Galantería y gentileza
- Por Hilda Pupo Salazar
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La galantería no debe pasar jamás de moda, sería defraudar a la elegancia de cada persona, sin importar el género, como ser atento, cortés, obsequioso y, muy especial, en cualquier momento.
Escuchar a algunos adolescentes en manifestaciones ambiguas como: “La galantería es hacer el ridículo en el grupo, si le gusta así, bien y si no, echando. No estoy para ese cuento”. Mientras, algunas muchachas arropadas de poesías concluyen… “más fácil hallas una aguja en un pajar que un galante”.
Dicen que pueden existir atrevidos modernos que se permiten ciertas galanterías, pero casi sin saberlo.
Fui al diccionario tradicional para los sinónimos de galantería: caballerosidad, educación, cortesía, atención, delicadeza, miramiento, finura o gentileza, entre otros; mientras, antónimos: descortesía, desaire, grosería.
Me quedó con esta definición de la colega Alina Perera Robbio, en el popular programa Hablando Claro, de Radio Rebelde: “Ese gesto que hace de los humanos sociables y atentos…”
Apuesto porque es una actitud muy necesaria para la realidad de hoy, la cual debe cultivarse, como recomiendan especialistas de Genética, desde los primeros mil días de los infantes, incluyendo los 9 meses de embarazo y, luego, durante todo el tiempo de la existencia.
Sobresale el galante tanto por el lenguaje como en las acciones, con absolutas intenciones, maneras correctas y siempre desde la honestidad que debe ser cultivada con esmero entre padres, escuelas y sociedad, sin jamás aparentarlo, sino como el reflejo de una adecuada educación, a la que nunca se debe renunciar.
Según la historia, la galantería nace en Francia, mal utilizada por libertinos de entonces en las cortes europeas para conseguir sus conquistas, pero en Cuba es una elegancia que debemos labrar para consolidar la sociedad que queremos.
Ser galante no tiene nada que ver con segundas intenciones, es totalmente voluntario y natural, propio de la educación, nada forzada, ni por cumplido, porque entonces perdería su sentido y encanto de delicadeza, sinceridad y natural amabilidad.
En cualquier relación de dos o más personas se debe siempre distinguir lo bueno, enaltecer lo constructivo, ser constantemente deferente con todos y ayudar en lo que se pueda y, si es a través de la galantería, de manera totalmente voluntaria y natural desde el dictamen del alma.
Por eso no podemos cansarnos en educar, desde el más absoluto respeto, y sería siempre muy bueno volver a José de la Luz y Caballero, filósofo, educador y paradigma de la pedagogía cubana, a quien Martí llama “el silencioso fundador”, porque sin hablar de política, siembra en sus estudiantes el gen incorregible del amor por la tierra donde se nace. Así lo sentencia: “Quien no sea maestro de sí mismo, no será maestro de nada… Tengamos la educación y tendremos Cuba”.
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