Detrás del Termociclador

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Luis Enrique Hernández, especialista en Laboratorio Clínico.

 

Con su uniforme azul,  guantes y espejuelos, tras los cuales se esconde una mirada meticulosa del mismo color de su vestimenta, observa la próxima muestra a examinar. Ahí está Luis Enrique Hernández, especialista en Laboratorio Clínico.


``Cuando cursaba el sexto año de la carrera y tuve que decidirme por una de las ramas médicas escogí esta especialidad, porque me encantaba la Biología, que es una combinación de otras que también me atraían, como la Quìmica y Fisiologìa. Además era fans a investigar e innovar, de ahí que viera en el Laboratorio Clínico la mejor vía”, afirma mientras se quita los guantes de látex para tomar nota del resultado de la muestra estudiada.


``Mi trabajo es de una vital importancia, gracias a él se toman grandes decisiones y conductas médicas desde la imposición de un tratamiento hasta suspender una cirugía. En cuanto a la COVID-19 fue fundamental en el diagnóstico precoz y reporte  de los primeros casos del SARS-CoV-2, para evitar la propagación de la enfermedad y evitar el contagio de personas´´.

 



Graduado como médico, hace seis años y de especialista tres, con su corta carrera profesional, Luis ha trabajado en los hospitales materno infantil de Banes, pediátrico Octavio de la Concepción de la Pedraja, el general universitario Vladimir Ilich Lenin y  el Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez Landín, pero el que más le ha marcado es el militar Fermín Valdés Domínguez, donde impartió clases y volvió a sentir de cerca la vida de estudiante, además, del respeto y cariño por parte de su grupo reducido de alumnos de paso por allí.


``Dentro de la especialidad de Laboratorio Clínico lo que más me apasiona es la parte de hematología, todo lo que tiene que ver con la morfología de las células y el diagnóstico de las enfermedades de este sistema. Sobre todo la realización de los medulogramas y la interpretación de estos para llegar a un resultado definitivo´´, comenta.


Hace un mes regresó a la Patria luego de 10 meses de colaborar con el hermano pueblo venezolano, específicamente en el centro de Genética Nacional José Gregorio Hernández, en el estado de Miranda; trabajaba en la lectura final de interpretación de los PCR-TR para realizar el diagnóstico de la COVID-19.


 

``Me encontraba lejos de la familia y estuve unos meses enfermo; sin embargo, los médicos venezolanos me apoyaron mucho. No puedo dejar de mencionar la hermandad que los comandantes Fidel Castro y Hugo Chávez nos inculcaron y lo viví, gracias al trato afable de ese pueblo se hizo más llevadero el tiempo fuera de Cuba. Llegué a sentirme protegido por una familia no sanguínea o una familia que yo escogí´´, sus ojos azules se humedecen al contar su experiencia.


``Cuba cuenta con los recursos humanos y medios imprescindibles  para realizar el diagnóstico con una red de Laboratorios de Biología Molecular; no obstante, afrontamos determinadas carencias, porque nuestra especialidad depende de las nuevas tecnologías y reactivos que son muy caros al igual que las materias primas, y el Bloqueo de los Estados Unidos nos afecta mucho´´.


¿Volverías a brindar tu ayuda solidaria a otros pueblos?


``Si el país necesitara de mis servicios como colaborador estaría dispuesto a dar el paso al frente por mi pueblo cubano y dejar bien en alto su nombre. Cuba es una nación  muy solidaria, que da lo que tiene no lo que le sobra´´.


Luis es uno de los tantos jóvenes cubanos que detrás del  termociclador se mantiene en la línea de combate contra la COVID-19, sin importar horas. Brindó su colaboración en otro pueblo, donde se necesitaba de su experiencia. Luis es uno de los tantos ángeles que luchan contra la pandemia.

 


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