa nada, no valida una obra, y yo creo que está bien, pero el problema es que no tengo jurisdicción sobre mi obra después de muerto. Ahora en este minuto, estoy vivo, y estoy escribiendo, y sobre esa obra que tengo en mis manos, es sobre la que puedo decidir, y hasta ahora he corrido con suerte.

 

 


¿Algún proyecto literario que quiera compartir con los lectores de ¡ahora!?


Me preocupa la generación de escritores más reciente, porque la literatura es una carrera de desgaste y acceder a las editoriales es complejo, y muchos de ellos se decepcionan, se desencantan, o sencillamente, se cansan en el momento de la evolución de su carrera literaria.


En el Centro de Promoción tengo un taller literario que por la COVID-19, en estos momentos, no está funcionado, pero allí me reúno con ellos a darles de forma abierta y preclara las claves que me han podido llevar a lo que he alcanzado.


Sucede también que mi generación, los que comenzamos a publicar en Cuba en el año 2000, y que se conoce como “Generación 0”, teníamos cierto respeto literario y admiración por las generaciones inmediatas, y ahora los jóvenes tienen otros referentes.


Eso hace que se pierdan un poco, porque la única forma de readecuar un discurso es saber que se está haciendo en Cuba, por los escritores que de alguna forma han tenido éxito. Esa es la manera más rápida que tienen de ponerse en el carril, para saber por dónde corre el tren.


En mi caso, ahora mismo tengo inquietudes en el plano científico con la maestría que estoy desempeñando. Tengo la intención de terminar algunos libros, no precisamente de literatura de ficción, sino textos en los que me muevo en el plano de las Ciencias Sociales.


La poesía no la puedo dejar de la mano porque me produce un resultado inmediato, quizás es una forma pragmática de verla, pero es así. Termino un libro de poesía hoy, y sé que ese libro puede sacudir de alguna forma un premio literario, pero con lo otro no estoy tan seguro. Estoy ahora haciendo mis experimentos y espero que en un futuro tengan un resultado positivo.


Holguín para Moisés Mayàn…


Holguín es muy especial. No he soñado nunca en vivir en otra ciudad de Cuba. Cuando era más joven estar fuera de Holguín me ocasionaba una especie de trauma; solo en Holguín yo lograba ser quien soy, y los viajes de regreso me obsesionaban.


Con Holguín me sucede algo curioso, y es que como patria chica, o como matria, que es otro de los términos que se manejan, tengo múltiples afectos que me unen a este lugar. Aquí están todos mis núcleos amados: mi familia, mis hijas…


El día que publiqué mi primer libro, hice una carta, tomé un ejemplar y se lo llevé a mi maestra de primer grado, que fue la persona que me enseñó a leer, y eso le causó una conmoción muy grande porque era el primer alumno que en 30 años de profesión le agradecía de esa forma.


Y es que -a veces- se olvida como ser agradecido. Hay que saber regresar al origen. Eso es algo que siempre defiendo con mucha pasión, el hecho de ser cubano y de ser holguinero. El sentir que perteneces a una patria va más allá de cualquier discurso.

 

 

 

 

 

 


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