Estamos para servirle
- Por Hilda Pupo Salazar
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Esta historia me la contaron así: “En una céntrica calle en la ciudad Holguín, había una cuneta obstruida por un pedazo de mezcla, oportunamente no se limpió ese material y por años sin solucionar el problema, cada vez peor.
“Recientemente, cerca de allí, trabajaban dos constructores vistiendo una pared, le hablé sobre la posibilidad de desobstruir la cuneta quitándole lo que la tupía, aunque con amabilidad lo pedí, no tenía mucho optimismo.
Pensé seguro me dirán que aquello no estaba en su contenido de trabajo, pero me equivoqué, en menos de cinco minutos arreglaron lo que por tanto tiempo nos afectó.
En agradecimiento quise comprarles pru y me dijeron: tranquilo, estamos para servirle. Asombrado quedé por el comportamiento de estos jóvenes y quise hacerlo público, porque esas acciones son necesarias.
Quien me escribe es el lector Irán Arencibia Feria, a quien agradecemos narrar un acto tan bonito y ejemplarizante.
Lo que hicieron esos obreros fue pensar como país, porque trabajaron y solucionaron un problema de la población. Si todos actuáramos así, muchas cosas se resolverían. La empresa los mandó a laborar en una pared y ellos escucharon una vieja demanda de la comunidad y la acometieron hasta remediarla.
La máxima dirección del gobierno cubano lo llama tener inquietud revolucionaria, es decir, poseer la energía y el movimiento necesario, para acometer con bríos y suficiente activismo las ingentes tareas que requiere la nación en estos momentos complejos, con insuficiencias económicas y un férreo bloqueo yanqui.
Lo contrario sería la inercia, apatía, dejadez y desgano. El adjetivo a la inquietud le otorga positividad a la acción, por eso Díaz-Canel insiste tanto que las realizaciones nunca deben faltarle los principios del hacer bien en cada gestión acometida, ni la voluntad y arresto en los actos.
No hay justificación alguna, sino realizamos algo, porque no lo mandaron. Si faltara el material, por lo menos lo comunicamos y hay dificultades de tiempo resuelta en cuestiones de minutos.
Entre hacer con gana y actuar con indolencia hay un gran trecho.
Felicidades a esos constructores, merecen un reconocimiento en su centro de trabajo.
De la escritora española Concepción Arenal: “No se pierde el tiempo que se emplea en procurar hacer el bien”.