La universidad: ¿una meta?

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Este 5 de junio inicia el proceso de otorgamiento de carreras de la Educación Superior, cuyas características, principios y objetivos son los mismos del pasado año, por lo que no hay novedades en este sentido.

En días recientes el Ministerio de Educación Superior, MES, posteó en su perfil de Facebook los cuatro procesamientos que se realizarán con el siguiente orden de prioridad: estudiantes aprobados en los exámenes de ingreso, le siguen los suspensos, luego los que no se presentaron y por último, los de la Educación Técnica y Profesional, Facultad Obrera Campesina y otros graduados de duodécimo grado de cursos anteriores.

La publicación suscitó más de un centenar de comentarios, unos en contra y otros a favor de este tipo de otorgamiento, que se rige por la Resolución 119 del 2021 del MES y que integra el manual de normas y procedimientos para la organización, ejecución y control del proceso de ingreso a la Educación Superior.

Algunas de las opiniones apuntan a que es un derecho acceder a la universidad y en eso estamos totalmente de acuerdo, tanto así que existen otras vías para ingresar, como los colegios universitarios, concursos y el servicio militar voluntario femenino.

Sin embargo, la mayoría de las interacciones con el post reflejan la preocupación sobre la calidad, el rigor y las exigencias que supone llegar a la casa de altos estudios, diseñadas para quienes tienen la capacidad de hacer una carrera profesional, con toda la preparación que implica lograr ese paso en la vida.

Entre líneas se pueden leer expresiones también de desmotivación de quienes narran los sacrificios por estudiar para pasar los exámenes de ingreso con las mejores notas posibles, pues la competencia era mucho mayor para lograr la carrera deseada, no así en estos momentos en que los planes de plazas superan la cantidad de estudiantes que egresan del doce grado.

Por eso, con esta posibilidad que brinda el MES de llegar a sus aulas de todas las maneras, a muchos no les preocupa la preparación para rendir los mejores frutos frente a un instrumento medidor de calidad, como son dichos exámenes de ingreso.

Tanto es así que los resultados del presente año vuelven a ser cuestionables, por lo menos en la provincia no satisfacen las expectativas a partir de toda la estrategia concebida para preparar tanto a entrenadores, como educandos.

Andrés Barea Páez, jefe del Departamento de la educación preuniversitaria en la provincia, explicó que de mil 638 estudiantes presentados en Matemática, solo aprobaron 636, el 44.93 por ciento, en tanto en Historia de mil 630 educandos aprobaron 917, el 56.26 por ciento, muy lejos de los pronósticos, pues se pensaba llegar al 80 por ciento de aprobados. La asignatura de Español tiene mejor puntaje, esta vez logró el 94.80 por ciento, por encima de la media nacional.

Cuando se analizan los resultados de forma integral inciden 126 estudiantes que aprobaron Matemática pero no Historia, como también 545 educandos que no asistieron de forma sistemática a la preparación y obtuvieron menos de 30 puntos. Así sucedió con otros 45 estudiantes en el caso de Español y con más de 50 en Historia.

Estos estudiantes, aun cuando se sabía que no estaban listos para rendir el examen, hicieron uso del derecho que les da el sistema de otorgamiento vigente en estos momentos, pues tienen prioridad sobre los que no se presentaron.

De modo que, mientras se hacen esfuerzos para potenciar la preparación en el doce grado y se sacrifica hasta el periodo de receso docente para permanecer en las aulas en función de sistematizar los contenidos, hay cuestiones que conspiran con el avance de los resultados.

Sabemos que el facilismo de llegar a la universidad mediante una política de otorgamiento que da amplias posibilidades no es lo único que pudiera incidir en la falta de interés para obtener una buena nota. Hay un contexto mucho más complejo en la Cuba de hoy, que va desde lo demográfico, hasta lo económico social.

Tenemos una población altamente envejecida, una fuga de talentos, la avalancha migratoria de los jóvenes en los últimos años y el poco atractivo del sector profesional, que también emigra internamente para otros oficios en busca de mejor remuneración.

Pero ante estas situaciones toca pensar en cómo seguir abriendo las puertas de las casas de altos estudios sin perder el rigor, y que quienes se esmeran por brindar una buena preparación para presentarse a los exámenes de ingreso no sigan cargando con toda la “culpa” del resultado y se les pida más entrega y análisis cuando hay una cadena de cuestiones que mejorar antes, y en eso va también la cobertura docente de los grados académicos anteriores en todas las educaciones.

Muchas veces nos quejamos del maestro que tenemos para nuestros hijos, del médico que “no sabe nada”, o del ingeniero que está perdido, pero todos sabemos que por mucho que la universidad ponga empeño, la formación exige de autogestión de conocimientos y de llegar a esta enseñanza con una base de saberes, máxime en tiempos en que los cursos académicos cuentan con menos semanas lectivas. Demos acceso, pero no perdamos de vista que la universidad siempre ha sido una meta, de esas que implican ser casi un “Sotomayor”.

Author: Yanela Ruiz González
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Lic. en Estudios Socioculturales, periodista de la Casa editora ¡Ahora! Especializada en temas de Educación y Educación Superior Fan de las redes sociales

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