Algunos prefieren quemarse

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medicos cuba italia efeLas hazañas de nuestros médicos combatiendo a la COVID-19 han llegado a 23 países, podrán no encabezar titulares en los medios, pero si dejarán, para siempre, huellas en el corazón de los hombres.

Cuando de pandemias se trata hay criterios encontrados en el mundo, existen quienes abogan por dejarle curso a la enfermedad, sustentan el criterio en las Leyes de Darwin y que “caiga quien caiga”, otros recomiendan poner algunas barreras contención sin afectar la economía y solo algunos “prefieren quemarse” en el día a día dando batalla contra las enfermedades. Esos son los imprescindibles.

Dentro de ese último grupo están los médicos cubanos, pero casi nadie habla de ello, salvo nosotros aquí dentro y la gente verdaderamente agradecida fuera de Cuba, pues los medios fundamentales de difusión en el mundo hacen silencio. Veo, en internet, cuanta alabanza recibe Suecia, por ejemplo, por su gestión eficiente ante esta lamentable epidemia, un país rico, próspero, con 10,2 millones de habitantes y tiene 34 mil 440 contagios y 4 mil muertos.

Y mi isla aquí, en medio de este mar violento frente a los tenebrosos vientos del Bloqueo y la inminente crisis económica que vivirá el mundo postpandemia, con 11 millones de personas dentro, con mil 983 diagnosticados y solo 82 fallecidos, con tendencia a la caída de los números y más de 20 días en que la cifra de recuperados supera a la de nuevos casos, asuntos que los grandes medios callan.

No es que mi país busque protagonismo, es que nos duele mucho a los cubanos, que acaparemos titulares solo cuando hay un derrumbe en La Habana, cuando hay colas, cuando “cuatro gatos” protestan por algún tema, cuando un funcionario público comete errores de comunicación al explicar un asunto o lo peor, cuando fabrican mentiras para sustentar la indigna inclusión de Cuba en la lista de países que promueven el terrorismo.

Quisiera que BBC, CNN, AFP, EFE, entre otras grandes cadenas de noticias, en algún reportaje, ciertamente objetivo y sincero, significaran el aporte de la biotecnología cubana al combate contra la COVID-19, tanto con el anticuerpo monoclonal Anti CD6 como el péptido CIGB- 258, ya que ambos han jugado un importante papel para evitar que los enfermos lleguen a estados más graves, pero, eso sería, como pedirle peras al olmo.

Sería genial que los consorcios de la publicidad dedicaran espacio a resaltar como Cuba ha respondido ante la pandemia con el envío de 25 Brigadas del Contingente Henry Reeve (más de 2 mil colaboradores, especializados en situaciones de desastres y graves epidemias) o como, cerca de 29 mil profesionales cubanos más se unen a los esfuerzos contra el nuevo coronavirus en 64 naciones donde existen acuerdos de cooperación.

Dentro de sus fronteras Cuba ha estado por debajo de la media mundial en el indicador de muertes de pacientes graves y críticos, el 80 por ciento de los pacientes que llegan a fase crítica, en el mundo, fallecen y en Cuba ese mismo porciento se está salvando. No obstante, The New York Times señala que, en América Latina, Costa Rica, Uruguay y Paraguay tienen los mejores resultados, porque hay a quienes les duele mucho tener que reconocernos algo.

La obcecación extrema se luce y se nutre de aseveraciones como: no son cifras creíbles, ocultan datos, enmascaran los muertos con otras enfermedades (no sé cuál sería el objetivo de esto si fuera real) y otra sarta de estupideces, como la última que leí, donde diversos internautas afirman, por supuesto con falsos pelos y señales, que tiramos los cadáveres al mar, porque si no quedarían las estadísticas en los cementerios.

En ocasiones mientras leo los cables de agencias, los diarios digitales, las publicaciones en redes sociales, siento el pecho apretado, fosas comunes, números en lugar de nombres, cada 42 segundos, en abril, murió un estadounidense por la pandemia, vuelta a la normalidad antes de tiempo en algunos países y gobernantes asqueantes como Bolsonaro y el de Ecuador, cuyo nombre me niego a decir porque no se lo merece.

Afortunadamente, también leo como Alessandro Comune, director de un Hospital de Campaña en Crema, Italia, dice: “La medicina cubana es más limpia que la nuestra y la que enseñan es mejor que la que enseñamos nosotros en nuestras universidades. Resuelven problemas con pocos recursos, piensan, utilizan los elementos clínicos para diagnosticar. En mi hospital de origen hubiésemos gastado un arsenal de recursos y el resultado no hubiese sido mejor”.

Veo como desde Inglaterra llegan aun mensajes de agradecimiento por la ayuda con el crucero, unos jóvenes chinos, que estudiaron aquí, envían una donación y en las cajas dice: “Te querremos Cuba hasta que se seque el malecón” y justo desde Roma, me llega un mensaje: “Mamá, hoy vi un cartel en un balcón, escrito en rojo y azul, que dice: Gracias y resiste Cuba”.

Las hazañas de los nuestros, esos que prefieren “quemarse” antes que dejarles el camino abierto a las epidemias y justificar las muertes con leyes de la biología, que llegaron con rapidez a 23 países cuando las grandes potencias se escondieron, podrán no encabezar titulares en los medios, pero si dejarán, para siempre, huellas en el corazón de los hombres.
 
 

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