Literatura, libros y lectores entre ceros y unos

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LecturaA pesar del desarrollo de la era digital, gran cantidad de personas a escala global continúa leyendo el formato impreso.
 
Las nuevas tecnologías han modificado los patrones de consumo de los productos de la cultura. Nuevos modos de consumo determinan nuevos modos de producción y viceversa. Los medios actuales demandan un posicionamiento teórico y praxiológico en lo tocante a las maneras de hacer literatura, periodismo y sus respectivos procesos editoriales, puesto que, la pluralidad de soportes y plataformas, así como nuevos modos de interactuar con los lectores, llaman a repensar los procesos de construcción del libro, la prensa o de entender la lectura, ya no como un fenómeno individual, sino como un proceso de construcción colectiva de significados y sentidos.
 
El universo digital, brinda una posibilidad que llegó con su surgimiento, de retroalimentación para los medios y sus audiencias. Tanto que se habla del empoderamiento de los usuarios, ya que son capaces de crear contenidos propios, partiendo o no de los generados por el autor original. Ahora el consumidor no es más pasivo receptor de un mensaje, sino que lo transforma en función de sus intereses, lo enriquece y adecua a sus demandas.

La construcción de las nuevas narrativas se sustenta justamente en la no linealidad que aportan los hipertextos, los cuales permiten la construcción de lo que algunos (García & Alonso, 2010, p.179) denominan una nueva gramática de la comunicación. Gracias a su existencia el usuario tiene la capacidad, potestad, si se quiere, de consumir en función de sus necesidades informativas o lúdicas.

Este recurso posibilita la construcción de un pensamiento o un discurso que tiene su génesis en los datos dispuestos originalmente por el autor, pero que muta con la decodificación de los sentidos que individualmente se le adjudican al o los textos, en un recorrido de lectura, al que el hipertexto le otorga su característica no linealidad y discontinuidad.

Con su empleo cambian igualmente los roles tradicionales del lector y el autor. El primero se vuelve más activo, consciente, alerta y es capaz de no solo escoger sus recorridos de lectura, sino que se le ofrece la posibilidad de leer como si fuera autor.

En Cuba, la promoción de la lectura y la literatura debe tener como fin atraer a toda la familia, independientemente de las edades de sus miembros, al consumo de la literatura, más allá de los soportes que la contengan, a productos atemperados al contexto digital, sus prestaciones y exigencias.

Un estudio realizado por el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura tomó una muestra de mil personas, en febrero de 2019, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, para indagar acerca de los patrones de consumo de libros digitales y la existencia probable de una dicotomía entre estos y el soporte tradicional.

Afortunadamente para quienes laboramos en el ámbito literario los resultados mostraron que la lectura continúa siendo una opción y que la realizan sin importar los medios.

Como en encuestas realizadas en años anteriores por el Observatorio se evidenció que cada vez se extiende y naturaliza más el establecimiento de los medios digitales para leer, y fueron mayoría los que ponderaron esta opción y manifestaron que pueden coexistir ambas formas lectoras.

Los usuarios aprovechan las TIC para leer tanto por entretenimiento, caso más habitual, como por fines informativos y educativos. No sorprende que la frecuencia de lectura digital fuese superior en los jóvenes estudiantes de mayor nivel de escolaridad.

La fuente más usada para nutrir las bibliotecas digitales que apuntaron los encuestados, fue Internet. De seguro esta incrementará los archivos individuales gracias a la creciente informatización de la sociedad cubana.

Resulta llamativo que los testeados refiriesen preferir a autores extranjeros sobre cubanos en sus lecturas digitales. Probablemente la escasa disponibilidad de títulos nacionales al alcance de los usuarios conspire en ubicar a la rica literatura cubana en escaños más elevados en la preferencia de los consumidores.

En el panorama cubano actual predominan los que intercambian de forma directa sus bibliotecas digitales o se nutren de La Mochila, libros gratis en la red y bibliotecas de centros de estudio.

Según los resultados obtenidos por los encuestadores del Observatorio “los jóvenes aceptan la lectura en formato digital por más de una razón convincente, pero, sobre todo, por valores como la diversidad, actualidad, el ser interesantes, el facilitarles contenidos que buscan y las comodidades que posibilitan estos formatos.

Y(…)continúan prefiriendo leer más libros digitales que los impresos, como ya ha ocurrido en mediciones anteriores, incluso desde el 2014 cuando se investigara el nivel lector en las diversas universidades del país.

Algo que es alentador fue que “la abrumadora respuesta de que el 63 % (627 personas) continúa leyendo el formato impreso, desmiente cualquier tendencia a afirmar que un tipo de lectura podría poner en crisis –al menos de momento– a la otra, sobre todo cuando se aprecia que, aunque un 11 % (115 personas) no respondieron, solo un 11 % (112 encuestados) dio el no por respuesta, en tanto que el 13% (113 entrevistados) dijeron leerlos a veces y solo un 1 % dijo no leerlos unca (6 personas). Como en la encuesta anterior, el hecho de que ambas formas lectoras simultaneen entre estos públicos puede significar un necesario complemento y una opción recreativa y de estudio mucho más diversa para transmitir contenidos a los jóvenes.”

En cuanto a la lectura específicamente on line y frente al desarrollo que ya es previsible alcanzará la conexión en Cuba, también es necesario hablar de otros modos de consumo que toman al texto como base de cualquier producción literaria: eje, centro, vía de comunicación, y esencia a partir de la cual se articulan el resto de los contenidos.

Con este razonamiento como punto de partida es necesario acercarse al texto matriz: constructo escrito, con diversidad genérica, pluralidad de funciones que van desde lo informativo a lo lúdico, posee carácter simbólico y estéticamente signado.

Es el constructo primigenio y producto estrella de los medios de prensa y editoriales del país, y pese a los avances tecnológicos no ha logrado desplazar a producciones más atemperadas con los patrones de consumo de los lectores hoy. En cambio, la lógica y dinámicas productivas de estos entes generadores de productos de la cultura, articulan, a partir del texto matriz, nuevas producciones y contenidos.

Nos aproximamos así al fenómeno de la hiperlectura, que comprende el acto de lectura individual o colectiva que parte de la decodificación de diferentes sistemas de signos, lingüísticos o no. Se trata del consumo de un producto que, sustentado en un texto matriz, pero de múltiple soporte, narra un relato específico donde el componente escrito es el centro, aunque orbitan a su alrededor múltiples elementos, hipertextos de una narrativa compleja y sistémica.

Es un proceso no lineal, no secuencial y fragmentado donde destacan foros como modos de lectura colectiva y producción plural de sentidos. El hipertexto es su recurso básico y depende de las competencias comunicativas de los prosumidores.

En este caso, el proceso es llevado por un hilo conductor, con una intencionalidad específica, que se connota desde el texto matriz, núcleo de contenidos donde coinciden los objetivos del emisor original, con las necesidades del consumidor, quien, a la vez, emerge como un productor de sentidos y contenidos, a partir de la posibilidad que brinda la tecnología para esta producción colectiva.

Se espera que en medio de esta circunstancia se generen sentidos e incluso contenidos más allá de los propuestos inicialmente por el autor y se construyan otros nuevos resultantes de la apropiación. Así pueden emerger productos comunicativos de diferente género y formato.

Tales racionalidades parten del posicionamiento en el paradigma de la comunicación como acción participativa. Desde esa óptica “la comunicación es concebida como proceso de interacción social democrática, basada en el intercambio de signos, por medio del cual los seres humanos comparten voluntariamente experiencias bajo condiciones libres e igualitarias de acceso, diálogo y participación”.

Esta teoría hace referencia a una relación EMIREC – EMIREC. El concepto de EMIREC resulta la conjunción de emisor y receptor, en cuya interacción se intercambian los roles. (Alonso Alonso & Saladrigas, 2006, p.22) Esta postura se basa en la comunicación entendida como un proceso de carácter democrático y transformador, donde lo fundamental es el proceso en sí, por encima del resultado. Implica diálogo, comunidad, horizontalidad. El criterio de eficacia es la reflexión, la acción. La comunicación es siempre bidireccional, participativa y en función de las mayorías.

Asumir estos principios permitirá configurar una comunidad interpretativa-constructiva que no se ciñe a aspectos geográficos para abarcar a miembros, sino que responde a la comunión de saberes, necesidades y propósitos y agrupa a individuos que comparten los mismos campos semánticos.

Sin importar qué vía de acceso o cuál sea el producto original desde el que lleguen los lectores a las producciones literarias, el propósito es incentivar la lectura y entenderla como proceso democrático y horizontal, lo que de alguna manera permitirá silenciar los agoreros que anuncian la muerte del libro.
 
Liset Prego Díaz
Author: Liset Prego Díaz
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Yo vivo de preguntar… porque saber no puede ser lujo. Esta periodista muestra la cotidiana realidad, como la percibe o la siente, trastocada quizá por un vicio de graficar las vivencias como vistas con unos particulares lentes

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Comentarios  

# VENTURA CARBALLIDO PUPO 23-10-2019 04:18
Los textos soporte papel perduraran de por vida. Hay muchas forma placenteras de leer que solo se lograría bajo este soporte; esto es sin perjuicio, de que la digitalizacion siga su ritmo ascendente. Muy buen trabajo felicito a la autora.
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