Homenaje al campesinado cubano
- Por Yanela Ruiz González
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Este 17 de mayo no habrá guateque en las cooperativas de mis parientes campesinos, por lo menos no el acostumbrado festejo, que acontece por esta fecha, en la que la familia se involucra de alguna manera, ya sea en los preparativos del convite o en la participación de una singular actividad, que entre las cuerdas del laúd y las nuevas tendencias musicales, se convierte en una simbiosis de lo tradicional y más contemporáneo, tan auténtica como sus protagonistas.
En esta ocasión, mis parientes desfrutarán de una jornada diferente, en la que no faltará el punto cubano de la icónica Celina González ni las décimas de repentistas, mas sí deberán prescindir de la festividad colectiva, pero en esta ocasión no podrá ser en sus colectivos. La presencia de la pandemia en la Isla también les impone celebrar su Día con toda discreción y las más innovadoras formas, que les permitan cumplir las medidas gubernamentales orientadas para evitar la propagación de la COVID-19 y, al mismo tiempo, no dejar pasar por alto la fecha, escogida para agasajarlos en honor también a Niceto Pérez, símbolo y faro de este sector por las hazañas protagonizadas en la defensa de los derechos de sus iguales, lucha que vio la luz con la Revolución Cubana.
Las iniciativas ya se difunden por los diferentes medios de comunicación. Las redes sociales, escenarios que han ganado mucha más popularidad en estos tiempos de aislamiento social, constituirán una vía importante para la divulgación de todo lo que permita honrar al campesinado cubano, abocado a hacer del surco su mayor trinchera en tiempos en los que se demandan titánicos esfuerzos, para garantizar el plato en la mesa de los cubanos y apoyar a los centros hospitalarios y de aislamiento, inmersos en la lucha por la vida frente al nuevo coronavirus.
Será una celebración atípica, pero cargada de simbolismo y de homenaje no solo a Niceto, sino también al Comandante en Jefe Fidel Castro, quien puso fin al humillante sistema de explotación, que desgarró los días del líder campesino.
Justo a 13 años de perecer ante las balas que lo encontraron en plena labor agrícola, aunque post morten, Niceto fue recompensado. En La Plata, comunidad de la Sierra Maestra, el 17 de mayo de 1959 se firmó la Ley de Reforma Agraria, quizá la más trascendental promesa de la Revolución, materializada por su líder histórico.
El hecho transformó por completo la dinámica de vida del campesinado, que mucho había sufrido la opresión, el desalojo, la miseria y el maltrato de la dictadura instaurada en la década del 50 del pasado siglo.
A la vuelta de 61 años de la firma de esta primera Ley, este sector clave de la sociedad cubana patentiza con creces el compromiso contraído con el proceso revolucionario desde que se convirtieron en dueños de las tierras, las que harían producir no solo para su propio bienestar y el de su familia, sino también para el pueblo.
Así lo expresaba la reforma, que despojó a los latifundistas de las inmensas plantaciones, hasta entonces beneficio de pocos, para potenciar a pequeños agricultores, que trabajaban la tierra y con ello favorecer a la mayoría.
Significativos han sido los aportes desde entonces, recompensados a su vez con el derecho a la atención y superación, y a la ganancia de conocimientos para labrar la tierra con una mayor cultura sobre los cultivos y de forma general para la vida.
No habrá guateque, pero sí reconocimientos a su importante labor, máxime en estos tiempos de contingencia, en los que una vez más, los campesinos dan muestras de su valía y de la certera decisión del Comandante en Jefe.
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