El último adiós al doctor Pedro
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Sentido, discreto, emotivo fue el homenaje póstumo tributado en el hospital universitario Vladimir Ilich Lenin al doctor Pedro Antonio Fernández Sarabia, a casi un mes de la desaparición física del destacado profesional, oncólogo, dirigente, compañero, amigo, hijo, esposo, padre…
Las decenas de personas reunidas en el teatro de esa institución, en la mañana de este martes, enjugaron sus lágrimas calladamente mientras se recordaba al hombre de bata blanca perseverante y apasionado, para quien la especialidad de Oncología y, más en específico, la mastología fueron desde 1987 su mayor prioridad.
Las imágenes proyectadas en la gran pantalla nos devolvieron al doctor Pedro de siempre, visto desde el corazón de sus colegas y pacientes del Centro Oncológico Territorial, institución a la cual dedicara incontables horas para, en complicidad, con constructores y artistas concebir salas, cubículos, salones de operaciones, cuerpo de guardia y otros servicios como requieren los pacientes de esta especialidad y los médicos, enfermeras y demás personal técnico y de apoyo.
Allí se recordaron sus dotes de jefe y líder innato del “Oncológico” y al médico dedicado, que no faltaba a cada consulta de “mama” o al quirófano para atender a miles de holguineras y mujeres de provincias vecinas llegadas hasta acá en busca del hombre de “manos prodigiosas”, como le gustan llamarlo las féminas.
Para el doctor Pedro, quien hizo de su profesión un sacerdocio, no faltaron reconocimientos, aunque para él siempre el mejor y más preciado fue el ser querido y reconocido por sus pacientes, como afirmara el 3 de octubre de 2009 en la entrevista publicada en la página ocho del periódico ¡ahora!
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