Holguín también tuvo su “corona”

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Holguin antiguo

Sabía usted que Holguín también tuvo su corona con reyes auténticos y toda la corte. Seguramente habrá quien quiera achacar esta historia a las ya conocidas “ínfulas de grandeza” de los hijos de esta tierra -y algo de eso hay- porque la identidad no se construye de un día para otro, y en este caso, las “dinastías” reinantes entre los ríos Jigüe y Marañón tuvieron su momento durante el siglo XIX.

Holguín fue una de las tantas regiones de Cuba favorecidas con la introducción de negros esclavos, y en un momento de “generosidad” las leyes españolas decidieron aprobar una especie de paliativo para estas personas que eran obligadas a realizar trabajos forzosos de sol a sol a través de reuniones en cabildos o reinados.

Según nos cuenta en su libro “Pasajes holguineros” las historiadoras María Julia Guerra y Ángela Peña cada grupo étnico conformado por Congos, Carabalíes, Mandingas y Yorubas elegían a sus soberanos de acuerdo con sus creencias y tradiciones, siendo los Congos los de mayor solvencia económica a juzgar por las grandiosas fiestas que organizaban.

Pero resulta que en el año 1863 el rey de este último grupo Manuel Rodríguez muere y por voluntad expresa pide a su compañera María de Jesús Moreno que traspase la corona a Francisco Cubero, quien se encargaría del reinado por petición de la gran mayoría de sus vasallos.

El nuevo y querido monarca que llegó a recibir comunicaciones oficiales por las principales autoridades de la ciudad con el encabezado: “A su majestad Francisco I, Rey de los Congos” recibió el permiso correspondiente para su coronación al amparo del artículo 88 del Bando de Gobernación y Policía a efectuarse con fecha del seis de enero de 1865.

Para ese momento los súbditos decidieron ofrecer una corona más lujosa a su rey y le hicieron numerosas modificaciones convirtiéndola en una verdadera obra de arte que dio mucho de qué hablar en la época; sin embargo la salud de Cubero no era muy fuerte y meses después falleció desapareciendo también la codiciada joya.

Al enterarse su sucesor Ildefonso Patterson decidió iniciar una exhaustiva búsqueda y llegó a conocer el nombre del supuesto usurpador José Domínguez Consuegra, quien se la había entregado a la hermana del fallecido monarca Brígida Cubero ya que este se la había traspasado en herencia.

Al quedar demostrado el hecho y encontrarse imposibilitados de enfrentar cualquier acción legal, a los Congos no les quedó más remedio que aceptar que su dinastía- a partir de ese momento- tendría Rey pero no corona.
 
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