Sensibilidad

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A veces la exposición continua al dolor te hace inmune; pero para quienes trabajan con enfermos y sus familiares esa “aparente inmunidad” puede ser perjudicial
 
 
Un post publicado por un amigo en la red social Facebook me hace reflexionar sobre la sensibilidad. Esta palabra, según su significado, es “la capacidad que tenemos los seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza, las circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás”.

Decía el escrito: “Cuando veas un paciente, acuérdate que la enfermedad ya lo está tratando demasiado mal como para que tú, también, lo hagas”. Una sentencia que me venía a la mente una y otra vez mientras contaba hasta mil y hacía uso de mi gastada paciencia para no explotar ante situaciones y tratos que nunca esperé recibir o presenciar.

Casi como versión femenina de Sherlock Holmes me di a la tarea de buscar ese valor en uno de los centros sanitarios de la provincia. Con lupa en mano la rastreé por todos los resquicios del lugar, le pregunté por ella a las mujeres de cofia, a especialistas o internos de guardia nocturna que no se deben despertar “bajo ninguna circunstancia” e incluso hasta las que hacen partícipes –obligatoriamente- a pacientes y acompañantes de rencillas y disputas en pasillos y salas.

La ausencia de modales, buen trato, preocupación, empatía me hizo tratar de ponerme en el lugar de a quienes le escasea la sensibilidad para entender porqué faltaba, no me parecía que fuese de esos productos que se agotan rapidísimo en las tiendas. En fin, no resultó, no pude comprender ni justificar.

Preferí concluir con que a veces la exposición continua al dolor te hace inmune; pero para quienes trabajan con enfermos y sus familiares esa “aparente inmunidad” puede ser perjudicial.

Y es que los minutos perdidos en una parada de ómnibus, la planificación del menú hogareño, tiendas vacías, precios altos y sus topes; calor, amor, hijos, padres, uñas, pelo, peso corporal, aniversario, ropa, salida nocturna, amor no correspondido, infidelidad, jefe injusto; nada, nada de eso pueden ni deben interferir con la atención –en cualquier área- a un ser humano.

Pero, desgraciadamente, sucede así y chocamos a diario con situaciones decepcionantes no solo en el sector sanitario, sino en muchas otras esferas de la sociedad.

Por ejemplo, cuando un familiar o amigo muere cualquier trámite resulta más que doloroso. Entonces imagine que ante ese dolor lo desatiendan o maltraten durante las diligencias para el entierro, traslado y atención en la morgue, funeraria, crematorio o cementerio.

Parecido a una escena de una comedia de humor negro, negrísimo, es cuando estás a la espera de la incineración de los restos de tu padre, madre, hermano, abuela, hijo y te dicen “ya casi está, le falta un poquito”, como quien le calcula el tiempo a una carne asada puesta en el horno.

Doloroso resulta, también, el maltrato a los que peinan canas. Quienes hayan transitado estos últimos días por la calle Morales Lemus son testigos de cientos de personas de la tercera edad en interminables colas bajo el implacable sol de agosto a la espera de cambiar sus chequeras en un local sin las condiciones requeridas para realizar ese trámite.

La sensibilidad anda ausente entre muchas de las personas que laboran en oficinas de atención a la población. De esos espacios salen muchos acongojados con historias casi irreales, como la mamá de Rachel, que por estos días ha tocado varias puertas de organismos encargados de orientar, tramitar, resolver a la población; sin embargo, a penas la han dejado compartir la historia de su hija de siete años, quien a los 22 meses de nacida hubo que extraerle su útero, ovarios, trompas y un riñón por padecer un linfoma no hodgkin tipo burkitt y que por su sistema inmunológico deprimido requiere de un lugar adecuado dónde vivir.

En la lista de insensibles no pueden faltar algunos choferes y sus copilotos que en carros estatales pasan raudos por paradas repletas de personas que bajo el sol o la lluvia aguardan agotados por un ómnibus o alguna alma caritativa que los saque de allí.

Lamentables hechos que ocurren en un país que ha abogado siempre por la solidaridad, la confraternidad y la ayuda entre unos y otros ante cualquier problema. No se puede nublar el juicio ni llegar a la insensibilidad por los problemas económicos ni sociales del momento.

A los trabajadores de la Salud el Comandante en Jefe les dijo en una ocasión: “para ser médico se requiere una sensibilidad exquisita, una gran calidad humana, gran capacidad intelectual y una moral a toda prueba”, una sentencia que debiera llevarse en el pecho y practicarse todos los días.

Por otra parte, Miguel Díaz Canel, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular de julio de 2019, exigió que: “Quienes están en capacidad de resolver algo, tienen también el deber de no dejarlo a otros. Detrás de cada problema hay un cubano o una cubana que necesita atención: recuperar la sensibilidad y ponerla de moda es palabra de orden”.

La sensibilidad nos transversaliza a todos, es por ello que en estos tiempos no podemos permitir que se convierta en nuestro unicornio azul.
 
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Comentarios  

# ada oliva escalona 21-08-2019 06:22
gracias por su comentario esperemos sea leido por muchos tienes toda la razon saludos desde tierras lejanas
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# el indio sin flecha 23-08-2019 16:09
no escribiron sobre el auto que le dieron a Fabian el cardiologo… please unas fotos y alguna dedicatoria… o lo discriminamos porque es catolico?
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# Reinier 29-08-2019 19:19
Muy bueno este artículo, la verdad muy brillante, pero quisiera comentarle a quien pueda interesar lo siguiente:

Pienso que la falta de resolutividad y de gestión pueden también ser muestras de insensibilidad cuando se trata de pacientes como los que reciben hemodiálisis en el Hospital Clínico Quirúrgico de Holguín. Uno de ellos, el padre de mi esposa se está haciendo hemodiálisis desde hace casi un año todos esos días desgastantes,tener que bajar en una silla desde un tercer piso aquél hombre que apenas puede con su vida mientras el cáncer y la insuficiencia renal lo consumen progresivamente y hace más de 12 años se gestiona un cambio a un primer piso, pues es un oficial jubilado de las FAR. Pero ya el día de hoy, luego de presenciar tantas situaciones indignantes del día a día, quizás haya sido el detonante de esta publicación. Resulta que desde el martes debió recibir una transfusión de sangre pues solo tiene 6 de hemoglobina y ese día no se pudo porque no había su grupo sanguíneo, al día siguiente un familiar donó sangre para él y ponérsela el jueves y resulta que hoy jueves el hospital clínico quirúrgico no tuvo un transporte para buscar su bolsa de sangre al banco, que apenas queda no más de 10 kilómetros,hoy no se puede hacer la tan necesitada transfusión y hay que esperar al sábado que corresponde su próxima hemodiálisis. ¿Porqué nos hemos acostumbrado a quedarnos mirando los problemas y esperar a que suceda lo peor para después tomar acciones? Recuerdo que el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara dijo en una de sus frases y cito " Debemos atacar el problema antes de que suceda y tratarlo para evitar males mayores". No sé ustedes pero creo que viene siendo hora...
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